Financieramente hablando, el ser humano, a lo largo de su
vida, va pasando por diferentes etapas requiriendo en cada una de ellas una
serie de necesidades económicas diferentes. Atendiendo a la edad, la segunda y
tercera fase van desde los 19 hasta los 45 años. En ellas se comienza a decidir
el futuro económico, el crecimiento profesional y el aumento del patrimonio
familiar. Como saben, el principal elemento de ese patrimonio es la vivienda habitual,
llegando a convertirse en el bien más esencial. Sin embargo, el Mercado
Inmobiliario no se lo está poniendo fácil a los jóvenes que están comenzando su
etapa laboral, ni a los que ya la tienen un tanto consolidada debido a los
prohibitivos precios del alquiler y la falta de ahorros e ingresos para hacerle
frente a una hipoteca. La banca, todo hay que decirlo, tampoco se lo está
poniendo demasiado accesible.
Los jóvenes no encuentran más que inconvenientes a la hora
de acceder a una vivienda, tanto por el camino de la compra como por el camino
del alquiler. Parece como si el Mercado Inmobiliario se desentendiese de ellos:
por el lado del alquiler, se están encontrando con unos precios poco asequibles
que los hace alejarse de ese Mercado, sobre todo en el centro de las ciudades.
Por el lado de la compra, todavía está más complicado: los salarios son bajos,
no disponen de ahorros y los bancos bajo esas mimbres no están dispuestos a
asumir los riesgos de impago de antaño. La concesión de un préstamo hipotecario
está sujeta a una serie de condiciones más o menos idénticas en todas las
entidades. La primera condición pasa por tener unos ahorros equivalentes al 30%
(10% para gastos y 20% para el pago inicial de la vivienda) del precio de la
vivienda debido a que la banca se limita a cubrir únicamente hasta el 80% del
valor de compraventa. Los ingresos recurrentes es otra de las condiciones sin
la cual no hay préstamo. Si la nómina individual no es suficiente, habrá que
pedir la hipoteca conjunta con otro titular o tirar de los siempre efectivos
avales o garantes. Nada que decir sobre que el trabajo sea estable y con cierta
antigüedad, así como un historial crediticio totalmente limpio.