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El
intercambio de productos entre las personas se puede decir que existe desde los
comienzos de la civilización, pero no así el dinero. En un principio, era el
trueque (intercambio de unos productos por otros) la primera forma que existió
para la adquisición de los productos necesarios, dando lugar a la aparición de
los precios, propiciando la especialización de las profesiones. El trueque implicaba
una oferta y una demanda unipersonales, haciendo que el intercambio no fuese
todo lo eficiente que debiera. Con el paso del tiempo, y para hacer más fácil
el intercambio, se aceptaron, según las diferentes civilizaciones, como moneda
de cambio alimentos, conchas, piedras preciosas, oro, plata… La evolución del
comercio dio lugar a la unidad de cuenta mediante la acuñación de monedas
teniendo como base cualquier metal precioso, lo que se puede entender como el
inicio del dinero según se conoce hoy.
Antes de que
surgiese el dinero, las transacciones tenían un carácter inmediato. Productor y
consumidor tenían su momento de contacto, algo que no ocurre con el dinero
moderno: existe un desfase de tiempo entre la producción y el consumo, pudiendo,
incluso, existir en medio multitud de agentes de intermediación. Es más, hoy se
puede hasta diferir el pago mediante préstamos de dinero dando lugar a que el
dinero se considere como un activo financiero.
El dinero se
ha institucionalizado de tal manera que todo el mundo confía en él, aceptándolo
como contraprestación de un producto o servicio sin la necesidad de llegar a un
trato personalizado. Resulta suficiente pagar con dinero el precio establecido.
Esta confianza venía dada porque los Estados respaldaban su valor: en un
principio, había una garantía por la acuñación de unas monedas que tenían unas
medidas estándar, después los Estados garantizaban el cambio por el equivalente
en oro y, en la actualidad, desde que en 1971 Estados Unidos eliminó el patrón
oro, no existe un respaldo real. A partir de ese momento, los Bancos Centrales
mantienen el valor del dinero para que no se salga de unos cánones
preestablecidos, de ahí el nombre de dinero fiduciario (dinero cuyo valor no
viene dado por la existencia de unas reservas que lo respalden, sino por la
confianza que inspira su emisor).
El dinero
como tal desempeña tres funciones principales que, a su vez, están unidas entre
sí: es un medio de intercambio en sí mismo, es una unidad de cuenta y tiene su propio
valor a lo largo del tiempo.
El flujo del
dinero comienza cuando alguien toma la decisión de acudir al mercado a consumir
un bien o un servicio a cambio de dinero. En ese instante la economía comienza
a funcionar nutriéndose de ahí todo el entramado financiero.
La verdadera
magia del dinero es cuando éste se pone en circulación, no cuando se almacena
en cajas fuertes para que sea consumido poco a poco por la inflación, que no es
más que la pérdida de valor del dinero, no el aumento del precio de los productos
y servicios.
Cuando se le
da uso al peculio, es decir, cuando se le paga alguien por una contraprestación
ahí es donde comienza la cadena del flujo del dinero. Quien recibe ese dinero
lo da de nuevo a alguien, y ese alguien a otro alguien y así sucesivamente
replicando el proceso inicial.
Ese movimiento
genera un bien bidireccional ofreciendo una remuneración-contraprestación. Se
compra un bien porque se necesita. Se paga a quien participa en el proceso de
elaboración con su tiempo, su sabiduría, su habilidad, su esfuerzo, etc. A su
vez, una parte de ese dinero se destina al pago de impuestos que, a su vez,
tienen una repercusión directa en el que inició el proceso del flujo del dinero
y en todos los eslabones de la cadena.
Cada vez se
usa menos el papel moneda para las transacciones y aumenta el uso del dinero
digital. Cambia la forma de pagar, pero el flujo se mantiene; eso sí, entran en
escena otros sistemas que lo que hacen es formalizar cada una de las
transacciones con una simple anotación en cuenta. Para que este sistema engrane
y se evite la economía sumergida ha habido que crear una serie de organismos,
oficiales o privados, para que se garantice la fiabilidad del sistema y la
transparencia.
Como decía,
cuando el dinero se deposita en una caja fuerte, ese dinero se saca de
circulación y al salirse se crea un gran dilema: porque se rompe el flujo del
dinero. Por el contrario, al depositarlo en una institución financiera se pone
en circulación porque son ellos los encargados de ello.
Aun así, más
del 95% del dinero que está en circulación está compuesto por depósitos
bancarios. Las instituciones financieras no paran de crear dinero de la nada:
crean un depósito y, a la vez, una deuda. Es decir, cada vez que conceden un
crédito están creando un depósito, que es dinero.
El dinero se gana y se gasta permitiendo a los consumidores participar del sistema económico
El problema
viene cuando los depositantes acuden (en masa) al depositario a recuperar su
dinero y éste está en circulación. En ese caso, la quiebra de la institución
financiera está asegurada. Lo hemos visto, lo estamos viendo y lo veremos de
nuevo en el futuro.
Pero ¿cómo es
posible que un banco cree dinero cuando lo presta? Cuando alguien accede a una
sucursal bancaria a pedir un préstamo, el banco se lo presta quedando como
deudor, pero, a su vez, ha creado un depósito bancario que se traslada, por
ejemplo, al banco del vendedor de la vivienda (en el caso de que el prestatario
haya pedido un crédito para la compra de una vivienda). Ese dinero se le debe
al vendedor por lo que hay que cubrir ese pasivo pidiendo reservas al Banco Central.
El flujo de estas reservas siempre es entre los Bancos Centrales y los Bancos
Comerciales. Este dinero que se crea de la nada, igual que se crea se destruye,
sólo hay que volver al estado anterior y aquí no ha pasado nada.
La emisión de
dinero por los Bancos Centrales la determina la demanda de las instituciones
financieras y no al revés. Y lo hacen mediante subastas a un cierto tipo de
interés.
Todo el
dinero que existe se mueve entre los Bancos Centrales, las instituciones
financieras, las empresas y los hogares. Esto da lugar a una clasificación muy
simple del dinero: Broad Money (agregado monetario) es aquel dinero que
se encuentra en depósitos y el Base Money (base monetaria) es el dinero
de las reservas bancarias. El primero se genera por los bancos comerciales y el
segundo por los Bancos Centrales.
El dinero
como tal tiene un respaldo legal, pero no una garantía económica. Toda la
moneda de una economía es un activo para los hogares y los bancos comerciales,
pero es una deuda para los Bancos Centrales. El caso es que el dinero es una
promesa de pago en la que hay un activo y un pasivo: en un lado hay un depósito
y en el otro una deuda para alguien.
La moraleja
de todo esto es que el dinero se gana y se gasta permitiendo a los consumidores
participar del sistema económico. Si se limita el flujo del dinero en una
economía es porque se están evitando los gastos. Lo hemos visto sobradamente
durante la pandemia: cuando las ventas de los negocios disminuyen es un indicio
de que el movimiento del dinero está perdiendo velocidad. El dinero se mueve
gracias a las personas de tal forma que los recursos monetarios, puestos en
movimiento, tarde o temprano, retornan y esa es la idea principal para que el
dinero se ponga en circulación y no se quede estático.
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