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Cuando
nos reunimos, aunque no intercambiemos palabras, existe una comunicación no
verbal que está relacionada con los movimientos corporales, con los gestos, con
las actitudes, con la vestimenta, con la expresión emocional y hasta con el
maquillaje. Todo ello, al unísono, hace que el cuerpo en sí se vuelva social y
adquiera su propio sentido de identidad. En ese contexto, según los entendidos,
el pintalabios y su color también tiene mucho que ver. Se cree que es
originario de Egipto donde a la alta sociedad se enterraba con sus útiles de
maquillaje. 2.500 años a. de C. se solía representar a la reina sumeria Puabi de
Ur con los labios rojos, como símbolo de sensualidad femenina y de belleza. Por
entonces, la pintura labial estaba hecha de carbonato de plomo, sustancia muy
tóxica, lo que provocaba severas intoxicaciones tanto a quien la usaba como a
los amantes. De ahí surgió, por lo evidente, el dicho del “beso de la muerte”.
Culturas como la griega rechazaba el maquillaje por considerarlo un elemento de
traición.
Pasado
el tiempo, los franceses elogiaban al maquillaje como un signo de riqueza,
considerando los labios pintados como algo básico para las mujeres de la alta
sociedad. Llegando al punto de que el pintalabios rojo se relacionaba con la
juventud, la sensualidad, la belleza y la sofisticación. Y, desde comienzos de
siglo pasado, el “efecto lápiz de labios” (lipstick
effect) se ha vinculado a la necesidad de expresar agrado y frescura en
situaciones de crisis económicas.
Después
de los desenfrenados años 20, donde el consumismo fluía a raudales, llegó una
de las peores crisis económicas que se conocen. Y a continuación, la Segunda
Guerra Mundial. En esa época, lo que más llamaba la atención eran los labios
rojos, incrementándose las ventas de ese producto, muy asequible, siendo
suficiente para mostrar una cara bella sin necesidad de llevar otro tipo de
cosmético. Churchill lo consideró indispensable para levantar la moral de la
población y fue considerado producto de primera necesidad en contraposición a
otros productos y alimentos que fueron racionados. ¡La revista “Vogue” en 1941
su eslogan fue “Beauty is your duty” (La
belleza es tu deber)! convirtiéndose en un acto de compromiso patriótico en
contraposición al odio que le tenía a la cosmética Adolf Hitler. Las mujeres,
con sus labios pintados de rojo, eran las responsables, mediante sus
fotografías, de dar una buena imagen hacia el exterior.
Leonard
Lauder, presidente de la marca de lujo Estée Lauder, fue el que acuñó el
término “efecto lápiz de labios” (lipstick effect) al observar el aumento de
las ventas del lápiz de labios rojo durante la crisis económica derivada de los
atentados de las Torres Gemelas. Y muchas teorías le han dado la razón al coincidir
que en épocas de recesión se incremente el consumo de productos de cosmética a
contracorriente del resto de productos: los consumidores compran artículos
menos caros, dejando a los de más alto precio para épocas mejores y los
sustituyen por otros más sencillos y asequibles. En el caso de las mujeres,
compran productos de belleza que les hagan sentir más atractivas con el menor
coste. Según el comparador de precios online Idealo, la venta de pintalabios se
incrementó en un 234,54% en septiembre de 2020 con respecto al mes de febrero
del mismo año, mes anterior al inicio del confinamiento.
Rachel
Feldel, periodista y autora del libro “Red
Lipstick: An Ode to a Beauty Icon” (“Lápiz de labios rojos: una oda a un
icono de belleza”), argumenta que el lápiz de labios sube la moral, aportando a
las mujeres un sentido de normalidad, escondiendo la inseguridad y dando
sensación de control, aunque solo sea con la apariencia. Pintarse los labios da
una cierta normalidad en medio del caos que provoca cualquier tipo de crisis.
En
2012, en Estados Unidos, los estudiantes de la Texas Christian University
llevaron a cabo una investigación afirmando que, en épocas de incertidumbre,
las mujeres tienen más deseo de comprar productos que les hagan sentir más
atractivas, y el pintalabios rojo, tanto por su versatilidad como por su
precio, demostraron que era el producto más idóneo.
La
crisis provocada por la Covid-19, al llevar mascarilla, los ojos son los que
han cobrado más protagonismo, haciendo que se disparen los productos cosméticos
relacionados con ellos.
Como
en todo, también hay detractores que piensan que no existe ninguna correlación
entre esos comportamientos tan absurdos. Los lápices de labios, como cualquier
otro producto de cosmética, pueden aumentar tanto en épocas de recesión como en
épocas de prosperidad económica, argumentando que ese fenómeno no puede ser, de
ningún modo, un indicador fiable para predecir un acontecimiento tan importante
como es el comienzo de una crisis económica.
Muy curioso a la par que didáctico este artículo.
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