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En definitiva,
hace acopio de los procedimientos propios de la ingeniería tecnológica e
industrial y los adapta a las finanzas para que los activos financieros estén
engarzados a las nuevas tecnologías, creando y gestionando nuevas formas de
hacer finanzas con el fin de introducir estrategias que diversifiquen el riesgo
y favorezcan las bases de la especulación, reestructurando el perfil de las
finanzas existentes y consiguiendo otros perfiles con unas propiedades
renovadas y más rentables y, cómo no, sin olvidarse de generar un aumento de la
productividad financiera del negocio empresarial. Para poder realizar todos
estos procesos, se lleva al máximo extremo la teoría financiera utilizando
modelos matemáticos complejos acompañados de la programación informática y así
poder tomar decisiones más acertadas de inversión, cobertura y gestión de los
diferentes activos financieros. Poco a poco, sus garras han llegado hasta
cualquier entidad bancaria e intermediario financiero.
La ingeniería
financiera moderna, también denominada finanzas matemáticas o finanzas
computacionales, está formada por opciones, futuros, contratos a plazo, CDS
(Credit Default Swap y swaps (permutas financieras), dando lugar a estructuras
financieras cada vez más complejas.
El ingeniero
financiero debe de tener una sólida formación en los Merados Financieros,
manejar los cálculos de probabilidad, estadística, investigación, simulación,
riesgos, diferenciales y el software específico de ingeniería. A partir de ahí,
su empleabilidad pasa por el sector bancario, empresas de consultoría y gestión
de la tesorería, en compañías de seguros, empresas de gestión de activos y
fondos de inversión.
Las
aplicaciones más básicas de la Ingeniería Financiera son: arbitraje (obtención
de márgenes reducidos cuando los precios no se corresponden con las pautas establecidas),
cobertura (eliminación del riesgo tomando una posición opuesta a la inversión
inicial), especulación (se caracteriza por un elevado grado de apalancamiento
creando estrategias complejas buscando unos resultados rápidos) y
estructuración (reestructuración de las características de las transacciones).
La
innovación, en cualquiera de sus ámbitos, lleva consigo una serie de
consecuencias, y en temas financieros tampoco es diferente. Ha provocado una
reducción importante de costes tanto de gestión como de transacción, consiguiendo
que el riesgo se comparta de forma efectiva optimizando, a su vez, la asignación
de recursos y obligando a redefinir la política monetaria y la supervisión del
sistema financiero.
La Ingeniería
Financiera también tiene una cara oculta que roza las malas prácticas y una
ética más que dudosa, aunque se haga de una forma adaptada a la legalidad. Tal
es el caso cuando se utiliza para crear y comercializar productos financieros
de alta complejidad no aptos para todos los ahorradores/inversores. Maquillaje
de las cuentas empresariales. Utilizar los paraísos fiscales con complejos
entramados empresariales con el fin de evitar el gravamen de los impuestos
locales. O, por ejemplo, usarla con fines estratégicos para el ahorro fiscal.
Todavía resuena, y a algunos ahorradores les crea escalofríos, cuando oyen hablar
de las acciones preferentes o las hipotecas subprime.
La tecnología
no para de avanzar y en el ámbito de las finanzas el fin es encontrar
instrumentos que permitan rentabilizar los ahorros y encontrar fórmulas más
eficientes para la cobertura de riesgos. Aquí es cuando las entidades
financieras usan la ingeniería para diseñar nuevos productos y reciclar las viejas
estructuras ante los nuevos modelos de inversión.
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