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Ese año, la Reserva Federal decidió comenzar con una
subida gradual de tipos, mientras que el Banco Central Europeo los bajó
hasta el 0%: Estados Unidos se recuperaba de la crisis, se acercaba al pleno
empleo y ya empezaba a tener algunos problemas con la inflación; mientras,
Europa seguía sufriendo tasas de desempleo demasiado elevadas y disfrutaba de
estabilidad de precios. El caso es que por primera vez en muchos años el
ciclo monetario en Estados Unidos era opuesto al de Europa. La volatilidad
en los mercados bursátiles también se dejó notar viendo cómo unos valores no
dejaban de subir mientras que otros se desplomaban hasta mínimos históricos. En
ese sentido, ese año, parecía haber registrado un patrón diferente, con alzas
continuas que solo se verían interrumpidas por fueres movimientos correctivos
que apenas duraban unos días.
En noviembre de 2016 el The Wall Street Journal,
periódico estadounidense enfocado hacia la economía y los negocios, se hacía
eco de cómo unas monjas de la abadía alemana de Mariendonk (monasterio benedictino en Grefranth,
distrito de Mülhausen, cerca de Kempen, en la diócesis de Aquisgrán), más
concretamente la hermana Lioba Zahn, salvaron la economía de su convento
invirtiendo sus ahorros en activos financieros.
Anteriormente, por el 2013, el convento también se vio
afectado por la crisis económica que no alcanzaba a superar la Unión Europea.
Los ingresos de los que disponían las religiosas benedictinas eran inferiores a
sus gastos, lo que les hacía vivir rozando la precariedad. Las fuentes de
ingresos más significativas del convento eran la fabricación de dulces, ropas para
sacerdotes, velas, leche, el ínfimo apoyo financiero que recibían de parte de
la Iglesia, los escasos donativos de personas particulares y los intereses que
los bancos les daban por sus ahorros. En ese momento, todos los bancos
europeos ofrecían mínimos rendimientos por los depósitos, entre otros
motivos, como decía, porque la política financiera de los Bancos Centrales era bajar
el precio del dinero, haciendo que las entidades bancarias también disminuyesen
los intereses que pagaban a los ahorradores.
El caso es que las monjas necesitaban meterse en gastos de
mantenimiento del tejado del convento y tenían que cambiar su único coche. Ante
tal tesitura, acudieron a su banco en busca de más dinero por sus depósitos y éste
apenas si le ofrecía un rendimiento del 1% anual ¡si invertían sus ahorros con
un horizonte de siete años! La hermana Lioba Zahn, que antes de entrar en el
convento había estudiado psicología y había trabajado como psicoterapeuta, era
la encargada financiera de la institución además de rezar y hacer los
quehaceres propios de la abadía, se dio cuenta de que las soluciones que le
ofrecían no eran suficientes para reparar los desperfectos y, en un futuro
próximo, salvarse de la desaparición de la abadía por falta de recursos
propios.
Lioba Zahn, viendo las necesidades económicas se dedicó, sin
tener conocimientos previos de economía, a estudiar finanzas el poco
tiempo que le quedaba libre: leía todas las páginas de la prensa económica que
llegaban a sus manos y todos los informes que le remitía el banco. Al principio
no entendía nada, pero, según reconoció ella en la entrevista que le hizo el
periódico, al poco tiempo “era capaz de comprender una de cada tres frases que
leía”. Poco a poco se fue adentrando en el mundo bursátil, eso sí, arriesgando
no más del 33% de su patrimonio. Empezó a invertir en valores bursátiles que
fueran moralmente aceptables, que tuvieran un bajo riesgo, que se esperara un
buen rendimiento de ellos y que no fuesen petroleras. La primera inversión que
hizo fue a finales de 2013 en la farmacéutica danesa Novo Nordisk AS
triplicando su valor en el 2016. También invirtió en acciones de Volkswagen y
Deutsche Bank demostrando, como le solían decir sus hermanas monjas, “nervios
de acero” y agradeciéndole los buenos resultados que iba obteniendo. Por el
medio, como en un buen jardín de rosas, también hubo espinas: tuvo que asumir
las pérdidas de Daimler, BNP Paribas y la filial alemana de Telefónica. Lo que
sí tenía muy claro es que el dinero era del convento y no debía de arriesgar
demasiado para que la ratio del riesgo no se le disparase.
En la entrevista que le hizo The Wall Street Journal
reconocía que también el momento bonancible bursátil estuvo de su parte.
Reconoció también que la situación era a la desesperada y que la Bolsa pasaba
por una solución de locos. Pero la cosa le salió bien, tanto fue así que en
2016 llegó a administrar una cartera de inversiones superior a los dos
millones de euros, salvando con creces las finanzas del convento
contribuyendo a su permanencia.
Este acontecimiento es un ejemplo que ponen la mayoría de
los brókeres en sus seminarios destacando que no todos los inversores que les
acucie la necesidad obtendrán los mismos resultaos. El ejemplo de Lioba Zahn
destaca por su buen hacer al convertirse en una experta financiera sin tener
conocimientos previos. Hoy el sistema financiero está configurado para que
prácticamente sea imposible obtener beneficios sin especular.
Actualmente, las monjas que habitan la abadía de Mariendonk siguen luchando por mantener su convento. La falta de vocación (cada vez hay
menos religiosas) y los problemas de demanda de sus productos afectan a la
financiación.
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