El pasado 27
de junio la OCDE ha hecho público su informe PISA 2022 sobre la evaluación de
la competencia financiera de los alumnos de 15 años, situándose 12 puntos por
debajo del rendimiento promedio de la OCDE. A pesar de esos datos, España es
uno de los países con menor desigualdad en competencia financiera entre el
alumnado desfavorecido y el favorecido. Pero el dato que no me sorprende, por
la edad de los encuestados, es que el 38% de los estudiantes considera que los
asuntos de dinero no son importantes para ellos. Ese dato indica la falta de
diálogo familiar con respecto al dinero y el triste legado que los docentes
muestran en este tipo de formación.
La cosa no
queda ahí. Según el Eurobarómetro, sólo el 18% de los europeos tienen un
conocimiento alto en finanzas, un 64% un nivel medio y un 18% un nivel bajo.
Sólo cuatro países alcanzan el 25% con alta puntuación. Y no, España no está
entre ellos.
Los
resultados hablan por sí solos. Se deberían tomar medidas para promover que se
imparta en los colegios formación financiera obligatoria desde los cursos más
bajos. La razón es que, tarde o temprano, las finanzas estarán presentes en la
vida cotidiana de cualquier ciudadano. Las asignaturas que se imparten
actualmente son muy importantes, no lo dudo, pero la alfabetización financiera
también lo es, entre otras cosas porque influye directamente en el bienestar
familiar permitiendo tomar decisiones de ahorro e inversión acertadas,
contribuyendo a la estabilidad financiera familiar.
Quizás mi
opinión no sirva de mucho, pero si la opinión es del Consejo Europeo es otra
cosa. El Consejo mantiene que la educación financiera debe de comenzar a una
edad temprana y continuar para que se convierta en una competencia fundamental
a lo largo de toda la vida. Entre sus recomendaciones destaca la de que los
países incorporen la educación financiera como asignatura independiente en los
programas escolares, siendo consciente de que en todas las etapas de la vida es
necesario gestionar, al ser limitados, los bienes.
Tener una
buena formación desde el principio contribuye a gestionar adecuadamente las
finanzas personales, a manejar nuestro propio dinero en cualquier etapa de la
nuestra vida. La educación financiera debe de aprenderse en el colegio y
transmitirse en casa para que desde pequeños se tenga la conciencia de lo que
cuestan las cosas, aprender a diferenciar entre valor y precio, entre deseo y
necesidad sin olvidar que el ahorro es primordial para el futuro y la base de
toda inversión.
La cultura en
general, y la financiera en particular, es siempre una buena sombra en la que
cobijarnos.
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