23 de marzo de 2023

El flujo del dinero en la economía

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Adam Smith (1723 – 1790) ya dijo que el dinero, como medio de pago independiente, era el causante de pasar de una economía autárquica (sistema económico en el que un Estado se abastece con sus propios recursos, evitando en lo posible las importaciones) hacia una economía de intercambio abierta. Y tenía razón: la economía contemporánea no se podría entender sin el dinero y la confianza depositada en él como medio de pago. El dinero cambió al mundo y será capaz de volverlo a cambiar si es necesario. Todos lo utilizamos para el intercambio de bienes y servicios.

El intercambio de productos entre las personas se puede decir que existe desde los comienzos de la civilización, pero no así el dinero. En un principio, era el trueque (intercambio de unos productos por otros) la primera forma que existió para la adquisición de los productos necesarios, dando lugar a la aparición de los precios, propiciando la especialización de las profesiones. El trueque implicaba una oferta y una demanda unipersonales, haciendo que el intercambio no fuese todo lo eficiente que debiera. Con el paso del tiempo, y para hacer más fácil el intercambio, se aceptaron, según las diferentes civilizaciones, como moneda de cambio alimentos, conchas, piedras preciosas, oro, plata… La evolución del comercio dio lugar a la unidad de cuenta mediante la acuñación de monedas teniendo como base cualquier metal precioso, lo que se puede entender como el inicio del dinero según se conoce hoy.

Antes de que surgiese el dinero, las transacciones tenían un carácter inmediato. Productor y consumidor tenían su momento de contacto, algo que no ocurre con el dinero moderno: existe un desfase de tiempo entre la producción y el consumo, pudiendo, incluso, existir en medio multitud de agentes de intermediación. Es más, hoy se puede hasta diferir el pago mediante préstamos de dinero dando lugar a que el dinero se considere como un activo financiero.

El dinero se ha institucionalizado de tal manera que todo el mundo confía en él, aceptándolo como contraprestación de un producto o servicio sin la necesidad de llegar a un trato personalizado. Resulta suficiente pagar con dinero el precio establecido. Esta confianza venía dada porque los Estados respaldaban su valor: en un principio, había una garantía por la acuñación de unas monedas que tenían unas medidas estándar, después los Estados garantizaban el cambio por el equivalente en oro y, en la actualidad, desde que en 1971 Estados Unidos eliminó el patrón oro, no existe un respaldo real. A partir de ese momento, los Bancos Centrales mantienen el valor del dinero para que no se salga de unos cánones preestablecidos, de ahí el nombre de dinero fiduciario (dinero cuyo valor no viene dado por la existencia de unas reservas que lo respalden, sino por la confianza que inspira su emisor).

El dinero como tal desempeña tres funciones principales que, a su vez, están unidas entre sí: es un medio de intercambio en sí mismo, es una unidad de cuenta y tiene su propio valor a lo largo del tiempo.

El flujo del dinero comienza cuando alguien toma la decisión de acudir al mercado a consumir un bien o un servicio a cambio de dinero. En ese instante la economía comienza a funcionar nutriéndose de ahí todo el entramado financiero.

La verdadera magia del dinero es cuando éste se pone en circulación, no cuando se almacena en cajas fuertes para que sea consumido poco a poco por la inflación, que no es más que la pérdida de valor del dinero, no el aumento del precio de los productos y servicios.

Cuando se le da uso al peculio, es decir, cuando se le paga alguien por una contraprestación ahí es donde comienza la cadena del flujo del dinero. Quien recibe ese dinero lo da de nuevo a alguien, y ese alguien a otro alguien y así sucesivamente replicando el proceso inicial.

Ese movimiento genera un bien bidireccional ofreciendo una remuneración-contraprestación. Se compra un bien porque se necesita. Se paga a quien participa en el proceso de elaboración con su tiempo, su sabiduría, su habilidad, su esfuerzo, etc. A su vez, una parte de ese dinero se destina al pago de impuestos que, a su vez, tienen una repercusión directa en el que inició el proceso del flujo del dinero y en todos los eslabones de la cadena.

Cada vez se usa menos el papel moneda para las transacciones y aumenta el uso del dinero digital. Cambia la forma de pagar, pero el flujo se mantiene; eso sí, entran en escena otros sistemas que lo que hacen es formalizar cada una de las transacciones con una simple anotación en cuenta. Para que este sistema engrane y se evite la economía sumergida ha habido que crear una serie de organismos, oficiales o privados, para que se garantice la fiabilidad del sistema y la transparencia.

Como decía, cuando el dinero se deposita en una caja fuerte, ese dinero se saca de circulación y al salirse se crea un gran dilema: porque se rompe el flujo del dinero. Por el contrario, al depositarlo en una institución financiera se pone en circulación porque son ellos los encargados de ello.

Aun así, más del 95% del dinero que está en circulación está compuesto por depósitos bancarios. Las instituciones financieras no paran de crear dinero de la nada: crean un depósito y, a la vez, una deuda. Es decir, cada vez que conceden un crédito están creando un depósito, que es dinero.

El dinero se gana y se gasta permitiendo a los consumidores participar del sistema económico

El problema viene cuando los depositantes acuden (en masa) al depositario a recuperar su dinero y éste está en circulación. En ese caso, la quiebra de la institución financiera está asegurada. Lo hemos visto, lo estamos viendo y lo veremos de nuevo en el futuro.

Pero ¿cómo es posible que un banco cree dinero cuando lo presta? Cuando alguien accede a una sucursal bancaria a pedir un préstamo, el banco se lo presta quedando como deudor, pero, a su vez, ha creado un depósito bancario que se traslada, por ejemplo, al banco del vendedor de la vivienda (en el caso de que el prestatario haya pedido un crédito para la compra de una vivienda). Ese dinero se le debe al vendedor por lo que hay que cubrir ese pasivo pidiendo reservas al Banco Central. El flujo de estas reservas siempre es entre los Bancos Centrales y los Bancos Comerciales. Este dinero que se crea de la nada, igual que se crea se destruye, sólo hay que volver al estado anterior y aquí no ha pasado nada.

La emisión de dinero por los Bancos Centrales la determina la demanda de las instituciones financieras y no al revés. Y lo hacen mediante subastas a un cierto tipo de interés.

Todo el dinero que existe se mueve entre los Bancos Centrales, las instituciones financieras, las empresas y los hogares. Esto da lugar a una clasificación muy simple del dinero: Broad Money (agregado monetario) es aquel dinero que se encuentra en depósitos y el Base Money (base monetaria) es el dinero de las reservas bancarias. El primero se genera por los bancos comerciales y el segundo por los Bancos Centrales.

El dinero como tal tiene un respaldo legal, pero no una garantía económica. Toda la moneda de una economía es un activo para los hogares y los bancos comerciales, pero es una deuda para los Bancos Centrales. El caso es que el dinero es una promesa de pago en la que hay un activo y un pasivo: en un lado hay un depósito y en el otro una deuda para alguien.

La moraleja de todo esto es que el dinero se gana y se gasta permitiendo a los consumidores participar del sistema económico. Si se limita el flujo del dinero en una economía es porque se están evitando los gastos. Lo hemos visto sobradamente durante la pandemia: cuando las ventas de los negocios disminuyen es un indicio de que el movimiento del dinero está perdiendo velocidad. El dinero se mueve gracias a las personas de tal forma que los recursos monetarios, puestos en movimiento, tarde o temprano, retornan y esa es la idea principal para que el dinero se ponga en circulación y no se quede estático.

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