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1 de agosto de 2023

Tipos de Pensiones que existen

Basándose en un modelo de reparto y de solidaridad intergeneracional, la Seguridad Social no deja de ser un programa de bienestar que proporciona unas determinadas coberturas a todos los habitantes que las necesiten. Uno de los pilares del Estado de Bienestar son las pensiones públicas que garantizan el cobro de unas prestaciones económicas: tal es el caso de la jubilación, viudedad, orfandad o en el supuesto de una enfermedad permanente.

Para acceder a una pensión hay que cumplir una serie de requisitos, siendo el requisito fundamental el haber cumplido unos tiempos mínimos de cotización al sistema. Este criterio es el que hace que las pensiones se dividan en dos tipos: contributivas y no contributivas, teniendo cada una de ellas su propio conjunto de subgrupos que identifican la situación de las personas que las perciben. Estas prestaciones cubren la pérdida de ingresos que sufre una persona cuando pone fin a la etapa laboral. Es importante, por ello, conocer cuándo se tiene derecho al cobro de cada una de ellas.

3 de mayo de 2022

¿Cotizarán los robots a la Seguridad Social?

Foto by pixabay.com
Tras una revolución mercantil los efectos económicos suelen ser positivos para el largo plazo, pero no para el corto. Por un lado, está la reducción de los costes y el aumento de la productividad. Por otro, una parte de los trabajadores son expulsados del mercado laboral como ha sido el caso del sector de la automoción y del sistema bancario.

Nuestro sistema de reparto, que no ha sido malo, siendo concebido para implantar una serie de políticas de protección de la clase obrera, con un claro enfoque asistencial y solidario, empieza a renquear: las cohortes activas cada vez son menos y las cohortes pasivas cada vez son más. Y, lo peor, es que esa divergencia cada vez será mayor debido a que la esperanza de vida sigue aumentando en similar proporción que disminuye el tiempo de cotización de la etapa en que se está en activo.

Una de las consecuencias que puede traer esta “nueva revolución industrial” será de un carácter meramente social, llegándonos a plantear la conveniencia o no de que las máquinas inteligentes, que son capaces de reducir la mano operativa del hombre, coticen a la Seguridad Social. El Parlamento Europeo, no ajeno a este problema, quiere ya ir sentando las bases sobre una legislación específica en materia de la inteligencia artificial y la robótica que afecten de una manera directa al mercado de trabajo y al sistema de la Seguridad Social. Todo ello es debido a que el desarrollo de la tecnología en el mundo de la robótica conlleva que esas máquinas inteligentes asuman en gran medida el trabajo que hasta hace poco era realizado por personas. Esa situación supone, entre otras cosas, un ahorro en lo que a cotizaciones se refiere.

25 de enero de 2022

El importe de la Pensión de Jubilación también dependerá de nosotros mismos

Foto by pixabay.com
La vida está plagada de incertidumbres, estando relacionadas con el futuro económico personal gran parte de ellas. Los sistemas públicos de pensiones, con el tiempo, debido al cambio demográfico y a factores económicos, han ido adquiriendo desequilibrios. El aumento de la esperanza de vida es directamente proporcional al pago de pensiones durante más tiempo. De igual modo, el descenso de la natalidad anticipa una reducción futura de cotizaciones para pagar las pensiones estatales del futuro. Cuando se ideó la viabilidad del sistema en vigor nunca se pensó, por ejemplo, que podrían coincidir hasta dos generaciones recibiendo una pensión pública, y no me refiero a que esta situación surja de una forma esporádica: según va pasando el tiempo ocurre con más frecuencia.

Durante la etapa laboral, se realizan aportaciones con el fin de abonar las pensiones públicas de los jubilados existentes en ese momento; cuando finaliza esa etapa, el proceso se invierte y sigue sucediendo lo mismo, con la diferencia de que serán otros trabajadores los que hagan las aportaciones pertinentes para que aquellos trabajadores iniciales cobren su merecida retribución pública. Respecto a los factores económicos que decía, se reflejan perfectamente en el déficit del sistema en tanto que los gastos superan a los ingresos según estaban establecidos, provocando, ya lo hemos visto, la liquidación del Fondo de Reserva de la Seguridad Social. La falta de previsión induce a que el sistema público se vea abocado al fracaso, quedando como casi única solución complementar la pensión con el ahorro privado. Cuando hablo de fracaso no me refiero a quiebra, porque las pensiones nunca quebrarán si el Estado no lo hace antes, me refiero a que las cuantías no serán equiparables a las actuales rozando la posibilidad de que no sean capaces de satisfacer las necesidades básicas financieras. Ni qué decir tiene que la pensión pública no será capaz de conseguir el nivel de vida de la época en que se estuvo en activo.

2 de noviembre de 2021

Seguridad Social, ¿Reparto o Capitalización?

