El incremento de la volatilidad en los Mercados Financieros
es noticia generalizada, un día sí y otro también, siendo muy sensibles a
cualquier situación anómala e inesperada, situación que los inversores
domésticos tienen que acostumbrase a padecer a diario. Ocurra lo que ocurra, siempre
habrá una explicación más o menos coherente para dar explicación a sus
movimientos
La volatilidad, sin entrar en detalles matemáticos ni
técnicos, mide el grado de incertidumbre existente en un activo financiero o en
un Mercado. Se utiliza para cuantificar los cambios aleatorios que se producen
en las rentabilidades de los diferentes productos de inversión. Nació el mismo
día que nacieron los Mercados Financieros y se pueden diferenciar tres tipos: histórica
(se basa en el pasado), implícita (la actual) y futura (no se
conoce, se estima). Al medir las fluctuaciones que experimenta un activo con
respecto a su media en un periodo de tiempo determinado, ayuda a cuantificar el
riesgo asumiendo que es directamente proporcional a la volatilidad.
Conocer las características de riesgo de una determinada
inversión es fundamental para entender su posible comportamiento futuro.
También es importante para el conjunto de la cartera del inversor debido a que
cada activo tendrá características de riesgo diferentes. Tener en cuenta esta
característica contribuirá a establecer una correcta diversificación. El
inversor doméstico no puede, de ninguna manera, controlar las caídas de los
Mercados, pero sí puede controlar el riesgo de sus inversiones porque es
directamente proporcional al beneficio futuro de la inversión. Por lo tanto, no
está de más recordar que buscar el equilibrio entre ambos es algo que siempre
jugará a favor del ahorrador dejando el camino más despejado al rendimiento
positivo.