Metidos ya en la última página del calendario, parece
que todo nuestro alrededor se transforma para rescatar, año tras año, la magia
de la Navidad. Estas fechas, de raíces religiosas, avivan la ilusión de disfrutar de la familia, nos hacen recobrar esos sentimientos plagados de buenas
intenciones y, cómo no, nos embriaga el sueño de que podemos ser uno de los
agraciados con el Gordo de la Navidad. Y todo se prepara para el momento,
incluso se crea un anuncio televisivo convirtiéndose en “trending topic”. Quién
no recuerda al calvo de la suerte, o esas últimas historias tan entrañables que
nos ayudan a sentir que la fortuna puede llamar a nuestra puerta. El caso es
que la Navidad no sería igual si no existiese el Sorteo Extraordinario de la
Lotería.Todos
los países tienen su propio sistema de lotería. En España, el más famoso, es el
del 22 de diciembre, ostentando el record mundial del sorteo que más años se
lleva organizando en el mundo, concretamente desde el 18 de diciembre de 1812,
cuando el ministro de la Cámara de Indias pensó en ello como “una medida para
aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes”.
Se llamó “Lotería Moderna” para diferenciarla de la “Lotería Primitiva” creada
por el Marqués de Esquilache. Posteriormente, el 23 de diciembre de 1892, se le
comenzó a llamar “Sorteo de Navidad” y cinco años más tarde se imprimían los
boletos con ese nombre. Desde su inicio, fueron los niños de San Ildefonso los
encargados de cantar los números.