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28 de octubre de 2025

La paradoja de la Renta Fija: por qué sube y baja cuando lo hacen los tipos de interés

En el imaginario colectivo, la renta fija ha sido durante décadas sinónimo de seguridad, estabilidad y previsibilidad. Quien adquiría un Bono del Estado, una Letra del Tesoro o una Obligación corporativa esperaba recibir, a cambio de su inversión, una rentabilidad predecible en forma de intereses periódicos y la devolución del capital al vencimiento. Sin embargo, esta percepción, aunque válida en determinados contextos, se desdibuja cuando se comprende que la “fijeza” de la renta fija no implica inmutabilidad en su valor ni certeza de rentabilidad en cualquier momento del tiempo. Porque la realidad es que la renta fija no es tan fija como su nombre sugiere.

¿Qué es realmente la renta fija?

La renta fija es una categoría de activos financieros que incluye productos como bonos, obligaciones o letras, emitidos por gobiernos, empresas u otras entidades con el objetivo de financiarse. A cambio, el inversor recibe pagos periódicos (cupones) y, al vencimiento del título, la devolución del importe prestado (valor nominal).

Hasta aquí, todo parece “fijo”: la rentabilidad se conoce de antemano (si se mantiene hasta el vencimiento) y el capital se recupera, salvo impago. Pero la clave está en esa última condición: si se mantiene hasta el vencimiento. Y es aquí donde entra en juego la mecánica del mercado secundario y la influencia determinante de los tipos de interés.

3 de junio de 2025

Vender lo bueno y aguantar lo malo: el sesgo conductual que arruina carteras de inversión

Foto by pixabay.com
En el ámbito de la inversión financiera, algunos de los errores más costosos no provienen de la ignorancia o de una mala selección de activos, sino de un factor mucho más difícil de controlar: las emociones humanas. A pesar del avance en herramientas, formación y análisis, la psicología sigue desempeñando un papel crucial —y a menudo perjudicial— en la toma de decisiones. Uno de los sesgos más frecuentes y destructivos en este terreno es el llamado efecto disposición, un fenómeno ampliamente estudiado dentro de la economía del comportamiento que lleva a los inversores a desprenderse prematuramente de los activos ganadores y a conservar en cartera aquellos que acumulan pérdidas.

Este comportamiento irracional ha sido documentado en numerosas investigaciones académicas desde que fue definido en los años 80 por los economistas Hersh Shefrin y Meir Statman. A pesar del tiempo transcurrido, su vigencia es absoluta, y continúa lastrando los rendimientos de millones de carteras en todo el mundo.

11 de junio de 2024

La máquina del dinero

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La ley del mínimo esfuerzo se basa en la facilidad que tenemos para intentar obtener el máximo beneficio utilizando el menor tiempo y esfuerzo posible. Si en la antigüedad, el invento de la rueda transformó la forma de hacer las cosas, ahora llega la Inteligencia Artificial (IA) con plena predisposición a cambiar el mundo. Los que quieren construir la máquina del dinero descubren que la tecnología no siempre funciona según lo previsto y, de momento, no son capaces de batir al Mercado porque las finanzas tienen sus propios retos.

La quimera de todo inversor es elegir los activos financieros más rentables con el fin de batir al Mercado. Y aquí entra un nuevo actor: la Inteligencia Artificial, que por ahora tiene pendiente la capacidad de construir una cartera de inversión que roce la perfección. En otros ámbitos, la IA está dando muy buenos resultados, pero no así en la rentabilidad que es capaz de conseguir para las carteras de inversión. En finanzas se puede tener mucho éxito con sólo ser un poco mejor que el 50%. Por esta razón, los defensores de la IA no persiguen grandes rentabilidades, sino que les basta con conseguir una ligera ventaja con respecto a la mayoría. La IA será usada para que los ordenadores se entrenen con cantidades ingentes de datos para llevar a cabo tareas concretas. Este aprendizaje intentará conocer todos los patrones del Mercado para decidir cuándo es el momento más idóneo para ejecutar una operación. De esta forma, la IA se da por supuesto que revolucionará el mundo de la inversión.

