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Los
españoles, en general, tenemos más de ahorradores que de inversores y esa
estrategia, en un entorno de bajos tipos de interés y alta inflación, sale bastante
cara debido a la constante pérdida de poder adquisitivo para todo ese ahorro
acumulado. No olvidemos, que, según las encuestas realizadas, más de la mitad
del ahorro de todas las unidades familiares está en productos cuyo riesgo es
ínfimo, lo que hace que no se consiga ningún rendimiento. Y lo peor no es eso,
lo peor es que la amenaza de la inflación sobrevuela los ahorros acumulados haciendo
que el interés real que recaiga sobre ellos sea negativo. Por esta razón, al
patrimonio personal hay que prestarle la atención precisa para que no quede en
ningún momento desatendido, dejando de tener sentido canalizar el ahorro a
través de productos de inversión que hace ya bastante tiempo dejaron de ser
rentables. Todo el ahorro que en el pasado no haya ofrecido un rendimiento
superior a la inflación solo ha supuesto una merma del poder
adquisitivo. Habrá que dejar el camino del ahorrador que antaño tantas
satisfacciones dio a los ahorradores convencionales y habrá que coger el camino
del inversor para no sacrificar los posibles rendimientos futuros. Ha llegado
el momento de concienciarse de que el dinero tiene la obligación de trabajar
para nosotros en productos diferentes a los depósitos, cuentas, pagarés o
Letras del Tesoro porque ya no son una solución que aporte rentabilidad
positiva sin riesgo ni esfuerzo. La cultura financiera y la aversión al riesgo
(posibilidad de obtener un resultado diferente al esperado) son probablemente
los dos factores más importantes que han llevado a esta situación.
Adentrarse en
la aventura de pasar de ahorrador a inversor no es fácil en ningún caso, pero
mucho menos si hay que hacerlo por necesidad. Por eso, todos los expertos
recomiendan hacerlo con una cantidad inicial moderada para familiarizarse con
los vaivenes de los Mercados Financieros por el impacto que produce en el
patrimonio del inversor y, por supuesto, no caer en el pánico ante las
habituales correcciones ni en la euforia de los también habituales momentos de
subida.