28 de diciembre de 2020

La sopa de letras de la recuperación económica (V, W, U, L, K)

Estando inmersos en una crisis económica y social provocada por la emergencia sanitaria del coronavirus es de vital importancia conocer, cuando desaparezcan las medidas de confinamiento y se vuelva a la normalidad, cuáles serán las formas que recogerán la reactivación de los principales indicadores económicos.

Desde el momento en que una crisis acampa en un país, sea de la índole que sea, se estudian sus consecuencias y de inmediato se pone en marcha la maquinaria de especulación para anticiparse a cómo será la recuperación económica. Para ello, los economistas observan cómo evolucionan los indicadores de actividad, por ejemplo, el Producto Interior Bruto (PIB) y el desempleo, a lo largo del tiempo, y van plasmando todos los resultados en una gráfica que va mostrando la evolución de la recesión económica y su recuperación. Esos gráficos, que van dibujando milimétricamente todo el recorrido que va trazando la economía del país, adquieren unas formas determinadas que son aprovechadas por los economistas y políticos para hacer una analogía con las letras que posteriormente darán nombre a la recuperación de los PIB’s, a la evolución de los Mercados, así como a la actividad de las principales economías. Esas letras del alfabeto, a modo se sopa de letras, son las que indicarán el dibujo de la recesión y de la posible recuperación. De esta forma se habla de V, W, U, L, K y hasta de símbolos como el de la raíz cuadrada o el del logotipo de la marca deportiva Nike (o tick), en función de que la recuperación sea más rápida, más lenta o tenga recaídas inmediatas.

21 de diciembre de 2020

La buena suerte no está en la Lotería


Metidos ya en la última página del calendario, parece que todo nuestro alrededor se transforma para rescatar, año tras año, la magia de la Navidad. Estas fechas, de raíces religiosas, avivan la ilusión de disfrutar de la familia, nos hacen recobrar esos sentimientos plagados de buenas intenciones y, cómo no, nos embriaga el sueño de que podemos ser uno de los agraciados con el Gordo de la Navidad. Y todo se prepara para el momento, incluso se crea un anuncio televisivo convirtiéndose en “trending topic”. Quién no recuerda al calvo de la suerte, o esas últimas historias tan entrañables que nos ayudan a sentir que la fortuna puede llamar a nuestra puerta. El caso es que la Navidad no sería igual si no existiese el Sorteo Extraordinario de la Lotería.

Todos los países tienen su propio sistema de lotería. En España, el más famoso, es el del 22 de diciembre, ostentando el record mundial del sorteo que más años se lleva organizando en el mundo, concretamente desde el 18 de diciembre de 1812, cuando el ministro de la Cámara de Indias pensó en ello como “una medida para aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes”. Se llamó “Lotería Moderna” para diferenciarla de la “Lotería Primitiva” creada por el Marqués de Esquilache. Posteriormente, el 23 de diciembre de 1892, se le comenzó a llamar “Sorteo de Navidad” y cinco años más tarde se imprimían los boletos con ese nombre. Desde su inicio, fueron los niños de San Ildefonso los encargados de cantar los números.

17 de diciembre de 2020

Llegó el momento de planificar la Renta de 2020

Llegó diciembre y con él la última página del anuario fiscal. Momento en el que hay que planificar el IRPF de 2020 para luego presentar su liquidación allá por la primavera de 2021. El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), siendo una figura impositiva de la Hacienda española, es un impuesto de carácter directo, personal, subjetivo, progresivo, periódico y analítico que grava la renta obtenida en un año natural. La presentación del IRPF no es solo darle el visto bueno al borrador que la propia Hacienda se encarga muy gustosamente de hacernos llegar, ni tampoco se trata de rellenar un formulario a través de Renta Web, en definitiva, se trata de un ajuste de cuentas entre el contribuyente y la Agencia Tributaria. Y es que es ahora, en estos días que quedan para que finalice el año, cuando hay que tomar algunas medidas para que la factura del impuesto sea lo más ecuánime posible y esté en consonancia con nuestra actividad productiva: ya sea como asalariado, autónomo o rentista. Los que únicamente hayan percibido rentas por su trabajo habrán sufrido mes a mes una retención a cuenta del impuesto. Los habrá que han percibido rentas del ahorro con una retención inferior a la que corresponda en realidad. E incluso, alguno habrá percibido rentas que no están sujetas a retención como es el caso de la venta de acciones, inmuebles, etc. Pues a todos ellos les ha llegado el momento de ponerse manos a la obra con el fin de reducir todo lo posible el impacto del IRPF cuando se realice su autoliquidación. Opciones hay, sin defraudar, para reducir la factura fiscal con el límite de dejarla a cero. Bien entendido que el ahorro máximo del impuesto está limitado al importe de la cuota resultante de la autoliquidación, porque Hacienda no paga, únicamente devuelve, si llega el caso, las retenciones practicadas.

