Al final de la primera mitad del siglo pasado, España estaba
en pleno desarrollo económico lo que provocó la formación de una nueva clase
media que prácticamente surgió de la nada. La industria española se vio
fortalecida por los inversores extranjeros, atraídos por los bajos costes
laborales y una sociedad con ganas de superación y deseo de triunfo. Esta
situación generó un éxodo rural hacia las zonas más industrializadas,
provocando un goteo constante de desertización de las zonas rurales ayudando a
la formación poblacional de las grandes urbes. En la misma proporción que
crecía el mundo urbano decrecía el mundo rural. De esta forma, la población
rural ve y pone los ojos en la ciudad observando que los que deciden irse en
busca de una nueva vida menos árida lo consiguen.
El aumento de población a nivel nacional no tardó en notarse
llegándose a producir una explosión de natalidad o “baby boom” que, unido a una
reducción de la tasa de mortalidad provocada por el aumento y mejora de las prestaciones
sanitarias, hacía que la tasa de población fuese positiva. Esa generación es la
que está llegando ahora a su época dorada o está a las puertas y sigue añorando
aquella infancia y juventud en su mundo rural. Tanto es así, que muchos pasan
parte del año en su querido pueblo recordando y reviviendo el pasado. No es
raro volver a ver huertos plagados de fruto que en su día les sirvió de
sustento.