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5 de mayo de 2025

Cuando todo falla, el efectivo responde: una defensa necesaria en la era digital

Foto by pixabay.com

Vivimos en una sociedad en la que la tecnología ha penetrado en cada rincón de nuestras vidas. La digitalización de los pagos es, sin duda, uno de los avances más visibles de esta transformación. Hoy es perfectamente posible comprar el pan con un reloj inteligente, enviar dinero a un amigo con un par de toques en el móvil o gestionar todas las finanzas personales sin necesidad de visitar una sucursal bancaria. La comodidad y rapidez que ofrecen estos métodos ha hecho que, para muchos, el dinero en efectivo parezca una reliquia del pasado.

Sin embargo, por más avanzada que sea la tecnología, no hay sistema infalible. Basta con que se caiga una red de telecomunicaciones, se produzca una interrupción eléctrica, falle una plataforma de pagos o un ciberataque afecte a un banco para que todo ese entramado brillante y eficiente quede inservible. Y cuando eso sucede, lo único que sigue funcionando sin necesidad de conexión, batería, software o autorización remota es el viejo y confiable dinero en efectivo.

11 de abril de 2023

Diferencias de pensamiento entre las clases sociales

Foto by pixabay.com
Son varios los parámetros que determinan a qué clase social se pertenece, pero será el nivel de ingresos y el poder adquisitivo quien determine a qué clase social se pertenece. Desde un punto de vista simplista y basado en las características financieras se reconocen tres tipos de clases sociales:

Clase baja: se corresponde con las capas más desfavorecidas de la sociedad, siendo sus ingresos inferiores al 30% de la renta media. Las personas que integran esta clase social tienen serios problemas para acceder, por ejemplo, a una vivienda debido a su bajo poder adquisitivo.

Clase media: a su vez se subdivide en clase media/baja y clase media/alta. Es la más abundarte y se corresponde con aquella población que pueden acceder a bienes en propiedad con cierta solvencia. Poseen un poder adquisitivo tal que les permite vivir con cierta holgura dependiendo de la diversificación geográfica. El sueldo oscila entre el 30% por debajo de la renta media y hasta un 150% por encima.

Clase alta: también existen varias categorías, pero de inferioridad numérica con respecto a las otras clases. La componen personas con alto y muy alto poder adquisitivo, con una elevada capacidad de adquisición de bienes. Sus ingresos están por encima de un 150% de la renta media.

15 de noviembre de 2022

"La Riqueza de las Naciones" de Adam Smith

No pongo en duda que el pensamiento económico naciese con la humanidad, pero lo que sí tengo claro es que no será hasta el siglo XVIII cuando se desarrolle como disciplina científica. En ese siglo, en Escocia, tuvo lugar un movimiento cultural denominado la Ilustración Escocesa y que se caracterizó por ser uno de los principales focos de la Europa de la época. Esa cultura sale del país mediante la multitud de obras escritas y por la propia emigración de escoceses a América que se llevarán consigo esas ideas, posteriormente utilizadas por los fundadores de los Estados Unidos de América. Entre todo ese desparrame y desbordamiento de cultura, aparece Adam Smith como el primero y más ilustre de la disciplina económica.

Adam Smith (1723-1790) fue profesor, filósofo, pensador, escritor y economista. Considerado como uno de los representantes de la Ilustración Escocesa, ha pasado a la posteridad como uno de los mayores contribuyentes a la ciencia económica. Aquí, tengo que matizar que Smith no fue únicamente economista, pese a su gran contribución a la materia, porque, en su tiempo, la economía no era una disciplina independiente.

8 de febrero de 2022

¿Qué es la Libertad o Independencia Financiera?

La expresión “vivir de las rentas” forma parte del imaginario colectivo desde hace décadas. Representa la aspiración de una vida sin depender del trabajo diario, financiada por los ingresos generados por el patrimonio acumulado. Sin embargo, ese deseo suele quedar en una declaración de intenciones para muchos. En los últimos años, el concepto ha ganado notoriedad gracias al auge de la divulgación financiera y al empuje de movimientos como el FIRE (Financial Independence, Retire Early. En español, Independencia Financiera, Jubilación Temprana), que promueven alcanzar la llamada libertad financiera o independencia financiera a edades tempranas mediante el ahorro intensivo y la inversión constante.

Uno de los divulgadores más conocidos en popularizar esta idea fue Robert Kiyosaki, autor de Padre Rico, Padre Pobre, quien sostiene que cualquier persona puede lograr la independencia financiera si adquiere los conocimientos adecuados. En la misma línea, el legendario inversor Warren Buffett ha afirmado que, si alguien gasta sistemáticamente menos de lo que gana e invierte con sentido común, acabará acumulando riqueza sin remedio.

2 de noviembre de 2020

El dinero también sirve para comprar tranquilidad

El pasado 31 de octubre, de una forma prácticamente desapercibida, se celebró el Día Mundial del Ahorro. Esta iniciativa, instituida por el Congreso Internacional del Ahorro en 1924, pretende movilizar a la ciudadanía hacia una mejor planificación de las finanzas personales y familiares intentando desarrollar una mayor consciencia de que el consumismo desmesurado no es compatible con el ahorro. En nuestro país, esta iniciativa no ha tenido demasiado eco, atribuyéndolo los expertos a que se celebra en las vísperas de un día festivo de gran arraigo popular como es el día de Todos los Santos y, de forma mediática, tampoco tiene demasiada importancia al diluirse entre la noticia del cambio horario y de cómo este hecho influye en el ahorro energético. El caso es que ese día, en Twitter, apenas si había alguna pequeña referencia con el hashtag #DíaMundialDelAhorro o #DíaDelAhorro.

La capacidad del ahorro es inversamente proporcional al gasto: a mayor gasto, menor ahorro. Una buena prueba de ello la tenemos con el aumento de la tasa de ahorro justo cuando la crisis nos azotó con más virulencia; según ha ido llegando la recuperación económica el ahorro de las familias se ha ido reduciendo en la misma proporción que ha ido aumentando el gasto. Ahora, en época de pandemia, con el confinamiento, la capacidad de ahorro no ha aumentado, lo que ha ocurrido es que ha disminuido la capacidad de consumo. Ese ahorro latente se convertirá en consumo en cuanto finalice el periodo de confinamiento, por eso no se puede considerar “ahorro para el futuro” como tal. Tanto es así, que la tasa actual del ahorro en España es cuatro puntos inferior a la media europea.