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Foto by pixabay.com |
Cuando
nos reunimos, aunque no intercambiemos palabras, existe una comunicación no
verbal que está relacionada con los movimientos corporales, con los gestos, con
las actitudes, con la vestimenta, con la expresión emocional y hasta con el
maquillaje. Todo ello, al unísono, hace que el cuerpo en sí se vuelva social y
adquiera su propio sentido de identidad. En ese contexto, según los entendidos,
el pintalabios y su color también tiene mucho que ver. Se cree que es
originario de Egipto donde a la alta sociedad se enterraba con sus útiles de
maquillaje. 2.500 años a. de C. se solía representar a la reina sumeria Puabi de
Ur con los labios rojos, como símbolo de sensualidad femenina y de belleza. Por
entonces, la pintura labial estaba hecha de carbonato de plomo, sustancia muy
tóxica, lo que provocaba severas intoxicaciones tanto a quien la usaba como a
los amantes. De ahí surgió, por lo evidente, el dicho del “beso de la muerte”.
Culturas como la griega rechazaba el maquillaje por considerarlo un elemento de
traición.