El esfuerzo salarial que tiene que hacer un ciudadano medio
para comprar una vivienda ronda los 7,5 años de salario íntegro. En el caso de
los jóvenes, que apenas sobrepasan el SMI (Salario Mínimo Interprofesional), se
eleva a 14 años, siendo misión imposible si no se dispone de unos sólidos
ahorros iniciales. Ese panorama de cifras hace que los jóvenes se queden fuera
del Mercado y muy cerca de la incompatibilidad con el acceso a una vivienda.
Nunca fue
fácil adquirir una casa en la juventud por ser coincidente con los albores de
la vida laboral. Pero es que ahora es más difícil, rozando la imposibilidad,
principalmente porque las crisis se están encadenando una detrás de otra, lo
que da lugar a trabajos con salarios bajos. Por otro lado, la adquisición de
vivienda habitual ya no desgrava y las cuentas de ahorro destinadas exclusivamente
a la compra de una vivienda habitual han desaparecido. Este último punto se
puede pasar por alto porque existen en el Mercado Financiero otros productos
que pueden suplir con creces esa carencia, pero sobre el tema del ahorro y los
jóvenes prefiero no pronunciarme: creo que no son muy compatibles porque “no
pueden” y porque no quieren al estar más familiarizados con el consumismo.
La situación
laboral actual es más incierta y compleja que nunca. Hemos tenido que vivir una
situación de confinamiento que ha cambiado los hábitos laborales como jamás se
había visto. Los que han sido emprendedores recientemente han padecido como su
ilusión y su negocio se han caído al unísono. El personal laboral fijo de las
compañías internacionales ha sufrido en sus propias carnes como ningún empleo
es fijo eternamente. Los ERTES han sido una solución momentánea y moderada sin
tener muy claro el futuro que les espera a los que están inmersos en ellos. Aun
así, los jóvenes, mal que mal, se van incorporando al Mercado Laboral lo que
les confiere una cierta capacidad de pago ante el alquiler o el préstamo
hipotecario. En ese sentido, los expertos abogan por implementar el seguro de
crédito hipotecario con el fin de favorecer el acceso a la vivienda, como una
solución pasajera ante la falta de ahorro inicial.
La demanda
del alquiler en ciudades como Madrid, Barcelona y otras grandes ciudades de
España está cojeando debido, principalmente, al aumento desproporcionado de los
precios que, en algunos caos, superan el 50%. Los jóvenes entre 18 y 30 años se
han quedado fuera totalmente de este Mercado. Sin embargo, los de la siguiente
etapa financiera, los comprendidos entre las edades de 31 y 45 años, se han
decantado por la compra al tener una situación económica un poco mejor, aunque
necesiten ayuda familiar para la financiación. También la visión que tenían tan
positiva por el alquiler se está transformando para inclinarse hacia la compra.
No nos olvidemos que los ciclos económicos están ahí y la vivienda es uno de sus
principales activos. Para los que estén bien posicionados laboralmente, la
recesión económica se pone de su parte, sobre todo en el Mercado de la segunda
vivienda. Es ya sabido que en el ciclo bajista el demandante es el dueño del
Mercado Inmobiliario, mientras que el oferente no tiene más remedio que ponerse
a su disposición si quiere vender en un tiempo razonablemente corto.
España es un
país de propietarios, las encuestas lo avalan. Si se da a elegir entre comprar
y alquilar, más del 80% prefieren la compra. De esos encuestados, más del 60%
viven en una casa en propiedad, ya sea suya o de su familia. El principal
motivo para comprar una casa es el intento de creación de un hogar en el caso
de los más jóvenes. Por el contrario, los mayores de 50 años, que ya tienen
vivienda propia, su deseo de compra de vivienda es con miras a una inversión
para el futuro. Ya saben que el español medio siempre ha pensado en el ladrillo
como su modo preferido de inversión.
El alquiler sigue siendo la fórmula más elegida para esos jóvenes que quieren independizarse y para aquellos que aún no tienen establecido definitivamente su lugar de residencia. La flexibilidad que da el alquiler es lo que más valoran, sobre todo en los inicios laborales que no se tiene muy clara la estabilidad zonal ni si esa es la mejor oferta de trabajo. Aun así, esta solución pasa por la temporalidad para, en un futuro, ser propietarios de su propia vivienda.
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