26 de octubre de 2023

El Robo Advisor: un servicio de gestión financiera automatizada

Las finanzas forman parte de la vida de toda persona para cualquier actividad que desee realizar. Siempre ha sido necesario conocer a fondo la situación financiera familiar, pero, en el fondo, todo depende de la capacidad de manejar las finanzas personales. En el caso de que esta actividad no sea posible realizarla por nuestros propios medios, no solo por la variedad de posibilidades, sino por el esfuerzo que implica la planificación y la monitorización del dinero constantemente, existe la figura del asesor financiero. Pero, la tecnología también ha llegado al mundo de la inversión de la mano del “Robo Advisor” o Asesor Robotizado.

Un Robo Advisor es un servicio de gestión financiera automatizada. Las inversiones son seleccionadas por una máquina en base a unos algoritmos previamente programados según el perfil de riesgo del cliente, sustituyendo, en gran medida, al asesor financiero tradicional. Paralelamente, un equipo de personas es el encargado de seleccionar los activos financieros que van a formar parte de cada estrategia, que serán las que nutran de información al Robo Advisor para que cree las diferentes carteras de inversión ajustadas a cada perfil de riesgo. Este enfoque combina la tecnología avanzada con estrategias de inversión para ofrecer asesoramiento financiero automatizado y accesible. En esencia, utiliza algoritmos y software para analizar la información financiera de los clientes y, en función de sus objetivos y tolerancia al riesgo, recomienda una cartera diversificada de inversiones. Estas carteras suelen incluir una mezcla de acciones, bonos y otros instrumentos financieros.

28 de febrero de 2023

Invertir según las etapas de la vida financiera

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Decía, en una entrada anterior, que el ser humano, en cada una de las etapas de su ciclo vital, necesita de unas necesidades financieras diferentes. Cada etapa por la que se vaya pasando requiere de unas necesidades financieras diferentes que influirán de una forma directa a la hora de tomar cualquier decisión de inversión.

Etapa de formación.

Las necesidades de inversión no van más allá de una cuenta corriente o algún que otro producto de inversión sin demasiada trascendencia, pero en ella sí se forja el comienzo de toda una vida financiera.

Etapa de independencia.

En esta etapa es en la que se consigue la independencia financiera, en la que comienza a existir la necesidad de contratar los primeros productos financieros y hacer las primeras inversiones.

11 de octubre de 2022

Octubre, mes de las capitulaciones bursátiles

Haciendo uso de la hemeroteca se descubre que el mes de octubre y los Mercados Financieros nunca han sido buenos amigos. Este mes ha sido testigo de las grandes capitulaciones financieras que se han registrado a lo largo de la historia, ganándose la fama de “temeroso” al producirse en él los mayores crash bursátiles de la historia. Un estudio sobre el S&P 500, entre el 1950 y el 2021, revela que octubre es el mes más volátil del año, ofreciendo las mayores fluctuaciones de todo el ejercicio.

El otoño es época de recoger la cosecha y los inversores si no lo tienen muy claro se resienten y hacen que los mercados se pongan en su sitio. Si alguno de los engranajes de la complicada maquinaria financiera no está en su lugar adecuado, se desmonta hasta donde haya que desmontar para atacar el foco del mal funcionamiento. Una vez aclarada la situación, ya veremos si, al tocar fondo, se inicia a partir de ahí un cambio de ciclo al alza.

