La inversión en vivienda ha sido
siempre algo que los españoles llevamos dentro, siendo para la mayoría, la
mayor inversión que realizará en su vida. Esa inversión adquirida con el fin de
buscar la rentabilidad por su propia revalorización o usando la vía del alquiler,
supone un gran desembolso inicial para el inversor doméstico, añadiendo la
dificultad de la falta de liquidez inmediata en el caso de que se quiera
deshacer la posición. Por todo eso, creo que los inversores particulares
estamos de enhorabuena ante la introducción en España, allá por el 2009, de las
SOCIMI (Sociedades
Anónimas Cotizadas de Inversión en el Mercado Inmobiliario) porque así se tiene más fácil el acceso al Mercado Inmobiliario. Con
este tipo de activos acompañados del precio de la vivienda y el alquiler por el
sendero alcista, las SOCIMI se han convertido en auténticas protagonistas
existiendo más de 70 cotizadas en la Bolsa española.
Estas sociedades de inversión están inspiradas en
los REIT (Real Estate Investment Trust) que
nacieron en EE.UU. con el objetivo de que las inversiones inmobiliarias a gran
escala fueran accesibles para el pequeño inversor. La fórmula para hacerse
partícipe de una de ellas no varía mucho de la inversión en cualquier otra
empresa cotizada, ya que se hace a través de la compra de acciones en el
Mercado de Valores.