17 de mayo de 2022

¿Qué es la Deflactación y por qué es necesaria en el IRPF?

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Deflactar, según la RAE, es “transformar valores monetarios nominales en otros expresados en monedas de poder adquisitivo constante” o, en otras palabras, proceso económico que elimina de los precios los efectos que producen los cambios de la inflación o deflación, adaptando el precio real de un producto transformando un valor en términos nominales en términos reales. En este caso, el IPC puede ser usado para actualizar cualquier valor monetario eliminando el efecto de la variación de los precios para mantener el poder adquisitivo.

El coeficiente empleado en economía para anular los efectos producidos por el IPC se denomina deflactor. Para obtener el coeficiente deflactor se emplea el Índice de Precios de Consumo usando la siguiente fórmula:

Coeficiente Deflactor = IPC del año/IPC del año base

Siendo el año base el valor del año anterior.

La deflactación es una de las herramientas más importantes de la economía porque gracias a ella se pueden interpretar las variables correctamente sin que estas incluyan el efecto de la inflación.

En un escenario de alta inflación, los salarios y los ahorros pierden poder adquisitivo en la misma proporción que la variación del IPC, pero también pagan más IRPF. En España, el Gobierno lleva sin ajustar el IRPF desde 2008, lo que los expertos consideran como una subida encubierta de impuestos, defendiendo deflactar la tarifa y el resto de los elementos del impuesto porque los precios del consumo y los sueldos han cambiado sustancialmente. Si se cobra más, para no perder poder adquisitivo, y no se deflacta la carga impositiva, se sigue perdiendo poder adquisitivo. En definitiva, se han pagado más impuestos.

Cuando se aumentan los salarios por culpa de la inflación y se mantienen intactos los tramos del impuesto, hace que los trabajadores puedan perder poder adquisitivo al tener que pagar más IRPF por el mero hecho de saltar de un tramo a otro, aunque la subida del sueldo sea nominal y no real debido a la inflación. El Impuesto sobre la Renta, al ser un impuesto progresivo, sería razonable tener presente la subida nominal de las rentas y la inflación, lo que implicará actualizar las cuantías de las reducciones y de las deducciones, de los mínimos personales y de las cuantías de los tramos en el mismo porcentaje que suben las rentas gravadas. Esto supondría no pagar más impuestos en la Declaración de la Renta cuando suben los salarios.

Existen dos tarifas para el IRPF: la estatal y la autonómica. Por tanto, el Gobierno y las Comunidades Autónomas son los únicos que pueden deflactar el impuesto, cada uno su parte, y es necesario que se haga en ambas tarifas para que realmente sea efectivo. En el caso de hacerlo en la tarifa estatal se notaría mes a mes debido a las retenciones mensuales que se practican en las nóminas como pago a cuenta del impuesto. Por el contrario, la variación de la tarifa autonómica se notaría a la hora de hacer la Declaración de la Renta en la primavera del año siguiente.

Deflactar el IRPF se debería hacer cada año de acuerdo con la inflación, incluso, la mayoría de los expertos coinciden en que se podría incluir en la Ley de los Presupuestos Generales el Estado al estar amparado por la Constitución la modificación de uno de los impuestos ya existentes en la promulgación de dicha ley.

Los economistas consideran que tiene más efecto económico deflactar algunos de los parámetros utilizados para llegar a la cuota final que hacerlo en las tarifas, porque la deflactación, para que fuese realmente efectiva, debería hacerse al tipo en que se incrementan las rentas debido a que, el efecto maligno que provoca, se deriva de la subida de los salarios, no de la subida del IPC, mientras que los parámetros de los mínimos personales y familiares y los gastos deducibles de los rendimientos del trabajo y del ahorro deberían seguir al IPC.

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