5 de abril de 2022

El trance de pasar de Ahorrador a Inversor

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Los españoles, en general, tenemos más de ahorradores que de inversores y esa estrategia, en un entorno de bajos tipos de interés y alta inflación, sale bastante cara debido a la constante pérdida de poder adquisitivo para todo ese ahorro acumulado. No olvidemos, que, según las encuestas realizadas, más de la mitad del ahorro de todas las unidades familiares está en productos cuyo riesgo es ínfimo, lo que hace que no se consiga ningún rendimiento. Y lo peor no es eso, lo peor es que la amenaza de la inflación sobrevuela los ahorros acumulados haciendo que el interés real que recaiga sobre ellos sea negativo. Por esta razón, al patrimonio personal hay que prestarle la atención precisa para que no quede en ningún momento desatendido, dejando de tener sentido canalizar el ahorro a través de productos de inversión que hace ya bastante tiempo dejaron de ser rentables. Todo el ahorro que en el pasado no haya ofrecido un rendimiento superior a la inflación solo ha supuesto una merma del poder adquisitivo. Habrá que dejar el camino del ahorrador que antaño tantas satisfacciones dio a los ahorradores convencionales y habrá que coger el camino del inversor para no sacrificar los posibles rendimientos futuros. Ha llegado el momento de concienciarse de que el dinero tiene la obligación de trabajar para nosotros en productos diferentes a los depósitos, cuentas, pagarés o Letras del Tesoro porque ya no son una solución que aporte rentabilidad positiva sin riesgo ni esfuerzo. La cultura financiera y la aversión al riesgo (posibilidad de obtener un resultado diferente al esperado) son probablemente los dos factores más importantes que han llevado a esta situación.

Adentrarse en la aventura de pasar de ahorrador a inversor no es fácil en ningún caso, pero mucho menos si hay que hacerlo por necesidad. Por eso, todos los expertos recomiendan hacerlo con una cantidad inicial moderada para familiarizarse con los vaivenes de los Mercados Financieros por el impacto que produce en el patrimonio del inversor y, por supuesto, no caer en el pánico ante las habituales correcciones ni en la euforia de los también habituales momentos de subida.

8 de marzo de 2022

La Diversificación en una Cartera de Inversión

En el mundo de las inversiones, la diversificación es un concepto tan antiguo como vigente. Pocos principios se mencionan con tanta frecuencia y, sin embargo, se aplican con tanta superficialidad. Diversificar no es un eslogan ni una receta universal, simplemente es una filosofía de gestión que parte de una verdad sencilla y contundente: el futuro es incierto, y nadie tiene la capacidad de anticipar con exactitud qué ocurrirá en los mercados.

El principio de la prudencia en los mercados

Toda inversión nace de una hipótesis, una expectativa sobre el comportamiento de un activo en el tiempo. Pero esa expectativa, por muy fundamentada que esté, siempre está sujeta al error. Concentrar todo el capital en un solo valor o en un único sector es asumir que esa predicción se cumplirá al cien por cien, sin margen para lo imprevisto. Y lo imprevisto, en los mercados, no es una excepción, sino la norma.

Por eso, una cartera formada por un solo activo o excesivamente concentrada es, en esencia, una apuesta más que una inversión. La prudencia dicta que, si el futuro no puede conocerse con certeza, la mejor estrategia consiste en repartir el riesgo para que los errores no destruyan lo que los aciertos han construido.

La naturaleza del riesgo y la búsqueda de equilibrio

El inversor, por definición, busca la certeza, pero se ve obligado a convivir con la incertidumbre. El riesgo es inseparable de la rentabilidad, uno y otro son las dos caras de la misma moneda. Pretender obtener beneficios sin asumir riesgo es tan ingenuo como querer navegar sin mojarse.

La diversificación surge precisamente de esa realidad. No elimina el riesgo, pero lo redistribuye, lo organiza y lo vuelve soportable. De ese modo, el conjunto de la cartera no depende del éxito o fracaso de un único activo, sino del comportamiento combinado de varios. Es la diferencia entre tener un barco con un solo compartimento o con varios estancos: cuando uno se inunda, los demás mantienen a flote el conjunto.

Al diversificar, se renuncia a la posibilidad de acertar de lleno con la mejor inversión individual, pero a cambio se obtiene una mayor estabilidad. Y, en el largo plazo, esa estabilidad se traduce en supervivencia financiera.

