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18 de julio de 2023

"Economía Rosquilla: 7 maneras de pensar la economía del Siglo XXI" de Kate Raworth

A lo largo del siglo XX el crecimiento económico ha sido la prioridad de cualquier gobierno, considerándose como uno de los remedios esenciales para solucionar cualquier problema económico, político o social de un país. Claro está, que el crecimiento dependerá inevitablemente del consumo. La representación cartesiana del crecimiento se ha dibujado siempre como una línea curva en sentido ascendente y constante.

Según la autora, se vive en una fase de consumismo absoluto, lo que ha provocado una adicción para todas las sociedades desarrolladas. El sistema financiero está diseñado para conseguir la máxima rentabilidad, lo que arrastra a las empresas a tener que estar aumentando constantemente sus beneficios provocando que los bancos estén generando constantemente deuda que hay que pagarla, irremediablemente, con dinero. Todo ese proceso demanda mucha cantidad de recursos naturales para dar cobertura a todo el consumo que, a su vez, genera cantidades ingentes de desechos. Lo que intenta mostrar en Economía rosquilla es que el sistema actual es insostenible y el siglo XXI tiene el reto de ser el siglo del cambio, de una nueva imagen, y esa imagen pasaría por estar simbolizada por dos círculos concéntricos simulando una rosquilla.

15 de junio de 2021

La espiritualidad del dinero


Existen muchas paradojas en la vida, pero la de intentar relacionar el dinero con la espiritualidad, quizás sea una de las más complejas. Algo complicado debe de ser porque la mayoría de las creencias entran en discordia al hablar de dinero y espiritualidad. La razón no es otra que asocian el dinero con lo material poniendo un abismo en medio para que no se acerque a lo espiritual. No en vano, relacionan la existencia del dinero con el egoísmo, con la pobreza, con la explotación humana y hasta con las guerras. Posiblemente tengan razón, pero a mi entender, no es el dinero el culpable, es la falta de escrúpulos del individuo que lo usa.

No nos olvidemos que trabajamos por dinero. Si el trabajo no estuviera remunerado nadie lo haría. Yo cobro por mi trabajo como usted cobra por el suyo porque no es muy fiable eso de “ya le pagaré” o “Dios se lo pague”. Esas expresiones no surten efecto, prueba de ello es que la deuda persiste. En el más allá no lo sé, aquí las cosas, casi todas, se intercambian por dinero porque es el medio de cambio por antonomasia desde que sustituyó, en su momento, al trueque facilitando la compraventa en cualquier mercado. Hay personas que deciden no cobrar por sus actuaciones, pero eso quiere decir que tienen cubiertas sus necesidades materiales por otra vía. Si no se quiere pagar por algo, habrá que ir a donde no le cobren, pero no se puede juzgar a quien cobre por hacerlo.