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Tengan claro que uno de los actores protagonistas del tejido
productivo español y uno de los responsables de la generación de empleo es el
trabajador autónomo. Sin embargo, siendo también un sufridor de la
inestabilidad financiera, además de su misión recaudadora de impuestos, es el
gran olvidado al no reconocérsele una serie de derechos que también le deben de
corresponder para que lo igualen al trabajador asalariado, es decir, a su
propio trabajador. Sus ingresos, al ser variables por no disponer de una nómina
fija, van en función de la demanda de sus servicios y de los costes, por lo que
en no pocas ocasiones los ingresos acaban en la reinversión de su propio
negocio, con la adquisición de productos para la generación de nuevos servicios
que se adapten a la evolución lógica de la vida.
Las pensiones de los trabajadores no están en peligro de
desaparición, pero sí de reducción de su cuantía. Esto que acabo de decir, que
no es más que un secreto a voces, encuentra su máximo exponente en la pensión
de jubilación de los trabajadores por cuenta propia. El encadenamiento de
varias crisis económicas y el progresivo envejecimiento de la población son un
lastre demasiado pesado, mermando los fondos de los que se sustentan los
recursos para satisfacer las pensiones de los jubilados. Los expertos y la
ciencia exacta de las matemáticas corroboran que el ahorro privado debe de ser
un complemento a las pensiones estatales sin sustituirlas. Por lo tanto, los
trabajadores en general y los autónomos en particular deben de aprenderse esa
lección. Es curioso que más del 40% de los trabajadores por cuenta propia, que
son los más interesados, no tienen contratado ningún vehículo de ahorro para
hacer uso de él cuando llegue el momento de la edad dorada.