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18 de enero de 2022

La Regla del 72

La primera cita que se tiene de esta regla, que sigue resultando de utilidad en la actualidad, data de hace más de 500 años. Aparece por primera vez explicada en el libro Summa de Arithmetica, publicado en 1494 y cuyo autor, el italiano Fray Luca Bartolomeo de Pacioli (1445 – 1517), fue un fraile franciscano, matemático, contador, economista y profesor, precursor del cálculo de probabilidades y reconocido históricamente por haber formalizado y establecido el sistema de partida doble (se basa en una doble anotación: el debe y el haber), que es la base de la contabilidad moderna.

El citado libro está catalogado como un completo resumen de las matemáticas del Renacimiento y se le considera el primer manual de contabilidad de la historia. Varios de los conocimientos descritos fueron ideados por Pacioli, otros de las escuelas indias e islámicas, pero no aclara el origen de la regla que trae causa esta enterada. Fue vendido por 1,2 millones de dólares en la casa de subastas Chistie’s de Nueva York.

La “Regla del 72” permite, a través de un simple cálculo, tomando como referencia el número 72, comprender de forma rápida y sencilla los beneficios del interés compuesto, así como proyectar la evolución de variables económicas. Con ella se puede determinar, de una forma muy sencilla y de manera aproximada, cuánto tiempo llevará duplicar un capital inicial. O, de forma inversa, saber la tasa de interés necesaria para, en un determinado periodo de tiempo, duplicar el capital. Siendo esta regla tan simple y útil, no son muchos los profesionales financieros que la conocen.

30 de noviembre de 2021

Sor Lioba Zahn, la monja inversora de la abadía alemana de Mariendonk

Foto by pixabay.com
El año 2016 se caracterizó, entre otras cosas, por un giro en la escena política, provocando un profundo impacto en la economía mundial. La decisión de los británicos, mediante referéndum, de abandonar la UE en junio y la elección de Donal Trump como presidente de los Estados Unidos en noviembre abrieron un nuevo escenario de incertidumbre.

Ese año, la Reserva Federal decidió comenzar con una subida gradual de tipos, mientras que el Banco Central Europeo los bajó hasta el 0%: Estados Unidos se recuperaba de la crisis, se acercaba al pleno empleo y ya empezaba a tener algunos problemas con la inflación; mientras, Europa seguía sufriendo tasas de desempleo demasiado elevadas y disfrutaba de estabilidad de precios. El caso es que por primera vez en muchos años el ciclo monetario en Estados Unidos era opuesto al de Europa. La volatilidad en los mercados bursátiles también se dejó notar viendo cómo unos valores no dejaban de subir mientras que otros se desplomaban hasta mínimos históricos. En ese sentido, ese año, parecía haber registrado un patrón diferente, con alzas continuas que solo se verían interrumpidas por fueres movimientos correctivos que apenas duraban unos días.

En noviembre de 2016 el The Wall Street Journal, periódico estadounidense enfocado hacia la economía y los negocios, se hacía eco de cómo unas monjas de la abadía alemana de Mariendonk (monasterio benedictino en Grefranth, distrito de Mülhausen, cerca de Kempen, en la diócesis de Aquisgrán), más concretamente la hermana Lioba Zahn, salvaron la economía de su convento invirtiendo sus ahorros en activos financieros.

6 de abril de 2021

El efecto Mateo

En esta bitácora, cuando hablaba de la Biblia como libro de enseñanza financiera, decía que era sorprendente que Jesús hablara más veces del dinero que del cielo y del infierno. Pues he aquí otro ejemplo de ello.

La expresión “efecto Mateo” proviene de la cita bíblica que aparece en la Parábola del Sembrador y en la Parábola de los Talentos del Evangelio de San Mateo (Mateo 13,12 y Mateo 25,29, respectivamente), en la Parábola de las Diez Minas del Evangelio de San Lucas (Lucas 19,26) y en la Parábola del Sembrador del Evangelio de San Marcos (Marcos 4,25): “porque a quien tiene, se le dará y sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará”.

Robert K. Merton (1910 – 2003), profesor de Sociología de la Ciencia en Harvard, en Tulane y en la Universidad de Columbia, dejando de lado lo eclesiástico de la cita bíblica, fue el primero que utilizó el concepto de “efecto Mateo” aplicándolo a la producción científica y explicándolo en su artículo The Matthew effect in sciencie publicado en 1968 en Science, teniendo un gran impacto y extendiéndose a otras disciplinas como la psicología, la educación, las finanzas… Decía Merton que un científico de nombre reconocido tendrá menos problemas para hacer valer sus investigaciones, sobre un determinado tema, que otro cuyo nombre y habilidades todavía sean desconocidas: tanto el éxito como el reconocimiento queda siempre relegado a una misma minoría privilegiada, dándose el caso que en la mayoría de las ocasiones los inventos científicos no se le atribuyen al que lo descubrió en primer lugar.

8 de octubre de 2020

A propósito del Día de la Educación Financiera

Todos los primeros lunes de octubre, se celebra, fomentado por la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) y el Banco de España, el Día de la Educación Financiera, esta vez bajo el lema “Educación para unas finanzas más seguras”, con el fin de concienciar a los ahorradores de la importancia que tiene ser poseedor de una cierta cultura financiera, evitando así que el patrimonio se vea vapuleado en las diferentes etapas de la vida monetaria de una persona. No nos olvidemos, que la prosperidad de un país depende de la prosperidad económica de cada uno de sus habitantes, al ser la ausencia de esta cultura una forma de exclusión social que camina por el sendero de la pobreza. Por eso, la celebración de este Día tiene como objetivo sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la educación financiera en la vida de los ciudadanos.

Uno de los pilares fundamentales de la sociedad moderna es el extenso periodo que cada individuo dedica a la formación escolar y profesional. A partir de ahí, los conocimientos adquiridos se intercambian por dinero a la hora de ejercer, por cuenta propia o ajena, un trabajo. Del peculio obtenido se llega al ahorro que, al no haber tenido una adecuada formación financiera en nuestra época de estudiante, no se sabe muy bien qué hacer con él, ni qué hacer a la hora de tomar ciertas decisiones monetarias que surgirán a lo largo de nuestra vida cotidiana. El dinero, nuestro medio de intercambio por excelencia, hace que las finanzas, sin quererlo, sean nuestras compañeras inseparables en los sueños y en los hechos. Nosotros, y no los economistas, seremos los gestores del patrimonio personal, siendo esa gestión la encargada de nuestro futuro y el condicionante de nuestro presente. Ya que las finanzas van a ser nuestras compañeras de viaje, no sería un despropósito si se incluyesen dentro del plan de estudios generales obligatorios, con el fin de adquirir unos conocimientos para hacer una gestión financiera adecuada de nuestros bienes al ser los errores dinerarios no solucionables. La mayoría de la sociedad española reconoce que no maneja bien su ahorro debido al desconocimiento de los diferentes productos de inversión que existen en el mercado. ¡Y eso que hemos pasado por una crisis financiera!, pero ni por esas. Si rascamos la superficie, parece que en algo se ha mejorado debido a que se le ha dado la razón a aquel dicho de antaño que decía que “la letra con sangre entra”. Hemos sufrido de lo lindo y, por la cuenta que nos ha tenido, algo hemos aprendido de la experiencia. Una adecuada formación financiera nos hubiese librado de muchos disgustos en el pasado y hubiera mejorado nuestra calidad de vida.