Hace ya algún tiempo, leí la entrevista que una publicación
económica le hizo a un gestor de un mega fondo cuya política de inversión
estaba basada en la Renta Variable. Explicaba cómo, sin ningún tipo de escrúpulo,
era capaz de romper soportes o resistencias a su antojo, con la única intención
de equivocar al “pobre incauto inversor doméstico” y a los analistas técnicos,
para que entrasen o saliesen de los valores que él marcaba. De esta forma
conseguía mover las acciones para lucro del fondo que gestionaba. Si ese gestor
era capaz de hacer eso, pienso yo, los demás inversores institucionales también
lo podrían hacer pues, al mover cientos de millones, moverán el Mercado.
Efectivamente, así era, así es y, por desgracia, así será.
Lo anterior, que no deja de ser una realidad anecdótica dejando
al pequeño inversor como el perdedor del Mercado, me viene al pelo para hablar
del papel que les toca representar a los inversores domésticos, particulares o
minoristas. Ya lo he dicho alguna vez: les toca, simplemente, recoger las
migajas de los cadáveres que dejan tras de sí los grandes tiburones
financieros.