Con la llegada de la primavera se activa el periodo de
liquidación del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) que este
año cumplirá 45 años desde su aprobación en las Cortes. Por aquel entonces, se
lanzó una campaña de gran calado entre la población, llegando incluso hasta
nuestros días, con el eslogan de Stanley Bendelac “Ahora Hacienda somos todos. No nos engañemos”. La campaña
intentaba concienciar al contribuyente de que era importante recaudar impuestos
para potenciar el estado de bienestar. Aun así, queda mucho por hacer a tenor
de que, según algunos informes, el fraude en el IRPF supone que se dejen de
recaudar más de 7.000 millones de euros debido a la economía sumergida. Mientas
medita este dato, recuerde que tiene una invitación para presentar la
liquidación del impuesto entre el 11 de abril y el 30 de junio.
La muerte y los impuestos son inevitables, pero siempre se
desea que lleguen lo más tarde posible. Es molesto pagar impuestos cuando
tienen un carácter confiscatorio, pero una buena parte del bienestar social se
consigue mediante ellos. Los contribuyentes siempre nos hemos quejado a la hora
de ponernos al día con el Fisco, pero nos consuela no vivir, por ejemplo, en el
siglo XI donde los campesinos, que no eran dueños de nada, tenían que pagar el
diezmo a la Iglesia, el arrendamiento al señor, los impuestos reales, las tasas
por usos y costumbres, etc. Al final, todo era miseria después de haberse
dejado la piel bajo el sol.