La aparición de Internet, junto con el surgimiento de las
nuevas tecnologías, todo ello aderezado con la globalización, hace surgir un
nuevo modelo empresarial transformando al existente con la creación de nuevas prestaciones.
De esta forma, se modifican los puestos de trabajo, los mercados, los servicios
y hasta el propio funcionamiento de la industria, llegando a una economía
disruptiva donde el cliente es investigado con el fin de resolver todas sus
inquietudes favoreciéndole su estado de bienestar.
La Economía Disruptiva, que lleva con nosotros bastante
tiempo, no es más que una serie de cambios abruptos que se producen en todos
los sectores influyendo en la transformación de la industria y en los sectores
más tradicionales. Ese impacto que está produciendo hace que el mundo cambie,
aunque se lleve por delante la parte más conservadora ante la renovación de
productos, tecnología, ideas y servicios.
Paralelamente, la tecnología disruptiva se convertirá en la
tecnología dominante o tecnología ‘alfa’, considerándose como la única
alternativa posible menospreciando cualquier estrategia que desee subsistir sin
subirse a su carro. La tecnología tradicional tiene que ceder renunciando a su
nicho para que las nuevas fórmulas vayan ocupando su puesto, consiguiendo
mayores cuotas de mercado. Un ejemplo muy ilustrativo es el desarrollo que ha
tenido la fotografía digital frente a la tradicional. La fotografía
convencional, con unos costes elevados de revelado, capituló ante a una
incipiente fotografía digital, de menor calidad de imagen, pero mucho más
asequible para aquellos con un menor poder adquisitivo. Poco a poco ha llegado
hasta hoy desbordando totalmente la fotografía del revelado con un aumento
considerable de la resolución, aparejado con unos menores costes y una gran
facilidad para el almacenamiento, convirtiendo a toda la sociedad en fotógrafos
capaces de captar cualquier instante, hasta el punto de que ya no queda lugar
en la tierra ni momento inoportuno que no esté inmortalizado.