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Muchas personas con préstamos hipotecarios, por desgracia,
se han tenido que hacer esta pregunta en un momento difícil de su vida y la
respuesta no es fácil, pero no está todo perdido y sí se puede hacer algo. Ese
algo, quizás, no sea la panacea, pero es un atisbo que en muchos casos ha dado
satisfactorios resultados.
Todas las crisis, sean sorpresivas o no, siempre dejan
graves secuelas, pero también gran cantidad de lecciones aprendidas que se
podrán usar en el futuro si la situación se repitiera. Las crisis anteriores
han tenido consecuencias importantes en el Mercado Hipotecario porque muchos
ciudadanos habían comprado su vivienda en plena burbuja inmobiliaria y, de
pronto, la economía doméstica se les puso en su contra, siendo incapaces de
pagar las cuotas hipotecarias aumentando la morosidad y las ejecuciones
hipotecarias los castigaron sin misericordia, no sabiendo ni qué hacer en la
mayoría de los casos.
Pues bien, un préstamo hipotecario suele ser para casi toda
una vida y un posible revés económico familiar siempre sobrevuela durante todo
el tiempo que perdure la deuda. Si se está pagando una hipoteca y, por el
motivo que sea, la economía doméstica no es suficiente para hacerle frente a
las cuotas hipotecarias, que implacablemente caen cada mes, es el momento de
armarse de coraje y atacar la situación sin demora para no llegar al momento
tan comprometido del impago y perder, por ejemplo, la vivienda familiar, como
ocurrió en el pasado cuando estalló la burbuja inmobiliaria, dejando a muchas
familias en la calle sin su morada habitual. La información y la formación, en
materia hipotecaria, resulta vital para saber en qué punto del préstamo
hipotecario nos encontramos para atacar el problema de una forma más activa y
eficaz. Cualquier problema que surja, se debe de afrontar lo antes posible,
incluso antes de que ocurra. Ante las primeras dificultades para hacerle frente
a las cuotas hipotecarias hay que buscar soluciones fehacientes.