La falsa polémica sobre la diversificación

No faltan voces que cuestionan la utilidad de diversificar. Algunos inversores célebres sostienen que la diversificación es una forma de confesar la propia ignorancia, un mecanismo de protección para quienes no saben escoger bien. La frase de Warren Buffett —“la diversificación es la protección contra la ignorancia. Tiene poco sentido para quienes saben lo que hacen”— suele citarse como argumento contra la diversificación.

Sin embargo, esta interpretación es parcial y, sobre todo, descontextualizada. Buffett nunca ha predicado la concentración absoluta; al contrario, su empresa de inversión, Berkshire Hathaway, es un ejemplo paradigmático de diversificación: posee participaciones en compañías industriales, aseguradoras, tecnológicas, de consumo y servicios, además de activos en renta fija y liquidez.

La clave está en entender que la diversificación no implica comprar sin criterio ni renunciar al análisis, sino reconocer los límites del conocimiento y aceptar que el error forma parte del proceso inversor. Ningún gestor, por brillante que sea, está libre de equivocarse. Por eso, diversificar es una muestra de humildad y, al mismo tiempo, de inteligencia práctica.

La arquitectura de una cartera bien construida

Diversificar no consiste en acumular activos sin orden ni concierto. Una cartera no se construye amontonando valores, sino diseñando una estructura coherente entre tipos de activos, sectores, regiones y horizontes temporales.

La renta variable ofrece potencial de crecimiento, pero también volatilidad. La renta fija aporta estabilidad y flujos predecibles. La liquidez proporciona flexibilidad para aprovechar oportunidades o cubrir emergencias. Los fondos de inversión permiten acceder a carteras diversificadas con menor capital. Los activos reales, como los inmuebles o las materias primas, pueden servir de cobertura frente a la inflación o los ciclos económicos adversos.

El arte está en combinarlos de manera que el comportamiento de unos compense el de otros. No se trata de tener muchos activos, sino los adecuados. Dos valores distintos pero muy correlacionados entre sí apenas aportan diversificación real. En cambio, incluir activos con comportamientos diferentes frente a los mismos estímulos de mercado reduce la volatilidad global y mejora el equilibrio entre rentabilidad y riesgo.

Riesgos diversificables y no diversificables

La teoría moderna de carteras distingue dos tipos de riesgos.
El primero es el riesgo sistemático, que afecta a todos los activos del mercado. Está determinado por factores macroeconómicos, políticos o financieros globales, como una recesión, una crisis de deuda o una subida generalizada de los tipos de interés. Este riesgo no puede eliminarse, solo gestionarse.

El segundo es el riesgo no sistemático o idiosincrásico, propio de cada empresa o sector. Una mala gestión, un cambio regulatorio o una pérdida de competitividad pueden afectar de forma específica a un activo concreto. Este riesgo sí puede reducirse y es precisamente ahí donde la diversificación demuestra su eficacia.

Diversificar, por tanto, no hace desaparecer el riesgo, pero lo transforma. Permite que los errores puntuales no comprometan el conjunto. La rentabilidad final de una cartera diversificada y la de una no diversificada pueden coincidir en términos absolutos, pero el riesgo soportado jamás será el mismo.

El binomio rentabilidad-riesgo y el papel de la disciplina

Una buena diversificación contribuye a mejorar el binomio rentabilidad-riesgo. En otras palabras, ayuda a obtener la mayor rentabilidad posible para un nivel determinado de riesgo, o a reducir el riesgo sin sacrificar en exceso la rentabilidad esperada.

Esta relación es el núcleo de toda gestión profesional. No se trata de ganar siempre más, sino de perder menos cuando el mercado gira en contra. El éxito en los mercados no se mide solo por los aciertos, sino por la capacidad de resistir los errores.

El principio de diversificación, además, introduce una disciplina mental que protege al inversor de sí mismo. Obliga a mantener la coherencia de la estrategia frente a la volatilidad emocional, a evitar decisiones impulsivas basadas en titulares o rumores, y a recordar que los resultados sostenibles se construyen con método, no con corazonadas.