La Seguridad Social es el pilar de nuestro sistema de protección de prestaciones de asistencia sanitaria y pensiones. Sin embargo, ya son muchos los economistas especializados en sistemas de financiación, los que anticipan una posible quiebra de la Seguridad Social en los países más desarrollados. España, según ellos, tampoco es ajena a este problema debido a que la población está envejeciendo al aumentar la esperanza de vida, lo que impide que el dinero que se recaude de los trabajadores en activo, en el futuro, sea insuficiente para cubrir el monto necesario para sufragar las pensiones de los mayores. Añaden, también, el desconocimiento generalizado en materia de pensiones públicas y la falta de concienciación de una población que da por hecho que alguien vendrá que lo arreglará.

Nuestra Seguridad Social data de 1883 cuando la Comisión de Reformas Sociales de la época realizó los primeros estudios. De aquellos vientos, en 1908, surge el Instituto Nacional de Previsión y aparecen los primeros sistemas de cotización obligatoria. Poco a poco van surgiendo diversas coberturas obligatorias como el Seguro para el Retiro Obrero (1919), Seguro Obligatorio de Maternidad (1923), Seguro de Paro Forzoso (1931), Seguro de enfermedad (1942) y el SOVI (Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidad) en 1947. No dejan de aparecer mutualidades laborales, pero todo era insuficiente hasta que en 1963 surge la primera Ley de Bases de la Seguridad Social, precursora de la Ley General de la Seguridad Social que entra en vigor el 1 de enero de 1997 siendo el inicio de nuestro actual sistema de Seguridad Social descrito en el artículo 41 de la Constitución como un “régimen público”.

Posteriormente, se han ido realizando ampliaciones y modificaciones ante la insostenibilidad del sistema hasta que se incluye en los Presupuestos Generales del Estado, suscribiéndose en 1995 el Pacto de Toledo con la intención de garantizar el futuro de las prestaciones. Este Pacto incorpora grandes cambios como la creación de un Fondo de Reserva con los excedentes de ingresos, un sistema de financiación independiente, prestaciones no contributivas y mecanismos de jubilación flexibles. Las Pensiones Públicas son un derecho de los ciudadanos que nuestra Constitución recoge en su artículo 50: “Los poderes públicos garantizan, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad”. Por lo tanto y sin lugar a duda, tienen más riesgo de quiebra los Fondos Privados de Pensiones.

22 de febrero de 2021

Cómo complementar la pensión pública con la vivienda

Foto by pixabay.com
Los miembros de la generación “baby boomers” (los nacidos entre 1960 y 1975) se preparan para vivir su tercera vida impregnada de todo lo que han aprendido, enfrentándose al gran reto de la longevidad que les hará coexistir con un posible escenario de ajuste a la baja de las pensiones públicas unido a la falta de ahorro acumulado, lo que les hará sufrir un posible empobrecimiento de su nivel de vida en su época dorada debido a una mayor cantidad de personas pasivas que tendrán implícita la condición de vivir más años, lo que implica que los pensionistas que se van incorporando al Sistema de Pensiones Español serán los que más recursos necesiten debido a que serán los que más tiempo permanezcan en el mismo.

Ante este caldo de cultivo, tendrán que hacer frente a una pensión insuficiente para sus necesidades financieras, problema que se verá agravado al no disponer ya de tiempo suficiente como para generar un ahorro periódico durante su corta etapa restante de actividad, no siendo conscientes, a lo largo de su vida laboral, del beneficio que supone el ahorro para complementar el importe de la pensión pública. Entrecomillo “ahorro” porque no es exacto decir que esta generación no ha ahorrado: lo ha hecho, pero en vivienda, dejando de lado los activos financieros. España es un país de propiedades inmobiliarias donde más del 70 por ciento de la riqueza de las familias se encuentra en que su vivienda habitual es en propiedad; además, según una encuesta realizada por el Banco de España, casi el 40% tiene más de una vivienda. En ningún gran país europeo hay tanto ahorro concentrado en vivienda, llegando a ser más de 600.000 millones de euros los que las personas mayores de 65 años cuentan en su patrimonio inmobiliario. Esta circunstancia hace que esa fuente de ahorro pueda ser susceptible de convertirse en liquidez sin, en la mayoría de los casos, dejar de morar en la vivienda habitual. No nos olvidemos que la mayoría prefiere envejecer en su morada de toda la vida y dejarla en herencia a sus descendientes. Esa liquidez bien se podría usar para potenciar los ingresos durante el periodo de jubilación.

