16 de octubre de 2024

¿Quién quiere vivir para siempre?

Foto by pixabay.com
A pesar de los pesares, la esperanza de vida al nacer no ha parado de crecer. Allá por el año 1300 era tan solo de 24 años, hoy sobrepasa con creces los 80 años y se espera que la mayoría de los recién nacidos lleguen a los 100 años. Ahora bien, si se consigue entender lo que supone vivir 100 años, será un regalo divino, pero si se ignora, será una maldición al no estar preparados para que tanta gente viva tanto tiempo: esa gente tan longeva, cambiará de profesión varias veces y estará en activo hasta cerca de los 80 años. Siendo así, la gestión de las finanzas tendrá que ser modificada para que los ahorros lleguen hasta los 100 años y habrá que modificar el Sistema Público de Pensiones. Además, los patrones de consumo tendrán que adaptarse al gusto de los nuevos consumidores. Hasta las ciudades, los edificios y los hogares tendrán que ser más accesibles para la legión de ancianos que se avecina. Todo ello sin olvidar que la búsqueda de la inmortalidad ya se ha puesto en marcha y con la fuerza que ha cogido ya no hay quien la pare; es más, ya se ha convertido en una nueva temática inversora con un ejército de adeptos. La ciencia siempre ha estado indagando sobre la inmortalidad y ahora, parece ser, ya ha dejado de ser una fantasía inalcanzable. De momento, quedémonos con que la esperanza de vida se acercará a los tres dígitos este siglo.

El reto pasará por cambiar el futuro del envejecimiento creando un nuevo mapa de la vida con el fin de conseguir que las vidas más largas sean mejores en cada etapa, dejando a un lado, quizás, la idea del ciclo de educación, trabajo y jubilación. Los centenarios del futuro ya están llegando, pero la sociedad no está preparada para afrontar una vida tan longeva. Ya lo estamos viendo: ya se ha perdido el mapa de finales del siglo XX cuando el periodo de formación duraba unos 20 años, a continuación, le seguía el laboral y a los 65 años comenzaba la edad dorada.

El periodo en activo será complicado porque se comenzará a trabajar en un oficio que no se parecerá en nada al que se tendrá cuando finalice la etapa laboral. Muchos emprendedores y trabajadores ya lo están sufriendo: piensen en aquéllos que trabajaban en los videoclubs, piensen en el futuro que les espera a los kioscos de prensa, a los libreros, a los traductores e intérpretes, a las cajeras de los supermercados, a los relojeros, etc. No sigo porque el espacio que tengo para escribir es finito y lo ocuparía con la cantidad de profesiones que tienden a su irremediable desaparición.

En cierto modo, este futuro ya está aquí. Ya empieza a ser habitual ver conviviendo hasta cuatro generaciones de una misma familia.

Por otro lado, la corriente de los inmortalistas ya se está haciendo oír. Existe, de hecho, una industria tecnológica que está buscando métodos para engañar a la muerte: tomando fármacos o congelando el cerebro para revivirlo más tarde. Evidentemente, todo esto ya está avalado por los inversores de capital riesgo que se están centrando en las empresas dedicadas a la longevidad. Estas empresas trabajan bajo la creencia de que el envejecimiento es “la principal causa de la muerte”. Han aceptado el envejecimiento y la muerte como inevitables, pero encontrarán la receta para resolver este problema. No se trata de fe, se trata de conocimiento. Su deseo es que el personal sanitario se centre más en los cuidados preventivos que intensivos, afianzándose en la idea de que prevenir es curar. Quizás tengan razón, porque desde que las empresas tienen un departamento de prevención de riesgos hay menos accidentes laborales, sobre todo mortales.

El argumento evolutivo del envejecimiento es que cada generación debe de morir para dar paso a la siguiente. El hecho de que el cuerpo se averíe en un momento determinado no es un defecto de diseño (el cuerpo es una máquina perfecta), sino una característica. Vivir supone un desgaste que produce unos daños que en la mayoría de los casos son reparables, pero todo tiene un límite. El envejecimiento en sí no puede ser una enfermedad: una enfermedad tiene sus causas y no es universal, sin embargo, el envejecimiento es universal para todos los seres vivos, y su única causa es el desgaste producido por el tiempo.

Los científicos siempre han estudiado para encontrar la fórmula del envejecimiento con una cierta calidad de vida. A lo largo de la historia se han oído muchas leyendas sobre la fuente eterna de la juventud dejando una profunda huella en la cultura global. En el fondo, se le tiene miedo a la vejez y a la inevitable muerte, pero muchos millonarios quieren ser eternos y gastan sumas ingentes de dinero en intentar alcanzar el elixir de la vida.

Los científicos tienen también muy claro que tarde o temprano moriremos por un accidente, pero nunca por muerte natural. Lo que sí está claro es que España sigue siendo uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo y la tendencia es al alza, pero la longevidad sigue siendo un reto para el ser humano, que intenta, por todos los medios, retrasar el momento de la muerte, llegándose a hablar ya de la muerte de la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario