11 de febrero de 2025

El imparable crecimiento de la economía mundial

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Dejando a un lado a la nobleza, hasta el siglo XVIII, la mayoría de la población mundial vivió en la pobreza. Una buena prueba de ello es que, desde el año cero hasta 1800, el Producto Interior Bruto (PIB) solo se multiplicó por 6. Sin embargo, a partir de la Primera Revolución Industrial (que comenzó en el siglo XVIII con la energía de vapor y la mecanización de la producción) hasta nuestros días, el PIB por habitante se multiplicó por 8,5. El siglo XX ha sido la época más próspera de toda la historia gracias a los descubrimientos científicos que convirtieron la ciencia ficción de entonces en la ciencia real de hoy.

Nuestros antepasados más cercanos y nosotros mismos hemos notado cómo se ha ido transformando el mundo. No quiero ni imaginarme qué pensarían nuestros tatarabuelos si levantasen la cabeza y vieran que el PIB mundial se ha incrementado en un 5.000%, la renta por habitante un 800% y la población mundial ha experimentado un incremento de un 500%. Además, si todo eso fuera poco, la esperanza de vida se ha ido disparando hasta tal límite que, probablemente, los que hemos nacido en el siglo XX seamos las últimas generaciones que no lleguemos al siglo de vida. Es más, los científicos ya hablan de la muerte de la muerte: la muerte será opcional gracias a los avances exponenciales en inteligencia artificial, regeneración de tejidos, tratamientos con células madre, impresión de órganos, criopreservación, terapias genéticas o inmunológicas que resolverán (resuelven ya) el problema del envejecimiento del cuerpo humano. Un envejecimiento considerado ahora como una enfermedad que puede y debe ser curada. Si conseguimos entender bien lo que supone vivir 100 años, será un regalo, pero si lo ignoramos y no nos preparamos para ello, será una maldición. Aunque, como diría Freddy Mercury, “quién quiere vivir para siempre” (“Who wants to live forever”).