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Ante este caldo de cultivo, tendrán que hacer frente a una
pensión insuficiente para sus necesidades financieras, problema que se verá
agravado al no disponer ya de tiempo suficiente como para generar un ahorro
periódico durante su corta etapa restante de actividad, no siendo conscientes,
a lo largo de su vida laboral, del beneficio que supone el ahorro para
complementar el importe de la pensión pública. Entrecomillo “ahorro” porque no
es exacto decir que esta generación no ha ahorrado: lo ha hecho, pero en
vivienda, dejando de lado los activos financieros. España es un país de
propiedades inmobiliarias donde más del 70 por ciento de la riqueza de las
familias se encuentra en que su vivienda habitual es en propiedad; además,
según una encuesta realizada por el Banco de España, casi el 40% tiene más de
una vivienda. En ningún gran país europeo hay tanto ahorro concentrado en
vivienda, llegando a ser más de 600.000 millones de euros los que las personas
mayores de 65 años cuentan en su patrimonio inmobiliario. Esta circunstancia
hace que esa fuente de ahorro pueda ser susceptible de convertirse en liquidez
sin, en la mayoría de los casos, dejar de morar en la vivienda habitual. No nos
olvidemos que la mayoría prefiere envejecer en su morada de toda la vida y
dejarla en herencia a sus descendientes. Esa liquidez bien se podría usar
para potenciar los ingresos durante el periodo de jubilación.