La dimensión geográfica: diversificar también en el mapa

En la era global, la diversificación no puede limitarse a los tipos de activos o sectores. La diversificación geográfica es igualmente esencial. No basta con conocer dónde tiene su sede una empresa, lo verdaderamente relevante es dónde genera sus ingresos.

Una compañía europea puede depender en gran medida de la demanda asiática o americana, mientras que una estadounidense puede tener la mayor parte de su negocio en Europa o Latinoamérica. En este contexto, invertir únicamente en un país o región es una forma de concentración encubierta.

Además, invertir en distintos mercados introduce un componente adicional: el riesgo divisa. Las fluctuaciones en los tipos de cambio pueden alterar tanto las pérdidas como las ganancias. Este factor debe ser evaluado y, en su caso, cubierto, pero también puede convertirse en una fuente de diversificación adicional si se gestiona adecuadamente.

La economía mundial no se mueve al unísono. Mientras unas regiones crecen, otras se estancan. Aprovechar esa asincronía económica es una forma eficaz de suavizar los altibajos del ciclo global.

Diversificar con sentido: la importancia del horizonte y la gestión

Una diversificación efectiva debe adaptarse al perfil del inversor, a su horizonte temporal y a su capacidad de seguimiento. No es lo mismo gestionar activamente una cartera con veinte valores que delegar la gestión en vehículos diversificados.

Un exceso de posiciones puede ser contraproducente porque dispersa la atención, complica la supervisión y reduce la eficacia del control de riesgos. Por ello, diversificar con sentido no significa tener “mucho de todo”, sino “lo necesario de cada cosa”.

La gestión de una cartera debe ser dinámica. Los mercados cambian, los activos se revalorizan o pierden atractivo y los objetivos personales también evolucionan. Una diversificación bien diseñada permite ajustar sin perder el equilibrio general. Incluso mantener temporalmente una parte en liquidez puede formar parte de la estrategia ya que no invertir también es, en ocasiones, una decisión de inversión.

Diversificación, gestión y método

La diversificación no sustituye al análisis, pero lo complementa. Por muy sólida que sea una tesis de inversión, ningún análisis puede anticipar todos los escenarios posibles. La diversificación actúa como cinturón de seguridad frente a lo imprevisible.

En la gestión profesional de carteras, se apoya además en herramientas estadísticas como los coeficientes alfa y beta, que permiten medir el riesgo y el comportamiento relativo de los activos respecto al mercado. Sin embargo, los modelos son solo instrumentos: lo esencial sigue siendo la prudencia, el método y la coherencia con los objetivos iniciales.

Diversificar no es una garantía contra las pérdidas, pero sí un freno eficaz contra la ruina. Una mala inversión puede restar, pero una mala gestión del riesgo puede acabar con todo.

La prudencia como estrategia rentable

La diversificación es, en definitiva, el principio que diferencia al inversor disciplinado del jugador impulsivo. Su propósito no es eliminar el riesgo, sino hacerlo manejable; no es maximizar las ganancias inmediatas, sino garantizar la continuidad a largo plazo.

En los mercados financieros, quien diversifica no siempre gana más, pero casi siempre pierde menos. Y esa diferencia, acumulada con el tiempo, es la que separa el éxito sostenido del naufragio.

En un entorno donde la velocidad, la especulación y la inmediatez dominan, la diversificación sigue siendo una forma de sensatez. No promete milagros, pero ofrece algo más valioso: consistencia, estabilidad y capacidad de resistir.

Diversificar es, al fin y al cabo, el modo en que el inversor prudente cultiva su huerto financiero: sembrando en distintos terrenos, cuidando el conjunto y confiando en que la cosecha, aunque irregular, siempre llegará.


