Cualquier encuesta que se precie, a la pregunta sobre qué
nos preocupa a los españoles, saldrá una amplia mayoría que responda con su
incertidumbre sobre la viabilidad futura del Sistema Público de Pensiones tal y
como lo conocemos hoy en día, proponiendo, eso sí, a su medida, que se acometan
cambios sin que nos afecte mucho con el fin de adaptar el sistema a la
transformación demográfica y social que se está llevando a cabo en nuestro
país.
Los cálculos que hacen los expertos no generan mucho
optimismo que digamos. Dicen que para el 2050 se esperan 15 millones de
pensionistas. Usando el sistema actual de reparto, se necesitarían más de 28
millones de cotizantes a la Seguridad Social para asumir, sin demasiadas
dificultades, el pago de las pensiones tal y como las conocemos hoy. A tenor de
las citadas cifras, nuestro Sistema de Pensiones está abocado, sin remedio, a
una merma sustancial en la cuantía de reparto a cada pensionista para descartar
su quiebra técnica. Con el fin de evitar ese futuro tan drástico y no imposible
que nos espera, constantemente se están planteando nuevas medidas para, según
se pueda, irlas implantando con el consiguiente consenso entre los diferentes
actores que intervienen en el proceso. Todas esas medidas pasan por el aumento del
ahorro complementario, bien sea público o privado, de cara a la futura
jubilación. Tal es el caso, que ya nos hemos familiarizado con los tecnicismos
que trae causa esta entrada.
Con el fin de garantizar nuestro Sistema de Pensiones,
algunos expertos proponen modificar la forma en la que se calcule el importe de
las cuantías para que sean más verosímiles a las aportaciones realizadas, y
aquí es cuando citan las Cuentas
Nocionales poniendo el ejemplo de países como Italia, Suecia o Polonia,
donde ya se están aplicando. El modelo consiste en que cada trabajador disponga
de una cuenta virtual donde se van anotando todas las aportaciones que se van
realizando, para, llegado el momento de la jubilación, calcular el monto total,
siendo la pensión vitalicia el resultado de la división del saldo acumulado en
cuenta durante toda la vida laboral, entre la esperanza de vida que se estime
en el momento de la jubilación. En función de los datos obtenidos, se calcula qué
pensión pública correspondería hasta la finalización del saldo acumulado, como
si de un Plan de Pensiones privado se tratase. Con este sistema, lo que se
consigue es no cambiar el concepto que tenemos de pensión donde los que están
en activo sufragan a los pensionistas, pero sí el modelo de cálculo.
Las ventajas de este sistema son varias: el Sistema de
Pensiones sería más contributivo y transparente ya que cada trabajador
acumularía las cotizaciones de toda su vida laboral en su propia cuenta. Cada jubilado
cobraría en base a lo aportado haciendo el sistema más sostenible. El
contribuyente decidiría cuánto aportar, cuándo jubilarse y cuánto cobrar. Por
último, supondría un incentivo para alargar la vida laboral debido a que está
ligado lo que se ha cotizado con lo que se cobrará. A pesar de estos
beneficios, su implantación no sería sencilla al requerir una reforma de gran
profundidad para el sistema actual teniendo que ser aceptado por un consenso
muy abultado.
Como desventajas habría que tener presente que los que ya
tienen una vida laboral avanzada, tendrían poco tiempo para acumular unos
importes que satisficiesen económicamente su pensión de jubilación. Penalizaría
a los que no han tenido una vida laboral muy activa, con lo que habría que
imponer unas pensiones mínimas sufragadas por el Estado con el fin de no perder
la solidaridad del sistema. Finalmente, el cálculo de la base de cotización se
alargaría a toda la vida laboral provocando una disminución de la cuantía a
percibir.
Por otro lado, tendríamos lo que vulgarmente se conoce como ‘Mochila Austriaca’. Este modelo, del
que tanto se ha hablado recientemente, se copia de Austria ya que su Gobierno,
allá por el 2003, creó un fondo de capitalización individual en el que los
empresarios ingresarían en él una parte del salario bruto de cada empleado,
suponiendo, en su momento, una revolución en el sistema de indemnizaciones. Ese
fondo creado a nombre del trabajador es invertido y gestionado por una entidad
financiera con el fin de sacarle una rentabilidad adicional, siendo el Estado
el garante de una rentabilidad mínima para que la inflación no merme su
cuantía, así como para evitar una desacertada inversión o fraude en un
determinado momento, pues se garantiza el 100% del capital aportado. El trabajador,
si lo desea, puede saber en todo momento cuánta es la cantidad que tiene
acumulada, y siempre será de él, aunque sea despedido, se vaya a otra empresa o
decida emprender su propio negocio. Esos ahorros acumulados pueden ser
utilizados en caso de despido sin afectar al subsidio de desempleo, o se pueden
usar como un complemento a la pensión de jubilación.
Los que defienden este sistema argumentan que beneficia
tanto al empleador como al empleado: al empleador porque así permite adaptar su
plantilla a las condiciones de la empresa sin pensar en los posibles finiquitos
de despido, y al trabajador le aporta la ventaja de no tener que esperar a que
lo despidan para que lo indemnicen. Beneficia la contratación indefinida
eliminando de un plumazo la mayoría de los contratos temporales. Garantiza
también la sostenibilidad del sistema ante el envejecimiento.
Por el lado de las desventajas está que tanto la patronal
como los sindicatos rechazan el sistema: los primeros porque ven incrementados
los gastos empresariales al encarecer las aportaciones, y los segundos porque
favorece el despido sin una causa aparente y critican que se está camuflando un
Plan de Pensiones. Por otro lado, su facilidad para implantarlo en Austria fue
debido a su baja tasa de paro, sin embargo, en España, con el porcentaje tan
elevado de desempleo que existe, se podría incurrir en un efecto no deseado.
El caso es que la introducción de un sistema u otro supone,
como decía, una reforma de gran calado en la totalidad de todo nuestro Sistema
de Pensiones, y eso requiere un consenso sin precedentes que, hoy en día, no ha
sido posible, a pesar de la necesidad imperiosa que existe de afrontar la
realidad sin que los que estamos ya encaminados hacia ese futuro nos veamos
perjudicados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario