La expresión “efecto Mateo” proviene de la cita
bíblica que aparece en la Parábola del Sembrador y en la Parábola de los
Talentos del Evangelio de San Mateo (Mateo 13,12 y Mateo 25,29, respectivamente),
en la Parábola de las Diez Minas del Evangelio de San Lucas (Lucas 19,26) y en
la Parábola del Sembrador del Evangelio de San Marcos (Marcos 4,25): “porque
a quien tiene, se le dará y sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se
le quitará”.
Robert K. Merton (1910 – 2003), profesor de Sociología de la
Ciencia en Harvard, en Tulane y en la Universidad de Columbia, dejando de lado
lo eclesiástico de la cita bíblica, fue el primero que utilizó el concepto de
“efecto Mateo” aplicándolo a la producción científica y explicándolo en su
artículo The Matthew effect in sciencie publicado en 1968 en Science,
teniendo un gran impacto y extendiéndose a otras disciplinas como la
psicología, la educación, las finanzas… Decía Merton que un científico de
nombre reconocido tendrá menos problemas para hacer valer sus investigaciones,
sobre un determinado tema, que otro cuyo nombre y habilidades todavía sean
desconocidas: tanto el éxito como el reconocimiento queda siempre relegado a
una misma minoría privilegiada, dándose el caso que en la mayoría de las
ocasiones los inventos científicos no se le atribuyen al que lo descubrió en
primer lugar.