2 de agosto de 2022

La Psicología en la Inversión

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La psicología financiera se puede definir como la disciplina que estudia e interviene en las conductas relacionadas con el dinero, analizando la interacción de los Mercados Financieros con la naturaleza humana y ayudando a tomar mejores decisiones, en lo que a inversión se refiere, permitiendo hacer un uso correcto de las finanzas personales. Tanto la economía como la psicología son dos ciencias que estudian al ser humano haciendo énfasis en su comportamiento teniendo en cuenta las necesidades del hombre. Así, las dos, analizan las conductas y sus efectos sobre las decisiones, pero, eso sí, desde perspectivas diferentes: la economía lo hace explicando el comportamiento colectivo haciendo mayor uso del método deductivo; la psicología, por su parte, se acerca más por la vía de la salud relacionándola con lo material, traspasando la gestión de los gastos y la influencia de la cultura y dando más confianza en el dinero. Tocante al patrimonio personal, los matices psicológicos adquieren todavía un matiz más importante.

La psicología influye en cada una de las decisiones que tienen que tomar las personas. En este sentido, el mundo de la inversión no es diferente debido a que el inversor tiene que arriesgar su propio patrimonio, a sabiendas de que las emociones formarán una parte muy importante del negocio, hasta tal punto que si no son controladas serán quienes marquen la línea del éxito o del fracaso.

Los movimientos que se producen en los Mercados Financieros son el resultado de las decisiones que toman el conjunto de los inversores implicados en las transacciones que se llevan a cabo. Esos inversores son personas que sienten emociones de euforia cuando ven que ganan y emociones de pánico cuando ven que las pérdidas son las dominantes en sus carteras.

Una posición abierta siempre contempla un motivo de preocupación, cuando en realidad debería de ser al revés. El camino de las pérdidas siempre es más escabroso que el de las ganancias porque los pesares que producen las minusvalías no son equiparables a las alegrías que producen las plusvalías. Y es que el ser humano no está preparado para las pérdidas: su afán más inmediato es el de ganar, aunque el fin sea morir de éxito.

Los mercados se mueven por tendencias bajistas y alcistas, siendo el espejo del comportamiento de una gran mayoría de los inversores. Los sentimientos de miedo y avaricia son los causantes de la mayoría de los movimientos del mercado en el corto plazo, provocando las consabidas distorsiones. La psicología humana no afecta de la misma manera a todos los inversores. La diferencia está en los plazos marcados: las emociones son indirectamente proporcionales al plazo estimado de la inversión inicial.

Otro aspecto a tener en cuenta es el tipo de estrategia que se haya planteado: cuanto menos cuantitativa sea y más discrecional, mayor influencia ejercerán las emociones. Una vez más, la importancia de tener una estrategia bien definida puede aislar las perturbaciones que puedan generar las emociones.

Nadie está exento de tomar una mala decisión, pero conociendo nuestro perfil de inversor hay mucho terreno ganado para que la operación salga según lo previsto. Si el inversor no se conoce, podrá tomar en ocasiones decisiones precipitadas, basadas en un impulso de la intuición y no en el conocimiento, en los datos y en el pensamiento, llegando a provocar hasta un sentimiento de derrota.

Los avances tecnológicos también han llegado, para quedarse, en el mundo de las inversiones, sobre todo en el trading. La utilización de estos sistemas permite prescindir casi en su totalidad del efecto emocional al operar al margen del factor humano. Como en todos los ámbitos, hay diferentes opiniones: por un lado, están los defensores de la aplicación de la inteligencia artificial a las inversiones alegando que al quitar el factor emocional mejoran los resultados; por el otro, están los que opinan que una máquina no puede sustituir a la mente humana porque no tienen la capacidad de analizar todos los elementos que puedan influir en la oferta y la demanda. Lo que sí está claro es que los avances tecnológicos en la inversión ya son una realidad, dejando el horizonte abierto a la retirada de las emociones humanas para conseguir una eficiencia casi perfecta en los Mercados Financieros. Por si fuera poco, al ser incansables, son capaces de operar de manera ininterrumpida.

Al final, lo que dice la psicología es que de una forma natural se cometen errores, por eso, invertir en aprendizaje, es una buena manera de evitar los errores emocionales y no convertirnos en nuestros propios enemigos financieros.

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