Existen multitud de ventajas fiscales que son de fácil aplicación y están disponibles para todos los contribuyentes. Sin embargo, debido al “efecto Mateo”, son aquellos con mayor patrimonio y mayores ingresos los que realmente pueden aprovecharse al máximo de todas las ventajas. Por esta razón, es necesario intentar reducir todo lo que se pueda el impacto fiscal haciendo los deberes adecuadamente antes de que finalice el año natural. Los beneficios para el contribuyente también vienen por la vía de una correcta planificación del IRPF. Por lo tanto, el contribuyente deberá tomar las decisiones adelantadas que más le beneficien con el fin de optimizar la factura tributaria: así, se anticipará a tomar las decisiones oportunas antes de que finalice el año; y, por otro lado, deberá posponer otras que, si las toma ahora, serán claramente perjudiciales para sus intereses.

14 de diciembre de 2020

¿Qué es un Fondo de Inversión?

¿Quién no ha oído hablar de los Fondos de Inversión? ¿Quién no ha invertido en uno de ellos? ¿A quién, su intermediario financiero, no le ha ofrecido uno para invertir sus ahorros? La respuesta es nadie porque es uno de los productos financieros más versátil, conocido y preferido de los ahorradores para hacer sus inversiones, entre otras cosas, por sus múltiples ventajas tanto fiscales como financieras.

Desde sus comienzos, han sufrido los vaivenes de los Mercados Financieros, han sufrido los múltiples cambios fiscales, han sufrido críticas, en fin, de todo y, aun así, ahí siguen: en la cresta de la ola. Y se mantienen en lo alto porque el inversor doméstico, mediante este tipo de activo financiero, es capaz de invertir en valores y en productos que de otra forma no podría alcanzar ni de lejos. Y esto es así porque el Fondo de Inversión permite al inversor invertir en productos adaptados a su perfil inversor, así como a su nivel de riesgo debido a la gran variedad que existen en el Mar de los Mercados Financieros.

7 de diciembre de 2020

Réquiem por la Peseta

Monumento a la peseta. Fuengirola
La primera pieza que se acuñó como “peseta”, todavía sin ser la moneda oficial, fue en Barcelona en el año 1808 durante la dominación napoleónica. No sería hasta después del destronamiento de Isabel II cuando el ministro de Hacienda del Gobierno Provisional (Laureano Figuerola), el 19 de octubre de 1868, mediante un decreto, instaura la peseta como unidad monetaria de España, centrando toda su producción en la Ceca (casa de la moneda) de Madrid, hoy la FNMT-RCM (Fábrica Nacional de Moneda y Timbre – Real Casa de la Moneda). Hasta la aparición del euro, se han acuñado ahí todas las pesetas que han estado en circulación. En julio de 1874 será cuando aparezca la primera emisión de papel moneda en pesetas, momento en el que se concede al Banco de España la exclusividad para emitir billetes. Desde 1941 la producción de papel moneda recayó en la FNMT-RCM. Cada moneda y cada billete han reflejado en su anverso y reverso una instantánea del arte, la política, la religión, la economía, la cultura y la historia del momento en que se acuñaba.

La peseta ha sido la moneda de curso legal en España hasta el 31 de diciembre de 2001 dando paso a la entrada del euro el 1 de enero de 2002 y conviviendo ambas monedas hasta el 28 de febrero de 2002, pudiendo ser cambiadas por euros en cualquier banco o caja de ahorros hasta el 30 de junio, estableciéndose el tipo de cambio de 1 euro = 166,386 pesetas. A la llegada del euro, había en circulación billetes y monedas en pesetas por valor de 48.750 millones de euros. Las autoridades monetarias establecieron que las monedas y billetes de peseta podían ser canjeadas en cualquier oficina del Banco de España por euros, sin coste adicional, hasta el 31 de diciembre de 2020 al tipo de cambio original. Debido a las dificultades de cambio que ha habido durante estos meses, el Banco de España ha decidido ampliar el plazo de cambio hasta el 30 de junio de 2021. Después de esa fecha, la peseta no podrá ser cambiada por ninguna otra moneda de curso legal a no ser que se haga a través del mercado no regulado del coleccionismo; perdiendo, por tanto, su valor nominal o facial, manteniendo el intrínseco y el numismático.

Coloquialmente hablando, a la peseta se le ha llamado pela, rubia o cala. A la moneda de 5 céntimos se le llamaba perra chica, a la de 10 céntimos perra gorda, a la de 25 céntimos real, a la de 50 céntimos dos reales, a la moneda de 5 pesetas duro, a la moneda de 100 pesetas 20 duros, al billete de 1.000 pesetas se le conocía como talego o billete verde, al de 5.000 pesetas como billete de 1.000 duros y 1 millón de pesetas se le conocía como 1 kilo porque mil billetes de 1.000 pesetas pesaban 1.000 gramos.