9 de noviembre de 2020

La probabilidad en el juego de la Bolsa

No es raro oír hablar en cualquier tertulia sobre “el juego de la Bolsa”, es más, está ya tan estandarizado de que la Bolsa es un juego que a pocos se les oye decir que la Bolsa forma parte de una inversión. Evidentemente, me estoy refiriendo al inversor doméstico donde, en la mayoría de las ocasiones, su estrategia está basada en el azar. De todos modos, he leído a algún que otro autor profesional referirse a la Bolsa como un juego y, por si fuera poco, justificándolo. En fin, cada uno que la vea como quiera.

En alguna ocasión, en esta bitácora, he reconocido que la Bolsa tiene una parte lúdica por el mero hecho de que se invierte con el deseo de cosechar un fruto en el futuro. Estaréis conmigo, en que la fluctuación de la cotización de cualquier valor bursátil nunca será predecible con exactitud. Es cierto que existen muchas técnicas que ayudan a ver un poco el devenir del recorrido que tendrá una acción en un futuro, pero eso de entrar en una posición y salir con el máximo beneficio posible no deja de ser una quimera que a todos nos gustaría conseguir, sabiendo que nada tiene que ver con la realidad. Si alguien intenta vender esa postura es una estafa. Me mantengo en la opinión de que si lo que se quiere es jugar a la Bolsa, usar un juego de los múltiples que hay virtuales y disfrutar del momento pues es mejor que pasar el rato en esos juegos que no invertir el dinero en el mundo real.


Nadie puede poner en duda que la probabilidad de obtener beneficios con una entrada en Bolsa sin usar ningún tipo de estrategia es de un 50% de acierto. De la misma forma, nadie puede poner en duda que el beneficio vendrá dado por la probabilidad de aciertos que se hayan tenido en las inversiones ya cerradas, con la particularidad de que la obtención de esos beneficios tendrá que ser mayor que las pérdidas: está claro que si no es así las cuentas no salen ya que el importe promedio de las ganancias y pérdidas deberá ser positivo. En resumen, se trata de controlar lo que se está dispuesto a perder pues lo que realmente es incontrolable, a priori, es la probabilidad de acierto.

Pero comencemos por el principio. Se hace una inversión en un determinado activo financiero y, como dije, existe la probabilidad del 50% de acierto, independientemente de que la posición sea larga o corta con la particularidad de que, como ya sabéis, según se entra, se está ya en pérdidas reales debido a las comisiones que aplica el bróker y las implícitas de la propia Bolsa. A esas comisiones iniciales de intermediación hay que sumarle las comisiones de salida que serán similares y que se pagarán en el momento del cierre de la operación, siendo irremediables, aunque la posición haya sido o no un éxito. Entonces, ese 50% que asignaba a cada lado de la balanza ya no es un 50% real. Es decir, se entra en una posición con una pérdida que, de momento, hay que asumir irremediablemente. A partir de aquí, la suerte tiene que ponerse ya de nuestro lado para compensar la balanza porque en un comienzo nos ha abandonado.

El éxito en la Bolsa está en mediar el esfuerzo para lograr y ser capaz de respetar los límites de pérdidas, así como de llegar al máximo de beneficios en cada operación bursátil.

Como los beneficios en Bolsa vienen vía ganancias y no pérdidas, habrá que conseguir que las ganancias sean siempre mayores que las pérdidas. Y ya está aquí el principal problema. Aunque se sabe la solución (cortar las pérdidas y dejar correr las ganancias) es difícil su aplicación, principalmente por la dificultad de ejecutar correctamente los stop loss. Es curioso que esta regla universal no sea muy aplicada por el inversor minorista, hace lo contrario: corta las ganancias y deja correr las pérdidas. Nunca he entendido esa postura, dicho sea de paso.

Se podría pensar que si el número de operaciones con ganancias es igual al número de operaciones con pérdidas se estaría ante un estado de tablas. Y es verdad, se estaría en tablas con respecto al número de operaciones, pero no con respecto a las ganancias. La rentabilidad positiva únicamente vendrá dada si en las operaciones ganadoras se obtiene más dinero en su conjunto que dinero se pierde es las operaciones perdedoras.

La aplicación correcta de los stop loss es primordial: si se ponen muy cerca de la entrada, es posible que se active antes de tiempo y se tenga un número elevado de operaciones fallidas y; por el contrario, si se ponen muy distanciados es posible que no ejerza su función consiguiendo así que las pérdidas sean mayores de lo deseado. En ambos casos será difícil compensar estas pérdidas con las ganancias para obtener un resultado positivo de la cartera.

Si se tiene en cuenta que el riesgo viene dado por la futura pérdida, la recompensa vendrá por la futura ganancia. Es decir, el riesgo es la diferencia entre el stop loss y la apertura (resultado negativo) y la recompensa es la diferencia entre la salida en beneficios y la apertura (resultado positivo). Diferénciese aquí entre estrategia larga y corta, según corresponda. Insisto, no limitar las pérdidas es no ganar dinero, esto es lo que diferencia a un profesional del resto.

A la pregunta de ¿dónde se coloca el stop loss? es difícil contestar. Es más, no me atrevo a contestarla. Algunos autores dan pautas que pueden ser muy útiles, pero creo que cada trader debe de tener su estilo de la misma forma que cada maestro tiene su libro. Cada uno debe de asumir su nivel de pérdidas experimentadas donde realmente se encuentre cómodo, eliminado en todo lo posible el ruido del mercado para que no salte el stop constantemente. Y esto se consigue haciendo muchas prácticas, tantas como sean necesarias con el fin de llegar a conseguir nuestro propio sistema con la garantía de que funcione o, al menos, que no dé muchos disgustos sin caer en el error de que somos capaces de controlar al Mercado. El Mercado sólo es controlado por las manos fuertes, no por el inversor particular. Y, por supuesto, no hay que olvidarse de una estrategia para trabajar en la Bolsa. El éxito en la Bolsa está en mediar el esfuerzo para lograr y ser capaz de respetar los límites de pérdidas, así como de llegar al máximo de beneficios en cada operación bursátil.

Ya se tiene una estrategia y se pone en práctica. Pues ese no es el final. Esa estrategia que ha funcionado puede ocurrir, y ocurrirá, que en un momento dado no funcione. Sin embargo, la estrategia es correcta. No pasa nada, simplemente hay que tener la capacidad de dar marcha atrás y adaptarse al Mercado que siempre es soberano e impredecible en sus hechos. Por eso, siempre que se tenga una proyección se tendrá también una protección bien establecida por lo que pueda ocurrir.

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