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La globalización ha traído, entre otras cosas, la
interconexión de las economías de todos los países, haciendo prosperar las relaciones
financieras entre ellos. Todas las transacciones económicas que se realizan
entre un país y los demás, en un período determinado (habitualmente un año),
formarán parte de un registro contable, a modo de libro mayor, que recoge toda
la información sobre ventas y compras de bienes y servicios, movimientos de capitales
y otros conceptos. Ese documento contable es lo que se denomina Balanza de
Pagos. Los datos ahí reflejados forman parte de un indicador macroeconómico que
indica fidedignamente cuál es la situación económica de un país de una manera
general, permitiendo conocer los ingresos que recibe del resto y los pagos que
realiza el país a los otros, mediante importaciones y exportaciones de bienes,
servicios, capital o transferencias en un periodo delimitado de tiempo. Su importancia
radica en la fotografía del momento, permitiendo analizar las relaciones entre
un país y el exterior donde se ve claramente si un país está en equilibrio
monetario relacionando sus ingresos con sus pagos.
La opción ideal sería que la Balanza de Pagos fuese igual a
cero. Pero puede ocurrir que los ingresos superen a los gastos, en este caso
estaríamos hablando de un superávit o, en el caso contrario, déficit. Los datos
siempre están referidos a todas las operaciones del país, sin importar si han
sido realizadas por el sector público o el privado, por las empresas o de forma
personal.