30 de julio de 2020

Pensamientos de Inversor


La diferencia fundamental entre un inversor y un jugador de Bolsa está en la forma de pensar. Mientras que el primero considera a la Bolsa como una institución financiera en toda regla en la que los beneficios se obtienen tras mucho tiempo de formación y de toma de decisiones correctas; el segundo, la considera, más o menos, como un casino donde las ganancias vienen por la vía de la suerte y de la intuición, siendo, cualquiera de ellas, malas consejeras. Estas diferencias de pensamiento son las que harán que el ahorrador llegue al éxito o al fracaso económico.

La aureola que rodea al inversor tiene que estar siempre plagada de positivismo, independientemente de la evolución que tenga el Mercado. Esto se consigue porque el riesgo debe de estar bajo control para así poder mejorar la cifra del patrimonio que se dedica a los negocios bursátiles. La situación es modificable en cualquier momento; por eso, se debe de asumir que la responsabilidad sea siempre del que expone su patrimonio y no del entorno. El jugador, por el contrario, siempre les echará la culpa a terceros sin darse cuenta de que los beneficios vendrán por la calidad del trabajo: no se trata de comprar un determinado valor y dejarlo ahí para que otro lo gestione y recibir los beneficios sin esfuerzo. El horizonte de visión debe de llegar más allá de la obtención simple de beneficios, se trata de aumentar el patrimonio no de mejorar el salario.

El hasta dónde queremos llegar tiene que estar en simbiosis con la voluntad de querer. Es imposible conseguir un patrimonio financiero sin la convicción de que somos capaces de poder lograrlo. Posteriormente, no servirá la voluntad de gestión para salir del paso, del día a día, se trata de gestionar el patrimonio conseguido para que aumente y se mantenga en el tiempo. El patrimonio será para el inversor su arma de trabajo que nunca y nadie debe despojársela.

27 de julio de 2020

El devenir del Dinero


En este mundo, si algo hay paradójico es el dinero: no tiene valor por sí mismo, pero es el bien más codiciado; no tiene fuerza, pero es capaz de mover el mundo; la salud es lo más importante, pero se cambiaría un proceso gripal por una buena cuenta corriente; el dinero no te da la felicidad, pero te deja a un paso de ella… Qué razón tenía Quevedo cuando escribía “Y pues es quien hace iguales / al rico y al pordiosero, / poderoso Caballero es don Dinero”. No importa si se tiene por su origen o por pedir limosna. Al fin y al cabo, el tener dinero es como la muerte: a todo el mundo iguala. Ya en la Edad Media, el Arcipreste de Hita escribió en su miscelánico “Libro del Buen Amor”: “El dinero es alcalde y juez muy alabado, / es muy buen consejero y sutil abogado, / alguacil y merino, enérgico, esforzado; / de todos los oficios es gran apoderado”.

Hablar de dinero es pensar en monedas y billetes, pero no siempre ha sido así. Es más, hoy tampoco es así. En las economías de subsistencia se intercambiaban bienes o servicios mediante el trueque y ese era su medio de pago. Comprador y vendedor tenían que ponerse de acuerdo y estar interesados en los bienes que ofrecía cada parte. El trueque no era más que ofrecer lo que se tiene de sobra para recibir lo que a otro también le sobra. Lógicamente, tenía que existir la necesidad de aquello que en exceso poseía uno y al otro le hacía falta. La humanidad siempre ha hecho lo posible por cubrir sus necesidades. El intercambio entre dos productos era muy sencillo, pero se complicaba mucho cuando el número de bienes y servicios comenzó a ser bastante amplio.

23 de julio de 2020

¿Qué es un Split? ¿Y un Contra-Split?


Elegir qué acción comprar en Bolsa no es sencillo para nadie, ni siquiera para los profesionales de los Mercados Financieros. Sin embargo, los inversores domésticos, que no se dedican a esto y lo único que buscan es rentabilizar sus ahorros, tienden a conformarse con su intuición, observando únicamente los precios de cotización de las acciones. El precio de una acción es la cara visible de una empresa, pero no su alma y este es uno de los principales inconvenientes que se encuentran los aficionados que no conocen las normas básicas de los Mercados, convirtiéndolos en ahorradores vulnerables.

El precio de una acción se define en función de la negociación del Mercado, según lo que un comprador esté dispuesto a pagar por ella y lo que un vendedor esté dispuesto a percibir, dando así origen al precio de cotización. Este precio es al que el vendedor y comprador están dispuestos a ponerse de acuerdo, pero no es indicativo de si una empresa está cara o barata. Puede ocurrir, y de hecho ocurre, que una compañía esté cotizando a 1.000 euros y sea inmensamente barata y otra que cotice a 0,01 euros puede que sea demasiado cara.

