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El refranero
español y la cultura popular están cargados de dichos y relatos con moralejas
muy similares a la que acuña esta fábula. La enseñanza que entraña puede ser
aplicada a múltiples facetas de la vida, incluidas las finanzas. No cabe duda de
que una parte muy importante de las finanzas es todo lo relativo al ahorro y al
trabajo y, dentro de las finanzas personales, una de las partes más importantes
es la que se dedica al ahorro de una parte de los ingresos ordinarios,
especialmente cuando la situación es favorable, para, en los tiempos difíciles,
disponer de una reserva. No he dicho nada nuevo, pero la mayoría de las
personas, sabiéndolo, gastan los ingresos recurrentes pensando que la forma de
ahorrar es lo que sobra del gasto
La
estabilidad financiera de los hogares es un trabajo que requiere dedicación
diaria. No preocuparse por el futuro financiero, quizás porque no tengan muchas
ganas de trabajar o porque no les importe el mañana, es un grave error que
provocará un desmoronamiento en la construcción del futuro personal y familiar.
Planear el “por si acaso” supone renunciar a algún que otro capricho, pero con
la particularidad que ese pequeño esfuerzo progresivo reconfortará con buenas
recompensas.
El presente
no hay duda de que hay que vivirlo, pero pensando en el futuro que se comienza
a construir hoy. Yo, que provengo del mundo rural, siempre vi como en el verano
se llenaban los pajares y en el invierno las bodegas, generando una reserva del
sustento para el resto del año. La formación y el ahorro no son más que una
acumulación para el día de mañana. Nos encanta pedirle prestado dinero a nuestro yo futuro, pero no tanto hacerle regalos (llámense inversiones).
El invierno
es representado en la fábula como el periodo en el que se necesitará todo lo
que se ha acumulado en la despensa. El ciclo vital de las personas no es
diferente: la primavera es la infancia, el verano la juventud, el otoño la
etapa de madurez y el invierno la vejez. El futuro financiero pasa también por esas mismas etapas: en la infancia, la enseñanza nos transportará al mundo
laboral de la juventud; la edad adulta es la parte del ciclo vital donde se
produce la acumulación para el disfrute de la edad dorada. El futuro financiero depende de nosotros mismos, no del gobierno de turno que únicamente intervendrá
de una forma subsidiaria y marginal. Y lo estamos viendo. No digo que haya que
trabajar hasta que el cuerpo aguante, pero sí hasta conseguir los suficientes
activos que permitan una tranquilidad financiera que no proporcionará la
pensión pública.
La hormiga
guardaba sus provisiones en su despensa. Para nosotros es también de vital
importancia dónde se deposita el dinero ahorrado. Meter el dinero debajo de las
baldosas de la cocina no es una buena solución por dos motivos: porque la inflación
es el impuesto silencioso de los ahorros y porque el dinero que se saca del
movimiento del mercado influye en el desarrollo de la economía. Por eso, saber
invertir adecuadamente el ahorro hace que este trabaje para nosotros, siendo el
garante de la protección ante determinadas circunstancias que se puedan
resolver con dinero. El mercado está plagado de productos donde se puede
destinar el ahorro, aunque es importante saber que ninguna inversión está
exenta de riesgo. Por eso es necesario estudiar todas las posibilidades y
elegir la mejor opción que se adecúe a nuestros objetivos de riesgo-rentabilidad
y el horizonte temporal.
Existen miles
de excusas para justificar la falta de previsión, pero ninguna será válida si
no hay una predisposición real a ejecutarla. Nadie conoce el futuro porque es
incierto. Una de las partes más importantes de la gestión de las finanzas
personales es la de tomar decisiones financieras acertadas. Pero son casi
impredecibles los gastos futuros que pueden llegar y que siempre tendrán una
repercusión en las arcas familiares: subida de la hipoteca, una celebración
inesperada, un aumento generalizado de los precios de bienes y servicios, un
desastre material, etc. Por eso, es de vital importancia contar con un fondo de
reserva para emergencias.
La cigarra se
burlaba de la hormiga porque trabajaba y esos comentarios siempre los
escucharemos cuando alguien ve que estamos poniendo en orden nuestra finanzas
personales y familiares. Ante esos comentarios lo mejor es guardar silencio
como bien hizo la hormiga. El ahorro tiene un coste que pasa por renunciar a
una parte del ocio y del consumo, pero el beneficio del ahorro es el consumo
del futuro. Es decir: la hormiga paga el coste del ahorro y la cigarra no
disfruta del gasto futuro. Dicho de otra forma: la hormiga, cuando llega el
invierno, se alegra de haber trabajado y la cigarra se lamenta de no haberlo
hecho y pensará que alguien le ayudará a salir de sus penurias.
Es verdad que
el cuento podría haber finalizado muriendo la hormiga antes de que llegase el
invierno y que disfrutase de lo guardado, pero ya se sabe que el devenir que se
espera del futuro es impredecible. Aun así, habrá alguien que herede su legado
y su descendencia se sentirá agradecida. No dejemos de lado esta fábula que
tanto se asemeja a nuestra forma de vida y a nuestro sistema de pensiones
público y privado, siendo una de las mejores ilustraciones de los costes y los beneficios
del ahorro para la jubilación, obligándonos a parecernos más a la hormiga que a
la cigarra.
Moraleja:
ahorrar en el presente, pensando en el futuro, supone no arrepentirse de no
haberlo hecho cuando se llegue a la edad dorada.
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