![]() |
Foto by pixabay.com |
El crédito al
consumo no es, en esencia, un enemigo. En determinadas circunstancias puede ser
útil: por ejemplo, para afrontar una reparación urgente, adquirir un bien
necesario que no admite dilación o incluso financiar un proyecto que
incrementará el valor productivo de la unidad familiar. El problema aparece
cuando se convierte en una práctica habitual, cuando sustituye al ahorro o
cuando se emplea para mantener un nivel de vida que no se puede sostener con
ingresos reales. En ese contexto, el crédito deja de ser una herramienta y se
transforma en una trampa.