El Split (desdoblamiento de acciones) y el Contra-Split (agrupación de acciones) son dos operaciones que hacen variar la percepción del precio de cotización para que, psicológicamente, sea más atractivo a la vista de los inversores, pero sin alterar ni el valor de la empresa cotizada ni el valor del conjunto de las acciones que posea cada accionista, sin perder éstos tampoco ningún tipo de derecho económico ni político que le correspondan. Las empresas que hacen este tipo de operaciones corporativas dan por sabido que todos los accionistas conocen en qué consiste, sin caer en la cuenta de que no todos los ahorradores-inversores tienen los conocimientos necesarios para entenderlo. Con el Split se consigue que el precio de cotización sea más bajo, posibilitando la entrada de nuevos inversores que pensaban que la acción estaba “demasiado cara”. Con el Contra-Split se consigue el efecto contrario al cotizar las acciones a un precio más elevado, evitando así los problemas que trae consigo cotizar a niveles de precio muy bajos. Veamos más detalladamente qué es un Split y un Contra-Split.

20 de julio de 2020

Diferencias y similitudes entre Planes de Pensiones, PPA, PIAS y PALP

De todos es sabido el envejecimiento progresivo de la población, lo que lleva a la necesidad de realizar reformas integrales en los sistemas públicos de pensiones. Paralelamente, surge la necesidad de desarrollar productos financieros privados para complementar la pensión pública en un futuro y a equiparar, en lo posible, nuestro nivel de vida en la jubilación al que se tenía cuando estábamos en activo. La contratación de ellos no implica la exención del cobro de la pensión de jubilación ni tampoco, por el mismo motivo, la exención del pago y las prestaciones de la Seguridad Social.

Cuando un ahorrador se convierte en partícipe de uno de estos productos se obliga voluntariamente, mediante un contrato, a realizar aportaciones dinerarias a una entidad financiera o aseguradora que actúa de intermediaria y que será la que gestionará el dinero del adquirente del plan formalizado. A su vez, tienen asociadas una serie de figuras. A saber:

Entidad gestora: La que gestiona las participaciones del producto.

Entidad depositaria: Habitualmente, suele ser un banco o una aseguradora. Será la encargada de la custodia de los activos financieros.

Partícipe: Es la persona física en cuyo beneficio se crea el plan independientemente de que sea él o no el que haga las aportaciones.

Beneficiario: Es la persona física con derecho a la percepción de las prestaciones independientemente de que haya sido partícipe o no. Aquí se engloba también a los herederos pues en caso de defunción éstos tienen derecho a percibir la cantidad acumulada en el plan.

16 de julio de 2020

¿Por qué renta pedir prestado y cuesta dinero prestar?


El concepto de que el prestatario pague intereses al prestamista era una condición básica de cualquier préstamo. Esto ha sido así hasta que los tipos de interés negativos han presionado a la baja todo tipo de deuda, lo que ha sido un beneficio inesperado para el deudor, pero todo un problema para el ahorrador y el prestador. Para muestra un botón: las letras y los bonos que emite el Tesoro Público del Reino de España se encuentran en todos sus periodos con rentabilidades negativas hasta el de cinco años. Es decir, los inversores institucionales están dispuestos a depositar su dinero, aunque tenga un coste, a cambio de estabilidad y liquidez que proporciona la deuda pública de los Estados más solventes.

Las políticas monetarias que han llevado a cabo todos los bancos centrales mundiales han evitado una catástrofe monetaria global, pero han conseguido que el Mercado de Deuda se distorsione. El ahorrador no encuentra ningún beneficio en la renta fija convencional, lo que hace que tenga que acudir a otro tipo de inversiones menos conocidas y más arriesgadas, llegando a tomar decisiones erróneas, en parte influenciadas por aquellos que, conociendo la evolución de los Mercados, no son conscientes del riesgo soportado por el cliente al que se le ofrece ese producto, provocando inintencionadamente la formación de posibles burbujas. La opción de estar en liquidez, no haciendo nada con el ahorro, tampoco es una buena solución debido a que la inflación es implacable con los caudales que se guardan bajo las baldosas de la cocina.

13 de julio de 2020

Movimiento FIRE: mito o realidad


Ahora que peligra el futuro de las pensiones, el “Movimiento FIRE” asegura que es posible jubilarse antes de cumplir los 50 años (incluso antes de los 40) cambiando, únicamente, el estilo de vida. Si nos remontamos al pasado, con trabajar se tenía solucionado el tema de las pensiones porque para eso se pagaba a la Seguridad Social. Esa pensión de jubilación aseguraba la independencia financiera en el momento de llegar a la edad dorada. Y así ha sido. Es más, cuando la crisis llegó al momento más álgido de la estrangulación financiera, no pocos se refugiaron en las pensiones de sus ascendientes, incluso sacándolos de sus residencias para poder sortear sus peores momentos económicos. El caso es que las pensiones cumplieron milimétricamente, como si de un reloj suizo se tratase, con su cometido. Por el contrario, el futuro no es tan lisonjero: seguirá habiendo pensiones, seguro, pero se verán reducidos los importes a percibir hasta límites insospechados. Con este panorama tan desolador, aderezado por los peores pronósticos de los gurús económicos, las próximas generaciones nos veremos trabajando hasta los 75 años para percibir una pensión ridícula, que no cubrirá ni siquiera nuestras necesidades económicas más esenciales.

