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Lo primero que hay que aclarar es que la Bolsa es un mercado
donde se ponen de acuerdo compradores y vendedores para hacer operaciones de
compraventa de acciones u otros activos financieros. Ese dinero no va destinado
a engrosar las cuentas de la compañía cotizada, si se habla de acciones, sino
que va a parar a otro inversor que está vendiendo los títulos de esa misma
compañía. El vendedor no es el perdedor de la operación de compraventa ni
tampoco el comprador es el ganador. En el momento de realizar la transacción,
comprador y vendedor se consideran satisfechos con la operación que acaban de
realizar pensando ambos que son los ganadores: el vendedor valora más el dinero
que las acciones y el comprador valora más las acciones que el dinero que ha
desembolsado por ellas. El vendedor vende porque tiene mejores opciones donde
invertir el dinero que reciba por la transacción o porque, según su criterio,
considera que las acciones ya han alcanzado su nivel preestablecido. El
comprador compra porque opina que necesita emplear su liquidez y considera que
el precio de la acción aún tiene un margen suficiente de subida y que puede
apropiarse de él.