No digo nada nuevo afirmando que la Biblia es el libro más
importante que se ha escrito jamás y que tanto el mundo occidental como parte
del oriental, sin su existencia, serían muy diferentes de como los conocemos
actualmente. No digo, tampoco, nada nuevo afirmando que es uno de los libros
más leídos, copiado y traducido aun siendo ilegal su lectura o posesión en
algunos lugares. Es amado y odiado, es injuriado, es alabado y maldecido, ha
provocado guerras y ha hecho tambalear hasta al propio Imperio Romano. Sin
embargo, manteniéndome al margen de la creencia o no de las Escrituras
Sagradas, está lleno de enseñanza y sabiduría de toda índole, incluso
financiera.
Sorprende que Jesús hable del dinero más veces que del cielo
y del infierno. Más del 40% de las parábolas hablan de cómo manejar las
finanzas personales. Algunos estudiosos de la Biblia son economistas que
encuentran soluciones a los problemas financieros de hoy. Si se aplicasen los
principios de Dios, dicen, dejaríamos de tener deudas, a gastar mejor el
dinero, aumentaría el ahorro y seríamos más solidarios con quien lo necesita.
No nos olvidemos que según se maneje el dinero, puede ser una bendición o una
maldición.