15 de junio de 2021

La espiritualidad del dinero


Existen muchas paradojas en la vida, pero la de intentar relacionar el dinero con la espiritualidad, quizás sea una de las más complejas. Algo complicado debe de ser porque la mayoría de las creencias entran en discordia al hablar de dinero y espiritualidad. La razón no es otra que asocian el dinero con lo material poniendo un abismo en medio para que no se acerque a lo espiritual. No en vano, relacionan la existencia del dinero con el egoísmo, con la pobreza, con la explotación humana y hasta con las guerras. Posiblemente tengan razón, pero a mi entender, no es el dinero el culpable, es la falta de escrúpulos del individuo que lo usa.

No nos olvidemos que trabajamos por dinero. Si el trabajo no estuviera remunerado nadie lo haría. Yo cobro por mi trabajo como usted cobra por el suyo porque no es muy fiable eso de “ya le pagaré” o “Dios se lo pague”. Esas expresiones no surten efecto, prueba de ello es que la deuda persiste. En el más allá no lo sé, aquí las cosas, casi todas, se intercambian por dinero porque es el medio de cambio por antonomasia desde que sustituyó, en su momento, al trueque facilitando la compraventa en cualquier mercado. Hay personas que deciden no cobrar por sus actuaciones, pero eso quiere decir que tienen cubiertas sus necesidades materiales por otra vía. Si no se quiere pagar por algo, habrá que ir a donde no le cobren, pero no se puede juzgar a quien cobre por hacerlo.



Entregamos nuestro tiempo al trabajo con el fin último de la remuneración y, en algunos casos, la satisfacción del deber cumplido. Ese tiempo, nuestro tiempo, es como el propio dinero: se gasta, se malgasta, se invierte, se rentabiliza, se pierde, se gana y hasta se disfruta. Cambiar tiempo por salario es rentable, ya lo saben. Pero lo más rentable que existe es emplear tiempo al conocimiento. Serán incalculables e ilimitados los beneficios, bien sean materiales o espirituales.

Obtener un empleo bien remunerado es esa energía que ansiamos conseguir. Si somos capaces de conseguirlo nos llenamos, a la vez, de espiritualidad laboral. La crisis pasada dejó a mucha gente sin oficio y sin beneficio, la que acaba de comenzar va por el mismo camino. El paro aumentará considerablemente, es posible que hasta límites nunca conocidos. Sin embargo, no será igual para todos. El dinero cambiará de manos: unos se quedarán despojados y otros verán crecer sus cuentas bancarias como nunca lo habían hecho. Billetes y monedas son inocentes, ellos no han sido los culpables de este desaguisado porque no tiene emociones, ni poder, ni juicio.

El complejo mundo del sistema económico y financiero está basado en el dinero

No es necesario vivir para trabajar, con trabajar para vivir es suficiente. La felicidad también viene de la mano de cubrir nuestras necesidades: por un lado, las cotidianas y más necesarias y, por otro, aquellas que deseamos para ser felices. Vivimos poco tiempo, pero ese poco tiempo que estamos de paso debemos ser felices. Quizás piense que el dinero no proporciona la felicidad porque conoce a gente que tiene mucho dinero y no es feliz porque tiene otros problemas. Estará en lo cierto, no lo dudo. Cuando se tiene dinero, no todo gira alrededor de él, pero la clave está en la relación que se tiene con lo que se posee, no con cuánto se tiene. La riqueza o la falta de riqueza no hace a las personas. La gente de negocios intenta encontrar estrategias llenas de energía para que se transformen en dinero. Esa energía generará empleo, y el empleo, lo estamos viendo constantemente, trae bienestar social.

Vivimos en una sociedad de consumo, lo que supone que el dinero tiene un movimiento constante: llega y se va. Y en ese ir y venir es posible que le haya hecho feliz. Lo ha ganado con su trabajo y lo ha gastado en esas vacaciones, por ejemplo, que tanto deseaba disfrutar con los suyos. Materialmente le ha hecho feliz pero espiritualmente también. Ha conseguido disfrutar con y de los suyos.

El complejo mundo del sistema económico y financiero está basado en el dinero. Recuerde: no hace mucho se pagaba con dinero en efectivo, una transferencia, un cheque o con tarjeta. Hoy en día hasta con el móvil se puede pagar. O con un pagaré que no es más que eso que decía antes de “ya te pagaré… si tengo”. Los productos bancarios actuales destinados al ahorro están creados a través de la ingeniería financiera, lo que los convierte en tan complicados para el inversor doméstico que, en la mayoría de los casos, los hacen desaconsejables.

La espiritualidad hace crecer nuestra vida y el dinero es el medio de pago para ayudarnos a crecer y a subsistir.

Si es de los que cobra por nómina observará que el efectivo lo utiliza para comprar el pan, para tomarse una cerveza con los amigos y poco más. El resto de los pagos son anotaciones en cuenta. Es más, sus ahorros no son más que una simple anotación en cuenta. Si necesitase hacer uso en efectivo de esos ahorros que tiene depositados en el banco, la entidad no dispondría de billetes y monedas en ese momento. Y si todos fuésemos al banco a recuperar nuestros caudales depositados en él, no tendría el banco suficiente efectivo para devolvérnoslo. Es decir, en la mayoría de los casos, el dinero no se ve ni se palpa. Fíjese por un momento en su extracto bancario: le han ingresado su nómina, tiene domiciliados sus recibos, hace algún pago mediante transferencia bancaria, paga con su tarjeta de crédito o débito o cualquier otro medio electrónico, es decir, usted no manipula su dinero. Todo está basado en anotaciones. Entonces estamos en lo cierto si afirmamos que nuestro dinero es más espiritual que material. Estar está, pero no se ve. Dicen los expertos que solo el oro es dinero, y que el dinero es deuda, y ¡qué razón tienen!

La espiritualidad del dinero está en la persona que lo porta, no en el dinero en sí. Un billete puede tener muchos usos dependiendo de quién lo use. Por lo tanto, pensar negativamente sobre el peculio es un pensamiento espiritual y no material. Dinero y espiritualidad deben de complementarse para juntos poder conseguir una vida plena. Así lo vio la Comunidad Franciscana cuando evolucionó de la primitiva idea de San francisco de Asís, su fundador. Como saben, siendo hijo de familia acomodada, vivió en la más estricta pobreza. Después de su muerte, parte de sus seguidores pensaron que la vida en el convento no era compatible con la falta de dinero. El dinero no lo soluciona todo, pero la espiritualidad tampoco. La espiritualidad hace crecer nuestra vida y el dinero es el medio de pago para ayudarnos a crecer y a subsistir.

Miren, hay que llevarse bien con los cuartos o se volverán en nuestra contra. Cuando oiga hablar a alguien que el dinero no es importante para él es porque su cuenta bancaria está en números rojos.


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