1 de marzo de 2022

Así funciona la compraventa de valores en los Mercados Bursátiles

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Las bolsas nacen casi de una manera espontánea facilitando las transacciones de capital entre compradores y vendedores. Una vez que ya están en funcionamiento constante no queda más remedio que darles una entidad legal para que las operaciones que en ellas se realicen gocen de validez jurídica. El funcionamiento de los mercados de compraventa de acciones, junto a su modo de operación, todavía es bastante desconocido para muchos de los ahorradores que tienen su dinero invertido en acciones de compañías cotizadas.

La Bolsa, definida en el artículo 64 del Código de Comercio de 1829 como un “lugar de reunión de comerciantes y agentes mediadores en donde se conciertan o cumplen las operaciones de contratación de activos mobiliarios”, es un mercado donde se negocian activos financieros poniendo en contacto a empresas y ahorradores con el fin de canalizar el ahorro y la financiación de la inversión a través de una organización regulada, ofreciendo seguridad jurídica y facilitando la accesibilidad a los participantes. A la Bolsa acuden, por tanto, las empresas (haciendo pública su situación financiera) que necesitan recursos monetarios para alcanzar sus objetivos (mercado primario) y los ahorradores que desean obtener una rentabilidad invirtiendo su dinero (mercado secundario). Al imperar la Ley de la Oferta y la Demanda, el precio de los productos financieros que en la Bolsa se negocian son precios objetivos al tener correspondencia directa con el valor que el propio mercado ofrece por ellos. También, las fluctuaciones bursátiles están influenciadas por los ciclos económicos y por las expectativas de futuro.

21 de diciembre de 2021

Los Impuestos en los diferentes Activos Financieros

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A la hora de depositar los ahorros en cualquier tipo de activo financiero, si no se tienen en cuenta los impuestos, es posible que la rentabilidad esperada difiera bastante de la real, hasta el punto de que una rentabilidad positiva se puede convertir en negativa al dejar fuera la ecuación de la variable fiscal. La primera noción a tener en cuenta es que, de la misma forma que no todos los productos financieros son iguales, no todos tributan de la misma forma, ni en el mismo momento.

La mayoría de los vehículos de inversión tributan en el IRPF, en la base del ahorro, a un tipo marginal que oscila entre el 19% y el 30% (19% hasta 6.000 euros, 21% entre 6.000 y 50.000 euros, 23% entre 50.000 y 200.000 euros, 27% entre 200.000 y 300.000 euros y el 30% a partir de 300.000 euros). El Fisco hace distinción entre rendimientos del capital mobiliario (rentas procedentes de elementos patrimoniales, bienes y derechos de los que el contribuyente es titular) y ganancias y pérdidas patrimoniales, pudiéndose compensar por separado y después ente sí, dentro de unos límites preestablecidos, de tal forma que las minusvalías obtenidas se pueden compensar con las plusvalías para que únicamente se tribute por las ganancias reales.

Los únicos productos financieros que tributan en la base general, a modo de rentas del trabajo, son los Planes de Pensiones, los Planes de Previsión Asegurados (PPA), los Seguros de Dependencia y algún que otro Seguro Colectivo.

23 de noviembre de 2021

La destreza de crear una Cartera de Activos Financieros

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Puede parecer sencillo, pero configurar una cartera de inversión (conjunto de activos financieros en los que se invierten los ahorros) por uno mismo, sin tener unos medianos conocimientos sobre finanzas, no es fácil ni recomendable. Por esa razón, hay profesionales que se dedican a la creación y gestión de patrimonios con el fin de obtener beneficios para sus clientes. Aun así, pocas veces se obtienen los beneficios que inicialmente se habían previsto obtener con un determinado escenario de inversión.

Crear una cartera de activos financieros con el fin de rentabilizar los ahorros no es comparable con el hecho de ir a rellenar un boleto de la primitiva en una administración de loterías, lleva consigo la acción de seleccionar una serie de valores con unas expectativas de crecimiento, basadas en el análisis fundamental o técnico, que permitan obtener una rentabilidad positiva, descontando la inflación, asumiendo un determinado riesgo que siempre deberá ser controlado a sabiendas de lo que uno puede asumir. Además, habrá que disponer de un cierto capital del que se sepa el plazo temporal que se puede prescindir de él, teniendo en cuenta la premisa, sin condiciones, de que el dinero empleado en la cartea será aquél que se sepa que no se va a necesitar en un futuro inmediato. Una cartera de inversión puede estar formada por todo lo que tenga que ver con el patrimonio particular, incluidos los ahorros personales.

