30 de noviembre de 2020

¿Qué es y qué indica el TER en un Fondo de Inversión?

El Fondo de Inversión es el activo financiero más versátil para el ahorrador porque raro será no encontrar uno que no se adapte a nuestras necesidades. El inversor doméstico se fija en la rentabilidad conocida que ofrece mermándola los gastos y costes que lleva implícito el fondo; por esta razón, es muy importante conocer de antemano ese tipo de gastos que serán decisivos a la hora de calcular la posible rentabilidad que ofrezca el fondo elegido. De esta forma, creo que debe ser de obligado conocimiento para todos los partícipes el Ratio de Gastos Totales o, en inglés, Total Expense Ratio (TER). El TER es el porcentaje anualizado de gastos que soporta y lleva implícitos un Fondo de Inversión sobre su patrimonio. Este dato deberá aparecer en el folleto del fondo y en los informes trimestrales que se envían a los partícipes.

El beneficio que ofrezca este tipo de activo financiero se debe a la pericia del gestor a la hora de invertir el patrimonio del conjunto de los partícipes restándole los gastos. Atendiendo a esto, nos fijaremos en la categoría que mejor se adapte a nuestras necesidades de inversión para luego observar el que más beneficios obtiene y menores gastos. Por lo tanto, el TER debe de estar presente siempre a la hora de decidirse por un fondo u otro independientemente del entorno del Mercado. El que un fondo tenga un TER más elevado que otro no quiere decir que sea mejor ni peor, tampoco indicará nada sobre sus rendimientos de inversión pues todo eso dependerá de la propia gestión, pero sí nos dejará muy claro en qué cuantía disminuirán todos esos resultados a la hora de plasmarlos en los beneficios que obtendrán los partícipes.

23 de noviembre de 2020

Black Friday: de lo que fue a lo que ha llegado a ser

Desde que se liberalizó el periodo de las rebajas, allá por el 2013, los comerciantes pueden aplicar descuentos cuando lo consideren oportuno, para que los consumidores podamos aprovecharnos de los precios reducidos y así generar la tan necesaria simbiosis entre comerciante y consumidor. Recordaréis que existían dos épocas en el año señaladas para hacer rebajas: las de invierno y las de verano. Pues ahora tenemos rebajas cuando el calendario celebra algún día especial, y lo mismo da que sea una fiesta nacional que de importación: llámese día de los enamorados, del padre, de la madre, del soltero, “Black Friday” … El caso es que no hay mejor manera que esa para fomentar el consumismo, haciéndonos creer que se hace para nuestro ahorro, llegando, incluso, a incentivar un consumo irresponsable al gastar aquellas cantidades de dinero que se sustentan bajo la realidad financiera personal, encargada de optimizar los recursos económicos propios. Las fechas de rebajas, que bien pueden ser una prueba de fuego para los que compran compulsivamente, también pueden ser aprovechadas por aquellos que necesitan comprarse cualquier bien o, simplemente, para adquirir un capricho.

Estaréis de acuerdo conmigo en que si hay una fecha por excelencia marcada en el calendario para los amantes del consumismo esa es el “Black Friday” (“Viernes Negro”) que, como sabéis, coincide siempre con el viernes posterior al Día de Acción de Gracias (fiesta nacional estadounidense que se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre), siendo la fecha elegida por todo tipo de comercios para hacer grandes descuentos de cara a las fiestas navideñas. A partir de la década de los noventa fue cuando comenzó su internacionalización y su mutación hasta llegar a como hoy la conocemos: toda una semana de “Black Friday”, extendiéndose las ofertas por todos los ámbitos del comercio, llegando a ser el evento de ventas más potente de todo el año y, según los expertos, culpable en parte de la tan famosa y sufrida cuesta de enero. Por si era poco, con la llegada de Internet, surgió el “Cyber Monday” (lunes siguiente al “Viernes Negro”), día que usan muchas páginas web para ofrecer sus particulares descuentos en productos de venta online a los internautas.

