26 de abril de 2022

La Ley de la Oferta y la Demanda

La disciplina de la economía como ciencia ha originado varios estudios para satisfacer las necesidades de la humanidad. Uno de esos estudios ha dado lugar a la postulación de la Ley de la Oferta y la Demanda consiguiendo que la relación entre productores y consumidores sea cada vez más constante.

La economía de mercado (libre competencia) está basada sobre el principio de la Ley de la Oferta y la Demanda, por la cual, el precio de un bien o servicio se fija cuando se alcanza el punto de equilibrio entre la cantidad de la oferta y la cantidad de la demanda según la escuela neoclásica. Ese precio de equilibrio, dentro de un mercado de competencia perfecta, será el punto donde se corte la curva de la oferta y la de la demanda, igualándose, por tanto, la cantidad demandada a la cantidad ofertada. La Ley de la Oferta y la Demanda está formada, a su vez, por dos leyes individuales: La Ley de la Oferta (hace referencia a la cantidad que se ofrece de un producto o servicio donde cuanto menor sea el precio menor será la oferta) y la Ley de la Demanda (hace referencia a la cantidad que se demanda de un producto o servicio donde a menor precio mayor será la demanda). La conjunción de ambas leyes hace variar los precios de los bienes y servicios, así como la competencia que, por su cuenta, hace que cuando se demande un producto habrá alguien que lo produzca y lo oferte produciéndose una interacción directa en el precio final del bien.

La curva de la oferta y de la demanda muestran cada una de ellas cómo varía la cantidad ofrecida y demandada según va variando el precio del bien. Para llegar al precio de equilibrio se pasa por dos situaciones de exceso, denominadas exceso de oferta y exceso de demanda. El exceso de oferta viene dado porque la cantidad ofrecida es mayor que la cantidad demandada, por lo que el oferente bajará los precios para aumentar el volumen de las ventas. Por el contrario, el exceso de demanda ocurre cuando la cantidad demandada es mayor que la cantidad ofrecida así, los oferentes, aumentarán el precio para que el número de demandantes descienda y se llegue a formar el punto de equilibrio.

La relación existente entre la oferta y la demanda será válida siempre que todas las variables se mantengan constantes a excepción del precio (ceteris paribus). Cuando se produce un aumento en la demanda o una disminución en la oferta, lleva consigo una subida del precio del bien porque la demanda aumentará siempre que aumente el precio de un producto y la oferta aumentará si disminuyen los costes de producción.

La expresión “oferta y demanda” data de 1767 cuando James Steuart Denham la menciona en su obra Estudio de los Principios de la Economía Política. Posteriormente, Adam Smith, usó estas expresiones en 1776 en su libro La Riqueza de las Naciones. En 1817 David Ricardo también se hace eco de la expresión en su libro Principios de Política Económica e Impositiva. Sin embargo, el modelo se le atribuye a Alfred Marshall debido a que él fue quien lo analizó y estandarizó con su conocida metáfora de las tijeras de Marshall poniendo encima de la mesa la idea de qué hoja de las tijeras es la causante de que se corte una hoja papel: la superior o la inferior. Al final, se llegó al modelo que hoy conocemos: en un mercado de libre comercio, la cantidad de bienes ofrecidos por los productores y la cantidad de bienes demandados por los consumidores dependen del precio de mercado del producto. Otra cosa diferente es que un agente externo interfiera en la relación entre la oferta y la demanda que, en este caso, siempre hará que se distorsione el precio y no siempre sea por el lado que se espera.

La Ley de la Oferta y la Demanda, al tener componentes psicológicos difíciles de contrarrestar y una lógica aplastante, posiblemente sea una de las teorías económicas que más contacto tiene con las personas en sus quehaceres cotidianos y porque maneja los precios de toda actividad económica. No hay nada malo que cada individuo busque su propio interés personal porque el efecto combinado que provoca hace que se beneficie el resto del conjunto de los oferentes y demandantes.

Evidentemente también existen detractores. Algunas veces se producen las condiciones necesarias para que el modelo anterior no sea válido de forma puntual, cuestionando que la Ley de la Oferta y la Demanda sea una ley válida para un óptimo comercio, dando lugar a lo que se conoce como competencia imperfecta (el precio del mercado puede ser modificado de una manera significativa por la actuación de vendedores o compradores individuales dando lugar, incluso, a monopolios y oligopolios).

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