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El reto
pasará por cambiar el futuro del envejecimiento creando un nuevo mapa de la
vida con el fin de conseguir que las vidas más largas sean mejores en cada
etapa, dejando a un lado, quizás, la idea del ciclo de educación, trabajo y
jubilación. Los centenarios del futuro ya están llegando, pero la sociedad no
está preparada para afrontar una vida tan longeva. Ya lo estamos viendo: ya se
ha perdido el mapa de finales del siglo XX cuando el periodo de formación
duraba unos 20 años, a continuación, le seguía el laboral y a los 65 años
comenzaba la edad dorada.
El periodo en
activo será complicado porque se comenzará a trabajar en un oficio que no se
parecerá en nada al que se tendrá cuando finalice la etapa laboral. Muchos
emprendedores y trabajadores ya lo están sufriendo: piensen en aquéllos que
trabajaban en los videoclubs, piensen en el futuro que les espera a los kioscos
de prensa, a los libreros, a los traductores e intérpretes, a las cajeras de los
supermercados, a los relojeros, etc. No sigo porque el espacio que tengo para
escribir es finito y lo ocuparía con la cantidad de profesiones que tienden a
su irremediable desaparición.
En cierto
modo, este futuro ya está aquí. Ya empieza a ser habitual ver conviviendo hasta
cuatro generaciones de una misma familia.
Por otro
lado, la corriente de los inmortalistas ya se está haciendo oír. Existe, de
hecho, una industria tecnológica que está buscando métodos para engañar a la
muerte: tomando fármacos o congelando el cerebro para revivirlo más tarde.
Evidentemente, todo esto ya está avalado por los inversores de capital riesgo
que se están centrando en las empresas dedicadas a la longevidad. Estas
empresas trabajan bajo la creencia de que el envejecimiento es “la principal
causa de la muerte”. Han aceptado el envejecimiento y la muerte como
inevitables, pero encontrarán la receta para resolver este problema. No se
trata de fe, se trata de conocimiento. Su deseo es que el personal sanitario se
centre más en los cuidados preventivos que intensivos, afianzándose en la idea
de que prevenir es curar. Quizás tengan razón, porque desde que las empresas
tienen un departamento de prevención de riesgos hay menos accidentes laborales,
sobre todo mortales.
El argumento
evolutivo del envejecimiento es que cada generación debe de morir para dar paso
a la siguiente. El hecho de que el cuerpo se averíe en un momento determinado
no es un defecto de diseño (el cuerpo es una máquina perfecta), sino una
característica. Vivir supone un desgaste que produce unos daños que en la
mayoría de los casos son reparables, pero todo tiene un límite. El
envejecimiento en sí no puede ser una enfermedad: una enfermedad tiene sus
causas y no es universal, sin embargo, el envejecimiento es universal para
todos los seres vivos, y su única causa es el desgaste producido por el tiempo.
Los
científicos siempre han estudiado para encontrar la fórmula del envejecimiento
con una cierta calidad de vida. A lo largo de la historia se han oído muchas
leyendas sobre la fuente eterna de la juventud dejando una profunda huella en
la cultura global. En el fondo, se le tiene miedo a la vejez y a la inevitable
muerte, pero muchos millonarios quieren ser eternos y gastan sumas ingentes de
dinero en intentar alcanzar el elixir de la vida.
Los
científicos tienen también muy claro que tarde o temprano moriremos por un
accidente, pero nunca por muerte natural. Lo que sí está claro es que España
sigue siendo uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo y la tendencia
es al alza, pero la longevidad sigue siendo un reto para el ser humano, que
intenta, por todos los medios, retrasar el momento de la muerte, llegándose a
hablar ya de la muerte de la muerte.
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