Hacer un
presupuesto y gestionar los gastos mensuales es un propósito que, en la mayoría
de los casos, se comienza con mucha fuerza y, según va pasando el tiempo, ese
esfuerzo requerido, unido a la falta de constancia, se desvanece. Primero,
porque quizás no se obtengan los resultados obtenidos; segundo, porque el
tiempo que requiere es una tarea más en nuestra ocupada vida cotidiana y;
tercero, porque la fuerza de voluntad es limitada si no se elige bien en qué
emplearla.
El ahorro,
además de ser un objetivo casi unánime y siendo el paso previo para hacer que
las finanzas personales se conviertan en patrimoniales, aporta tranquilidad y
bienestar social al poner al margen las preocupaciones económicas del
presupuesto familiar. Sin embargo, al carecer de una cultura arraigada del
ahorro, se vive muy al día, haciéndonos vulnerables cuando el ciclo económico
es de recesión.