En medio de este contexto, y cuando parece que está más complicado el futuro de las pensiones, llega el “Movimiento FIRE” (Financial Independence and Retire Early -Independencia Financiera y Jubilación Temprana-). Sin parar de ganar adeptos en España (copiando la idea de países como Estados Unidos, Alemania o Reino Unido) viene con nuevas ideas para solucionar nuestro porvenir financiero. El movimiento surge en el momento en que el consumismo está más arraigado entre la población, animando a los jóvenes a ahorrar para poder dejar de trabajar, apostando por la austeridad y la generación de ingresos pasivos (aquellos que no requieren de una presencia física o una actuación directa) con el fin último de conseguir la independencia financiera.

9 de julio de 2020

Curva de Laffer


Los impuestos son una fuente fundamental de ingresos que disponen los Estados para llevar a cabo sus cometidos. La lógica dice que a mayores impuestos mayor será la recaudación, pero, en realidad, esa afirmación no tiene por qué repercutir necesariamente en un aumento de los ingresos fiscales. Los gobiernos e instituciones tienen muy complicado saber en qué momento deben subir o bajar los impuestos para conseguir mayores niveles de recaudación hacendística.

En el otoño de 1970 cenaban juntos en un restaurante de Washington el jefe y el subjefe del gabinete del presidente Gerald Ford (Donald Rumsfeld y Dick Cheney, respectivamente), un periodista del Wall Street Journal (Jude Wanniski) y el economista de la Escuela de Chicago, Arthur Laffer. Conversaban sobre la situación económica del país y la necesidad o no de subir los impuestos con el fin de aumentar la recaudación. En un momento dado, Laffer, tomó el control de la conversación al espetar que el Estado, para aumentar la recaudación, debería reducir los impuestos en vez de subirlos. Los políticos y el periodista discreparon de inmediato ante semejante propuesta soltando una carcajada al unísono. El economista, al no tener un papel a mano, tomó su servilleta de tela blanca y en ella esbozó la conocida Curva de Laffer, en forma de campana, para explicar de forma esquemática, en un eje de coordenadas cartesianas, la relación entre el Tipo Impositivo y los Ingresos Fiscales, y cómo el aumento de los impuestos no produciría el resultado esperado, es más, provocaría el efecto contrario: una reducción de los ingresos. Con ese dibujo plasmado en una servilleta (la cual se exhibe actualmente en el Museo Nacional de Historia Estadounidense de Washington) Laffer fue capaz de explicar su teoría que, a todas luces, iba en contra de la lógica económica de la época.

6 de julio de 2020

Mochila Austriaca vs. Cuentas Nocionales


Cualquier encuesta que se precie, a la pregunta sobre qué nos preocupa a los españoles, saldrá una amplia mayoría que responda con su incertidumbre sobre la viabilidad futura del Sistema Público de Pensiones tal y como lo conocemos hoy en día, proponiendo, eso sí, a su medida, que se acometan cambios sin que nos afecte mucho con el fin de adaptar el sistema a la transformación demográfica y social que se está llevando a cabo en nuestro país.

Los cálculos que hacen los expertos no generan mucho optimismo que digamos. Dicen que para el 2050 se esperan 15 millones de pensionistas. Usando el sistema actual de reparto, se necesitarían más de 28 millones de cotizantes a la Seguridad Social para asumir, sin demasiadas dificultades, el pago de las pensiones tal y como las conocemos hoy. A tenor de las citadas cifras, nuestro Sistema de Pensiones está abocado, sin remedio, a una merma sustancial en la cuantía de reparto a cada pensionista para descartar su quiebra técnica. Con el fin de evitar ese futuro tan drástico y no imposible que nos espera, constantemente se están planteando nuevas medidas para, según se pueda, irlas implantando con el consiguiente consenso entre los diferentes actores que intervienen en el proceso. Todas esas medidas pasan por el aumento del ahorro complementario, bien sea público o privado, de cara a la futura jubilación. Tal es el caso, que ya nos hemos familiarizado con los tecnicismos que trae causa esta entrada.

2 de julio de 2020

Los CDS, otra forma de medir la Prima de Riesgo


Los CDS (Credit Default Swaps) son otra forma de medir la Prima de Riesgo de un país. Se les conoce también con el nombre de Permuta de Incumplimiento Crediticio pues no son más que una operación financiera de cobertura de riesgos. Es decir, un seguro: se paga una prima a cambio del aseguramiento de un riesgo.

Se materializan mediante un contrato bilateral entre un comprador y un vendedor de protección. El comprador paga una “prima” y el vendedor cubre el crédito asegurado en caso de falta de pago (default). Es decir, el riesgo se trasfiere del comprador al vendedor del CDS. Hasta aquí, igual que un seguro convencional. La diferencia fundamental está en que el comprador del CDS no es el dueño del bien asegurado; puede serlo, pero lo normal es que no lo sea. Estos contratos se negocian en los mercados OTC (Over the Counter), es decir, en mercados no organizados y aquí surge el primer problema serio. Como el comprador no es el dueño, está deseando que se cumpla la falta de pago para así hacer responsable al CDS y obtener un beneficio. Con un ejemplo se ve mejor.