5 de octubre de 2020

Dios hizo al trabajador autónomo de un barro diferente

Foto by pixabay.com
Tengan claro que uno de los actores protagonistas del tejido productivo español y uno de los responsables de la generación de empleo es el trabajador autónomo. Sin embargo, siendo también un sufridor de la inestabilidad financiera, además de su misión recaudadora de impuestos, es el gran olvidado al no reconocérsele una serie de derechos que también le deben de corresponder para que lo igualen al trabajador asalariado, es decir, a su propio trabajador. Sus ingresos, al ser variables por no disponer de una nómina fija, van en función de la demanda de sus servicios y de los costes, por lo que en no pocas ocasiones los ingresos acaban en la reinversión de su propio negocio, con la adquisición de productos para la generación de nuevos servicios que se adapten a la evolución lógica de la vida.

Las pensiones de los trabajadores no están en peligro de desaparición, pero sí de reducción de su cuantía. Esto que acabo de decir, que no es más que un secreto a voces, encuentra su máximo exponente en la pensión de jubilación de los trabajadores por cuenta propia. El encadenamiento de varias crisis económicas y el progresivo envejecimiento de la población son un lastre demasiado pesado, mermando los fondos de los que se sustentan los recursos para satisfacer las pensiones de los jubilados. Los expertos y la ciencia exacta de las matemáticas corroboran que el ahorro privado debe de ser un complemento a las pensiones estatales sin sustituirlas. Por lo tanto, los trabajadores en general y los autónomos en particular deben de aprenderse esa lección. Es curioso que más del 40% de los trabajadores por cuenta propia, que son los más interesados, no tienen contratado ningún vehículo de ahorro para hacer uso de él cuando llegue el momento de la edad dorada.

13 de julio de 2020

Movimiento FIRE: mito o realidad


Ahora que peligra el futuro de las pensiones, el “Movimiento FIRE” asegura que es posible jubilarse antes de cumplir los 50 años (incluso antes de los 40) cambiando, únicamente, el estilo de vida. Si nos remontamos al pasado, con trabajar se tenía solucionado el tema de las pensiones porque para eso se pagaba a la Seguridad Social. Esa pensión de jubilación aseguraba la independencia financiera en el momento de llegar a la edad dorada. Y así ha sido. Es más, cuando la crisis llegó al momento más álgido de la estrangulación financiera, no pocos se refugiaron en las pensiones de sus ascendientes, incluso sacándolos de sus residencias para poder sortear sus peores momentos económicos. El caso es que las pensiones cumplieron milimétricamente, como si de un reloj suizo se tratase, con su cometido. Por el contrario, el futuro no es tan lisonjero: seguirá habiendo pensiones, seguro, pero se verán reducidos los importes a percibir hasta límites insospechados. Con este panorama tan desolador, aderezado por los peores pronósticos de los gurús económicos, las próximas generaciones nos veremos trabajando hasta los 75 años para percibir una pensión ridícula, que no cubrirá ni siquiera nuestras necesidades económicas más esenciales.

En medio de este contexto, y cuando parece que está más complicado el futuro de las pensiones, llega el “Movimiento FIRE” (Financial Independence and Retire Early -Independencia Financiera y Jubilación Temprana-). Sin parar de ganar adeptos en España (copiando la idea de países como Estados Unidos, Alemania o Reino Unido) viene con nuevas ideas para solucionar nuestro porvenir financiero. El movimiento surge en el momento en que el consumismo está más arraigado entre la población, animando a los jóvenes a ahorrar para poder dejar de trabajar, apostando por la austeridad y la generación de ingresos pasivos (aquellos que no requieren de una presencia física o una actuación directa) con el fin último de conseguir la independencia financiera.

6 de julio de 2020

Mochila Austriaca vs. Cuentas Nocionales


Cualquier encuesta que se precie, a la pregunta sobre qué nos preocupa a los españoles, saldrá una amplia mayoría que responda con su incertidumbre sobre la viabilidad futura del Sistema Público de Pensiones tal y como lo conocemos hoy en día, proponiendo, eso sí, a su medida, que se acometan cambios sin que nos afecte mucho con el fin de adaptar el sistema a la transformación demográfica y social que se está llevando a cabo en nuestro país.

Los cálculos que hacen los expertos no generan mucho optimismo que digamos. Dicen que para el 2050 se esperan 15 millones de pensionistas. Usando el sistema actual de reparto, se necesitarían más de 28 millones de cotizantes a la Seguridad Social para asumir, sin demasiadas dificultades, el pago de las pensiones tal y como las conocemos hoy. A tenor de las citadas cifras, nuestro Sistema de Pensiones está abocado, sin remedio, a una merma sustancial en la cuantía de reparto a cada pensionista para descartar su quiebra técnica. Con el fin de evitar ese futuro tan drástico y no imposible que nos espera, constantemente se están planteando nuevas medidas para, según se pueda, irlas implantando con el consiguiente consenso entre los diferentes actores que intervienen en el proceso. Todas esas medidas pasan por el aumento del ahorro complementario, bien sea público o privado, de cara a la futura jubilación. Tal es el caso, que ya nos hemos familiarizado con los tecnicismos que trae causa esta entrada.