Las deudas no
son siempre malas. Muchas veces, si están bien manejadas, son capaces de dar
una alegría al bienestar económico familiar mejorando las finanzas, siendo capaces
de poner al deudor en el camino de sus sueños. Por el contrario, en otras
ocasiones, las deudas se convierten en un lastre que se lleva por delante la
mayoría de los ingresos, siendo el principal obstáculo para el crecimiento
económico. Por eso, es esencial seguir una buena estrategia que permita
devolver la deuda a su debido tiempo sin llegar a la bancarrota.
La deuda se
puede definir como el dinero que se le pide prestado al nuestro yo futuro. En
muchas ocasiones, el futuro es a muy largo plazo por lo que un revés económico
familiar, o cualquier incidente exógeno, puede dar lugar a un aumento
desmesurado de la deuda contratada. Se está viendo en la actualidad cómo la
escalada de los precios ha provocado que el BCE haya subido el precio del
dinero, acercando al euríbor al 4%. El alza de los precios, junto con la subida
de las hipotecas, han hecho que las familias endeudadas tengan más dificultades
para amortizar el principal y pagar los intereses. Llegados a este punto, para
evitar el sobreendeudamiento y llegar a caer en la bancarrota, es recomendable
diseñar una estrategia que comience por la necesidad o no de endeudarse y
cuándo es más conveniente hacerlo.