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22 de julio de 2025

Aranceles: entre la protección económica y el coste global

En la arquitectura del comercio internacional, los aranceles representan uno de los instrumentos más antiguos y recurrentes de intervención estatal. Concebidos como impuestos aplicados a las importaciones —y, en ocasiones, a las exportaciones—, su propósito original ha oscilado históricamente entre la recaudación fiscal y la protección de sectores productivos nacionales. Sin embargo, el tiempo y la experiencia han evidenciado que el uso de los aranceles, lejos de ser una herramienta neutral, genera efectos colaterales que impactan tanto en las economías locales como en el sistema comercial global.

El fundamento económico de los aranceles

Desde la perspectiva clásica, la aplicación de aranceles representa una distorsión artificial del libre comercio. Cuando un país impone un arancel sobre un bien importado, incrementa su precio dentro del mercado nacional. Esta medida busca ofrecer una ventaja competitiva a los productores locales, que de otra manera se verían superados en precio o calidad por sus competidores extranjeros. La industria nacional gana tiempo y cuota de mercado, mientras que el consumidor afronta precios más altos y menor variedad de productos.

La teoría económica ha abordado este fenómeno desde distintos ángulos. Mientras Adam Smith y David Ricardo defendieron el libre comercio como generador de bienestar global, otros como Friedrich List justificaron el proteccionismo temporal para proteger industrias nacientes que todavía no alcanzaban niveles competitivos internacionales. En este sentido, la economía distingue entre el proteccionismo transitorio, concebido como una etapa formativa, y el proteccionismo crónico, que perpetúa ineficiencias estructurales.

26 de abril de 2022

La Ley de la Oferta y la Demanda

La disciplina de la economía como ciencia ha originado varios estudios para satisfacer las necesidades de la humanidad. Uno de esos estudios ha dado lugar a la postulación de la Ley de la Oferta y la Demanda consiguiendo que la relación entre productores y consumidores sea cada vez más constante.

La economía de mercado (libre competencia) está basada sobre el principio de la Ley de la Oferta y la Demanda, por la cual, el precio de un bien o servicio se fija cuando se alcanza el punto de equilibrio entre la cantidad de la oferta y la cantidad de la demanda según la escuela neoclásica. Ese precio de equilibrio, dentro de un mercado de competencia perfecta, será el punto donde se corte la curva de la oferta y la de la demanda, igualándose, por tanto, la cantidad demandada a la cantidad ofertada. La Ley de la Oferta y la Demanda está formada, a su vez, por dos leyes individuales: La Ley de la Oferta (hace referencia a la cantidad que se ofrece de un producto o servicio donde cuanto menor sea el precio menor será la oferta) y la Ley de la Demanda (hace referencia a la cantidad que se demanda de un producto o servicio donde a menor precio mayor será la demanda). La conjunción de ambas leyes hace variar los precios de los bienes y servicios, así como la competencia que, por su cuenta, hace que cuando se demande un producto habrá alguien que lo produzca y lo oferte produciéndose una interacción directa en el precio final del bien.