17 de agosto de 2021

Los Dividendos no son siempre el mejor camino a seguir para entrar en Bolsa

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Cuando los tipos de interés campan a sus anchas por debajo del cero por ciento es necesario asumir una pizca de riesgo para conseguir algo de rentabilidad, aunque solo sea para batir a la inflación. El riesgo que menciono no viene sino de otro lado que de la Renta Variable.

El inversor doméstico español es conservador. Y es conservador porque viene de un pasado donde disfrutó de rentabilidades más que aceptables únicamente depositando su dinero en activos sin riesgo. Sin embargo, es consciente de que hay que asumir algo de riesgo, siendo inevitable pensar en la rentabilidad vía dividendos, pero los dividendos no siempre son seguros ni no siempre son recurrentes en el tiempo, poniendo como muestra la crisis económica que se está viviendo y que ha hecho que algunas empresas reduzcan su pay-out (porcentaje de los beneficios que una empresa dedica al pago de los dividendos) o directamente lo eliminen.

Siempre es mejor invertir en empresas cotizadas que hacen dinero con su negocio que en aquellas que atraen a los inversores por sus buenos dividendos

Una de las estrategias más clásicas a la hora de invertir en Bolsa es hacerlo en aquellas empresas que reparten dividendos, más aún si las empresas de intermediación financiera lo fomentan como una de sus grandes estrategias de cara a conseguir la tan ansiada independencia financiera, llegando, incluso, a hablarse ya de una burbuja desde el punto de vista del marketing coincidiendo con escenarios bursátiles bajistas. En esta bitácora ya he hablado de los Dividendos como una de las fórmulas más habituales de retribución al accionista, definiendo al Dividendo como la parte de los beneficios o reservas de una sociedad que se reparte entre sus accionistas y hacía mención a los diferentes tipos que existen.

20 de julio de 2021

Los Perros del Dow

Una de las estrategias más simples y sencillas, en lo que a inversión en los Mercados Financieros se refiere, es la que se conoce con el nombre de “Los Perros del Dow” (Dogs of the Dow).

En 1991, Michael O’Higgins fue el creador de esta simple estrategia que publicó en su libro “Beating the Dow” (Batiendo al Dow). Posteriormente fue difundida y popularizada por la revista estadounidense “Barron’s”. Tan popular se hizo que se creó una gran industria a su alrededor y se crearon varios fondos de inversión basados en esta sencilla estrategia. Tan buena fue en su momento que durante varios años batió en rentabilidad al Dow Jones, pero tanto se popularizó que dejó de funcionar debido a que sufrió tales transformaciones que perdió su eficacia.

1 de febrero de 2021

Gestión Activa vs. Gestión Pasiva

El debate entre los partidarios de la Gestión Activa y la Gestión Pasiva siempre está abierto, discutiendo si merece la pena que el inversor se desgaste en encontrar los mejores valores para su cartera, o si es preferible asumir que no se van a mejorar los resultados del Mercado si se dedica a invertir en carteras que repliquen un simple índice.

Los defensores de la Gestión Activa basan su argumento en que se pueden obtener mejores resultados que los índices cubriendo con creces los sobrecostes, ofreciendo un beneficio en términos de plusvalías a los inversores. Por el contrario, los defensores de la Gestión Pasiva basan su argumento en la dificultad de encontrar activos que sean capaces de superar el rendimiento que ofrecen los índices a los que pertenecen, por lo que no vale la pena pagar ciertos costes innecesarios para el inversor.

Aunque la filosofía de inversión de ambos productos es contraria, son capaces de complementarse a la hora de obtener los mejores resultados, teniendo en cuenta que las carteras pueden estar formadas tanto por activos bursátiles como por fondos de inversión.

