9 de julio de 2020

Curva de Laffer


Los impuestos son una fuente fundamental de ingresos que disponen los Estados para llevar a cabo sus cometidos. La lógica dice que a mayores impuestos mayor será la recaudación, pero, en realidad, esa afirmación no tiene por qué repercutir necesariamente en un aumento de los ingresos fiscales. Los gobiernos e instituciones tienen muy complicado saber en qué momento deben subir o bajar los impuestos para conseguir mayores niveles de recaudación hacendística.

En el otoño de 1970 cenaban juntos en un restaurante de Washington el jefe y el subjefe del gabinete del presidente Gerald Ford (Donald Rumsfeld y Dick Cheney, respectivamente), un periodista del Wall Street Journal (Jude Wanniski) y el economista de la Escuela de Chicago, Arthur Laffer. Conversaban sobre la situación económica del país y la necesidad o no de subir los impuestos con el fin de aumentar la recaudación. En un momento dado, Laffer, tomó el control de la conversación al espetar que el Estado, para aumentar la recaudación, debería reducir los impuestos en vez de subirlos. Los políticos y el periodista discreparon de inmediato ante semejante propuesta soltando una carcajada al unísono. El economista, al no tener un papel a mano, tomó su servilleta de tela blanca y en ella esbozó la conocida Curva de Laffer, en forma de campana, para explicar de forma esquemática, en un eje de coordenadas cartesianas, la relación entre el Tipo Impositivo y los Ingresos Fiscales, y cómo el aumento de los impuestos no produciría el resultado esperado, es más, provocaría el efecto contrario: una reducción de los ingresos. Con ese dibujo plasmado en una servilleta (la cual se exhibe actualmente en el Museo Nacional de Historia Estadounidense de Washington) Laffer fue capaz de explicar su teoría que, a todas luces, iba en contra de la lógica económica de la época.



Arthur Laffer está considerado como uno de los padres de la Economía de Oferta: escuela macroeconómica que sostiene que el crecimiento económico tiene más eficacia con medidas que incrementen la oferta, como es el caso de la reducción de impuestos o la flexibilidad mediante la desregulación. Su idea no era nueva: el árabe Abenjaldún, 700 años antes, ya había estudiado la relación existente entre los impuestos y la recaudación que proporcionaban.

La teoría de Laffer, plasmada en su esquemático dibujo, parte de la base de que con un tipo impositivo del 0% la recaudación del Estado es cero. De la misma forma, cuando el tipo impositivo es del 100%, los ingresos también serán nulos porque si los impuestos son la totalidad de los recursos no existirá ningún beneficio, lo que conllevaría a la no producción de bienes y servicios. Representando la relación existente entre los ingresos fiscales y los tipos impositivos, expone cómo varía la recaudación al modificar los porcentajes de gravamen.

Usando como soporte el teorema matemático de Michel Rolle, refleja que entre esos dos puntos (0% y 100%) habrá un tramo ascendente, que llegará a un máximo de recaudación, para luego dar lugar al tramo descendente hasta llegar al cero de partida. Tanto al lado izquierdo como al derecho del máximo recaudatorio alcanzado los valores serán siempre inferiores. Dependiendo del lado de la curva en que nos encontremos, subir o bajar los impuestos tendrá un efecto u otro. La parte izquierda del máximo representa el margen para que una subida aumente la recaudación, mientras que el lado derecho marcará el momento a partir del cual seguir subiendo los impuestos será contraproducente para la recaudación.

Encontrar el punto de equilibrio se hace muy complicado para no perjudicar la economía de un país. Cuando los impuestos son excesivamente bajos la recaudación se torna escasa, pero cuando son excesivamente altos los ciudadanos deciden reducir sus inversiones y trabajos tratando de evitar semejante nivel impositivo. Lo que sí está claro es que una reducción de los tipos impositivos desde máximos sobre las rentas incentiva la actividad laboral, disminuye la economía sumergida y beneficia el ahorro y la inversión.

El punto máximo no tiene por qué encontrarse en el centro, es más, su tendencia es a escorarse hacia los lados debido a que hay una curva diferente para cada tipo de impuesto, para cada país y hasta para cada contribuyente.

Como no podía ser de otra manera, las opiniones son bastante dispares dependiendo de donde vengan. Para los liberales y conservadores es un argumento totalmente válido para reducir la carga fiscal que soporta la clase media. Por el contrario, los amantes del gasto público tildan la idea como “la mentira más grande jamás escrita en una servilleta” y que únicamente beneficia a los intereses de los más ricos.

Lo que sí está claro es que si no se imponen gravámenes no hay recaudación, que si los gravámenes absorben todos los recursos tampoco los Estados percibirán rentas. Lo que ocurra entre un extremo y otro siempre es motivo de un estudio pormenorizado según la evolución de los ciclos económicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario