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9 de septiembre de 2025

Recuperar el capital invertido: lo que hay que saber sobre la liquidez de los activos financieros

Foto by pixabay.com
En el mundo de las finanzas personales, una de las cuestiones más determinantes —aunque con frecuencia infravalorada— es el plazo necesario para recuperar el capital invertido en un activo financiero. Lejos de tratarse de una mera formalidad operativa, este aspecto incide de forma directa en la planificación del ahorro, la capacidad de respuesta ante imprevistos y la toma de decisiones patrimoniales.

La disponibilidad del capital no depende únicamente de la voluntad del titular, sino de la naturaleza del activo, de las condiciones establecidas al contratarlo y del marco legal aplicable. Cada instrumento financiero cuenta con su propio esquema de liquidez y exige un conocimiento previo que permita anticipar tiempos y procedimientos.

Perfil inversor y prioridades patrimoniales

La configuración de una cartera de inversión responde, ante todo, a los objetivos personales de quien la construye. En algunos casos, la rentabilidad máxima se impone como prioridad, aun a costa de asumir riesgos significativos. En otros, el criterio dominante es la preservación del capital, especialmente cuando este procede de una trayectoria de ahorro prolongada. Y existe también un tercer enfoque centrado en la liquidez, es decir, en la posibilidad de disponer del dinero con inmediatez ante una eventualidad.

Este último criterio cobra especial relevancia en contextos de urgencia, donde la capacidad de convertir activos en efectivo sin dilación puede marcar la diferencia entre una buena y una mala decisión. Sin embargo, la realidad es que no todos los instrumentos financieros permiten una disponibilidad inmediata. Existen diferencias notables entre una cuenta corriente, un fondo de inversión, un depósito a plazo o una emisión de deuda pública. Comprender estas diferencias es esencial para evitar sorpresas en momentos críticos.

14 de junio de 2023

¿Qué es un Seguro de Ahorro?

El futuro económico pasa por ahorrar e invertir lo ahorrado para poder mantener el poder adquisitivo. Para conseguirlo, no hay más remedio que hacer crecer el dinero guardado, pero llegado ese momento no se sabe muy bien qué hacer con él. Planificar las finanzas personales no es fácil para alguien que no esté familiarizado con los diferentes productos y alternativas que existen para ese fin, sumándose la complicación de elegir entre el amplio abanico de productos que existen en el mercado. El ahorrador/inversor busca productos que ofrezcan golosas rentabilidades y garantía de capital, tal es el caso de los Depósitos. Pero el problema le surge cuando al vencimiento de su depósito tiene que colocar su dinero de nuevo y su entidad bancaria no le ofrece lo que desea. Posiblemente, uno de los productos que puede satisfacer sus necesidades financieras, siendo uno de los menos conocidos por los ahorradores, es el Seguro de Ahorro (también llamado Seguro de Rentabilidad Garantizada e incluso Seguro de Renta).

¿Qué es un Seguro de Ahorro?

El Seguro de Ahorro es un contrato de seguro, comercializado por una aseguradora, en el que se asegura un capital al que se le añade una rentabilidad garantizada que se mantienen fija hasta la finalización del contrato. La póliza de esos seguros incluye un seguro de vida para que, en caso de fallecimiento del inversor, el beneficiario de la póliza reciba una pequeña cuantía que habrá sido especificada previamente en el contrato inicial. Habitualmente, esta cuantía de dinero se limita únicamente al capital aportado más los intereses generados hasta el fallecimiento. Por lo anterior, no es el producto más apropiado para cubrir las contingencias del fallecimiento, para eso existen otro tipo de seguros.

5 de octubre de 2021

La seguridad en las inversiones

La seguridad forma parte de la supervivencia del individuo. Tanto es así, que, en la propia educación, desde la infancia, se nos recuerda constantemente con frases como “no toques ahí” o “no hagas eso que te vas a hacer daño”. Posteriormente, la vida nos pone a prueba constantemente y nos hace poner en práctica todo aquello que nos enseñaron y nos contaron en su día nuestros progenitores. Sin embargo, por mucho que se nos insista, sabemos que Santa Bárbara está ahí, pero no nos acordamos de ella hasta que no está la tormenta encima. Sabemos, por el contrario, y no lo ponemos en práctica todo lo que deberíamos, que si hay tormenta no es conveniente tender la colada. Por desgracia, tienen que ocurrir los sucesos para que se pongan en marcha ciertos protocolos de seguridad. 

El inversor doméstico se encuentra con la tesitura de no saber qué hacer debido al desconocimiento, provocado por el escaso interés y compromiso con la gestión de sus ahorros. Veamos, entonces, las garantías y riesgos de cada uno de los productos de inversión.