La primera
impresión que se ha tenido siempre del planeta Tierra es que sus recursos son
inagotables, pudiendo disponer de ellos a nuestro antojo. Los economistas del
pasado mantenían la teoría de que, si un recurso comenzaba a escasear, subiría
el precio, incentivando así a los consumidores a utilizarlo con más moderación,
lo que obligaría a buscar otros recursos que suplieran su escasez. Por ejemplo,
el oro y los diamantes son dos bienes escasos y de alto precio, los suplimos
con otra cosa que esté a nuestro alcance y más barata: la bisutería.
A la familia
se la consideraba únicamente en el ámbito doméstico, proporcionando trabajo y
capital al mundo, pero sin entrar al detalle de quién se encargaba de, por
ejemplo, realizar las tareas domésticas que se asumía estaban encomendadas al
sexo femenino.
La mayoría de
las veces, los pensamientos se van adaptando a la época en que toca vivir y a
las nuevas necesidades que van surgiendo. Los recientes trabajos de
investigación económica ponen en el punto de mira a la Tierra como medio
natural, recibiendo energía a través del Sol y disipando el calor producido en
la incesante actividad que generamos en la superficie. La sociedad humana es la
causante de toda la actividad económica donde el funcionamiento de la familia,
entre otros, se ve realizado gracias al flujo financiero.