25 de enero de 2021

Los coeficientes Alfa, Beta y Volatilidad

Los coeficientes Alfa, Beta y Volatilidad forman parte de los denominados indicadores cuantitativos cuya misión es cuantificar el riesgo de una inversión. Si bien el Alfa y la Beta son indicadores que sirven de referencia a los inversores más experimentados, no es motivo para que el inversor doméstico, particular o minorista no sepa qué función desempeñan, aunque no aporten la evolución exacta del activo financiero ya que se calculan a partir de datos históricos, en función del comportamiento que han tenido en el pasado junto a su Volatilidad.

Los tres indicadores son válidos para cualquier tipo de activo financiero: bien sea una acción, una cartera, un índice o un fondo de inversión, siendo una referencia que juntas indicarán si es recomendable o no entrar en un activo anteponiéndonos a los riesgos que se puedan contraer.

No enunciaré ninguna fórmula de cálculo para ninguno de los indicadores entendiendo que no son significativas ni representativas ya que sus valores se pueden obtener de cualquier página especializada en finanzas.

10 de septiembre de 2020

La cartera del mono


El método de entrada en los Mercados Financieros no es lo más importante, ni tampoco lo es el momento si el objetivo es una inversión a largo plazo. Sin embargo, la gestión de la cartera sí es de vital importancia debido a que se van retirando aquellos valores que peor se están comportando y conservando los que obtienen mejores resultados. Por otro lado, no todos los inversores y analistas opinan que la efectividad de los Mercados Financieros proviene de los análisis previos, sin ser efectivos a la hora de pronosticar los futuros movimientos de los activos, sino que los Mercados se mueven de una forma impredecible y aleatoria, aunque repliquen los ciclos económicos.

En los años 70, el economista y escritor Burton Gordon Malkiel, autor del libro “Un paseo aleatorio por Wall Street”, defendía la gestión pasiva (comprar un activo y mantenerlo en cartera) frente a la gestión activa (gestionar la compraventa de un activo con el fin de batir al Merado) postulándose a favor de que los precios de las acciones cotizadas reflejan toda la información disponible en el Mercado. De ninguna manera justificaba el cobro de comisiones por parte de los gestores al manifestar que los Mercados Financieros se mueven de forma aleatoria. Malkiel siempre ha mantenido que sin información privilegiada no era posible obtener más beneficios que el propio Mercado y afirmaba que un mono, con los ojos tapados y lanzando dardos sobre una lista de empresas cotizadas, generaría retornos similares o mejores a los de cualquier cartera de un analista.

10 de agosto de 2020

¿Qué es y cómo se hace un Índice Bursátil?

En cualquier faceta de nuestra vida nos encontramos con que la estadística forma parte de ella sin entender muy bien el cómo y el porqué. Alguien se ha molestado y ha creado un índice para hacer una medida estadística de algo, permitiendo analizar así los cambios que se producen en una magnitud cualquiera con respecto al tiempo o al espacio. Y en los Mercados Financieros, también.

De esta forma, nos encontramos con los Índices Bursátiles que están formados por valores de toda índole y agrupados según la característica para el que fue creado ese índice.

Los índices más importantes del mundo son el FYSE 100 londinense, el DAX 30 alemán, el CAC 40 francés, el IBEX 35 español, el DOW JONES y el NASDAQ 100 estadounidenses, el BOVESPA brasileño, el MERVAL argentino, o el NIKKEI 225 japonés. (El número indica la cantidad de empresas que lo componen).

¿Qué es un Índice Bursátil?

Un Índice Bursátil no es más que un indicador estadístico del movimiento de la cotización de unas determinadas acciones que cotizan en el Mercado y es representativo de un segmento de éste. Siendo sus funciones más importantes: indicador de la evolución de un mercado de valores, servir de referencia para la gestión de patrimonios y servir de subyacente para determinados instrumentos financieros.