22 de junio de 2020

La Biblia como libro de enseñanza financiera


No digo nada nuevo afirmando que la Biblia es el libro más importante que se ha escrito jamás y que tanto el mundo occidental como parte del oriental, sin su existencia, serían muy diferentes de como los conocemos actualmente. No digo, tampoco, nada nuevo afirmando que es uno de los libros más leídos, copiado y traducido aun siendo ilegal su lectura o posesión en algunos lugares. Es amado y odiado, es injuriado, es alabado y maldecido, ha provocado guerras y ha hecho tambalear hasta al propio Imperio Romano. Sin embargo, manteniéndome al margen de la creencia o no de las Escrituras Sagradas, está lleno de enseñanza y sabiduría de toda índole, incluso financiera.

Sorprende que Jesús hable del dinero más veces que del cielo y del infierno. Más del 40% de las parábolas hablan de cómo manejar las finanzas personales. Algunos estudiosos de la Biblia son economistas que encuentran soluciones a los problemas financieros de hoy. Si se aplicasen los principios de Dios, dicen, dejaríamos de tener deudas, a gastar mejor el dinero, aumentaría el ahorro y seríamos más solidarios con quien lo necesita. No nos olvidemos que según se maneje el dinero, puede ser una bendición o una maldición.

Es prácticamente imposible, pero intentaré recopilar en este artículo los versículos que mejor traten el manejo de las finanzas y más enseñanza proporcionen. 

Fondo de emergencia. Génesis 41: 34, 35, 36 “Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia. Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre”. Pocos comentarios necesita este pasaje donde José, hijo de Jacob, interpreta el sueño del Faraón y está considerado como el primer pronóstico macroeconómico de la historia. El propio Keynes lo ratificó en los años 30 del siglo pasado: “en los años buenos, haz superávit; en los malos, ten déficits”. Observen que la primera parte de la frase la cumplimos a medias y la segunda a rajatabla: la deuda aumentó con la crisis, pero no el superávit con la misma proporción. Los Mercados Financieros generan etapas de bonanza y etapas de apretarse el cinturón. En las buenas, tiene todo el sentido del mundo ahorrar recursos para cubrir los momentos más difíciles. 

Diversificación. Eclesiastés 11: 2 “Reparte a siete, y aun a ocho, porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra”. No se puede ser más claro. Se puede decir de otra forma: “no poner todos los huevos en la misma cesta” pero en definitiva estamos hablando de lo mismo: de la importancia que tiene la diversificación en las inversiones. Las plagas de langostas siempre están al acecho, por lo tanto, invertir el ahorro en diferentes valores tiene todo el sentido para evitar que el desastre en uno no se generalice y se contagie a los demás. Sin lugar a dudas, diversificar reduce el riesgo de forma considerable. 

Deuda. Aunque la Biblia no prohíbe explícitamente la deuda, ni la considera pecaminosa, sí habla de los efectos que tienen los préstamos y sus prestamistas. Sin meterse en detalles de cómo endeudarse o cómo gestionar los créditos, lo que pretende es aclarar cómo dar un buen uso a un préstamo o a una línea de crédito. Proverbios 22: 7 “El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta”. Tiene su lógica: pagar la deuda implica trabajar para ese fin y así evitar el efecto dependiente que tiene el dinero. 

Herencia. Eclesiastés 5: 13, 14 “Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por los dueños para su mal; las cuales se perdieron en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano”. Aunque el pasaje muestra el desastre para el hijo tengo que añadir que no es menos para el padre. La esperanza de vida cada vez es mayor. Quizás es peor la desgracia para el inversor que para sus descendientes. El futuro es incierto, pero es cierto que, con el aumento de edad, aumenta de forma proporcional el gasto destinado a la dependencia y el ahorro del pasado tiene hueco en ese presente. 

Presupuesto. Lucas 14: 28, 29, 30 “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar”. Planificar el ahorro conlleva no sucumbir ante los imprevistos y una gestión para los años venideros que se disfrutarán con la jubilación. Tan importante como la planificación del ahorro es la planificación de los gastos. El gasto, sobre todo en las primeras necesidades, es irremediable y se debe de cubrir de inmediato, para el resto ya habrá tiempo porque para ello hemos creado una “torre” que nos dará cobijo. 

Dinero fácil. La Biblia vuelve a ser muy clara con respecto al dinero fácil (léase loterías o los archiconocidos “pelotazos”). Proverbios 28: 22 “Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir la pobreza”. Cierto. El dinero fácil, según viene, se va. 

Trabajo remunerado. Proverbios 24: 27 “Prepara tus labores fuera, y disponlas en tus campos, y después edificarás tu casa”. El trabajo nos proporciona el dinero necesario para satisfacer la mayoría de nuestras necesidades de supervivencia. Por lo tanto, antes de tener una casa para vivir son necesarios los ingresos pertinentes para abastecernos, para pagar los gastos, el arriendo o la hipoteca. El gasto debe ser priorizado con el fin de también obtener algún ahorro. 

Finalizo ya recordando que el libro de los Proverbios ensalza a la hormiga por trabajar duro en el verano para llenar su despensa para el invierno. El verano es nuestra vida laboral, por hacer un símil, y el invierno nuestra edad dorada. El éxito viene de la mano de la sabiduría: “el hombre será alabado por su sabiduría, no por su trabajo”. Se trabaja por dinero, insisto, pero hay que lograr que el dinero trabaje por nosotros.

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