Decía Oscar Wilde que “el cínico es el que
sabe el precio de todo y el valor de nada” y es verdad: diferenciar el valor del precio de un activo
financiero es uno de los pilares esenciales de la inversión debido a que, con mucha más frecuencia de lo que se piensa, no se
distingue un activo caro de otro barato porque se atiende únicamente a su
precio. Cuando un activo, cualquiera, ha perdido valor para el Mercado, se
refleja directamente en el precio de su cotización. Por consiguiente, cuando un
inversor paga por una acción un precio superior al de cotización, ese precio
que está dispuesto a desembolsar está por encima del valor de Mercado. Adam
Smith lo deja muy claro con su famosa paradoja del agua y los diamantes: “el
agua es más valiosa que los diamantes, pero inmensamente más barata”. Así,
cuanto más valor se le dé a algo, más se estará dispuesto a pagar por él.
Por lo tanto, el precio y el valor van por el
mismo camino, pero no de forma paralela, por eso no siempre serán equitativos
el uno con el otro. En los Mercados Financieros, habitualmente, el precio de
cotización de las acciones no se ajusta al valor real de la compañía.