16 de noviembre de 2020

SICAV (Sociedad de Inversión de Capital Variable)

Una Sociedad de Inversión de Capital Variable (SICAV) es una sociedad anónima, constituida con domicilio y administración en España, que se crea como instrumento financiero y que tiene por exclusividad la adquisición y administración de valores mobiliarios y otros activos financieros. Siendo una modalidad de Institución de Inversión Colectiva (IIC) –institución creada para invertir en bienes, derechos, valores u otros instrumentos de carácter financiero estableciendo los rendimientos en función de los resultados obtenidos- se le otorgan las mismas ventajas fiscales que a los Fondos de Inversión por gozar del mismo régimen, siendo, en definitiva, un híbrido entre un Fondo y una Sociedad.

Algunos autores datan los orígenes de las SICAV en la Edad Media pues sostienen que, ya en aquella época, había agrupaciones de inversores que se unían para una mejor y especializada gestión de sus patrimonios. En España, se legislan por primera vez en 1964 con la regularización de las Sociedades de Inversión de Capital Variable y los Fondos de Inversión. Se crean en 1983 bajo la presidencia de Felipe González para evitar la fuga de capitales y se corroboran siendo presidente José María Aznar.

9 de noviembre de 2020

La probabilidad en el juego de la Bolsa

No es raro oír hablar en cualquier tertulia sobre “el juego de la Bolsa”, es más, está ya tan estandarizado de que la Bolsa es un juego que a pocos se les oye decir que la Bolsa forma parte de una inversión. Evidentemente, me estoy refiriendo al inversor doméstico donde, en la mayoría de las ocasiones, su estrategia está basada en el azar. De todos modos, he leído a algún que otro autor profesional referirse a la Bolsa como un juego y, por si fuera poco, justificándolo. En fin, cada uno que la vea como quiera.

En alguna ocasión, en esta bitácora, he reconocido que la Bolsa tiene una parte lúdica por el mero hecho de que se invierte con el deseo de cosechar un fruto en el futuro. Estaréis conmigo, en que la fluctuación de la cotización de cualquier valor bursátil nunca será predecible con exactitud. Es cierto que existen muchas técnicas que ayudan a ver un poco el devenir del recorrido que tendrá una acción en un futuro, pero eso de entrar en una posición y salir con el máximo beneficio posible no deja de ser una quimera que a todos nos gustaría conseguir, sabiendo que nada tiene que ver con la realidad. Si alguien intenta vender esa postura es una estafa. Me mantengo en la opinión de que si lo que se quiere es jugar a la Bolsa, usar un juego de los múltiples que hay virtuales y disfrutar del momento pues es mejor que pasar el rato en esos juegos que no invertir el dinero en el mundo real.

2 de noviembre de 2020

El dinero también sirve para comprar tranquilidad

El pasado 31 de octubre, de una forma prácticamente desapercibida, se celebró el Día Mundial del Ahorro. Esta iniciativa, instituida por el Congreso Internacional del Ahorro en 1924, pretende movilizar a la ciudadanía hacia una mejor planificación de las finanzas personales y familiares intentando desarrollar una mayor consciencia de que el consumismo desmesurado no es compatible con el ahorro. En nuestro país, esta iniciativa no ha tenido demasiado eco, atribuyéndolo los expertos a que se celebra en las vísperas de un día festivo de gran arraigo popular como es el día de Todos los Santos y, de forma mediática, tampoco tiene demasiada importancia al diluirse entre la noticia del cambio horario y de cómo este hecho influye en el ahorro energético. El caso es que ese día, en Twitter, apenas si había alguna pequeña referencia con el hashtag #DíaMundialDelAhorro o #DíaDelAhorro.

La capacidad del ahorro es inversamente proporcional al gasto: a mayor gasto, menor ahorro. Una buena prueba de ello la tenemos con el aumento de la tasa de ahorro justo cuando la crisis nos azotó con más virulencia; según ha ido llegando la recuperación económica el ahorro de las familias se ha ido reduciendo en la misma proporción que ha ido aumentando el gasto. Ahora, en época de pandemia, con el confinamiento, la capacidad de ahorro no ha aumentado, lo que ha ocurrido es que ha disminuido la capacidad de consumo. Ese ahorro latente se convertirá en consumo en cuanto finalice el periodo de confinamiento, por eso no se puede considerar “ahorro para el futuro” como tal. Tanto es así, que la tasa actual del ahorro en España es cuatro puntos inferior a la media europea.