14 de septiembre de 2020

El EBITDA: ¿Qué es, cómo se calcula y para qué sirve?

Cualquier Análisis Fundamental de una empresa que se precie, no puede prescindir de uno de los indicadores financieros más conocidos e imprescindibles a la hora de la valoración. Ese indicador no es otro que el EBITDA.

¿Qué es?

El EBITDA es el Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization que traducido al castellano sería algo así como el Beneficio Antes de Intereses, Impuestos, Depreciación y Amortización o, dicho de otra forma, más coloquial, el beneficio bruto de explotación antes de la deducibilidad de los gastos financieros. Es decir, si una empresa no necesitase pagar ningún impuesto por estar financiada completamente con sus propios recursos, el beneficio que generase coincidiría con el EBITDA midiendo, así, la capacidad de la empresa para generar ganancias considerando únicamente su actividad productiva.


El EBITDA, aunque sea un indicador de la capacidad de una empresa para generar beneficios y de su actividad productiva, no forma parte del estado de resultados de la misma, aunque esté relacionado con él porque está calculado a partir del resultado final o resultado de explotación. De esta forma, se quedan fuera de contabilidad las amortizaciones y depreciaciones junto con los gastos de intereses e impuestos. Este indicador, como todos los indicadores financieros, por sí solo no es suficiente para determinar si un proyecto es rentable o no, por este motivo, se debe de evaluar junto con otros indicadores.

La prensa económica ha hecho familiarizarnos con este término al usarlo con frecuencia en la información que aborda sobre las empresas, consiguiendo que se incluya en nuestro lenguaje financiero. Como era de esperar, el término nos viene impuesto del exterior sin que exista, en nuestra normativa contable, ningún indicador que se pueda considerar homólogo.

Según los expertos, uno de los motivos principales por los que este indicador de los resultados de una compañía, siendo tan utilizado en las valoraciones, se ha extendido tan rápidamente, se debe a que es más difícil de manipular, en lo que a contabilidad se refiere, comparándolo con otros indicadores de beneficios, al mostrarnos las cuentas de resultados. La razón es sencilla: su cálculo indica que el proyecto es rentable. Otra cosa será, en un futuro, que la gestión llevada a cabo sea positiva o no dependiendo de la gestión propia del proyecto.

En su momento, la ESMA (European Securities and Markets Authority o Autoridad Europea de Valores y Mercados) publicó, en una de sus directrices, los principales requisitos para la correcta presentación de indicadores alternativos como el EBITDA, para así contribuir a la transparencia y normalización referente a medidas alternativas al rendimiento.

El EBITDA se debe de diferenciar de otro indicador, aparentemente similar: el EBIT (Earnings Before Interest and Taxes). En España lo conocemos como el indicador que muestra el Beneficio Antes de Intereses e Impuestos sin tener en cuenta los ingresos ni los costes financieros, coincidiendo su valor con el resultado de explotación de la cuenta de pérdidas y ganancias. A través del EBIT, los accionistas de la empresa conocen el resultado real de la actividad que desarrolla. En términos generales, no nos olvidemos que para una empresa es más fácil resolver los posibles problemas financieros que tenga que no los posibles problemas estructurales. Por tal motivo, para un inversor es primordial saber a qué atenerse ante la aparición de estos posibles problemas. El EBITDA, sin embargo, nos da a conocer lo que es capaz de generar un determinado proyecto, si es positivo o no, sin tener en cuenta los aspectos financieros y tributarios y las políticas de depreciación y amortización.

¿Cómo se calcula?

La fórmula para el cálculo del EBITDA es muy sencilla:

EBITDA = EBIT + AMORTIZACIONES + PROVISIONES

De la fórmula anterior saldrá un número, que indicará la capacidad de eficiencia operativa pero no indica nada sobre la capacidad de gestión de los activos de la empresa, ni tampoco indica la forma de la financiación. Sin embargo, permite la comparación entre diferentes empresas siendo un buen indicador de tendencia de resultados al eliminar factores explícitos.

Ejemplo de una empresa ficticia:

Ingresos:              30.000 €

Gastos:                 12.000 €

EBIT:                    18.000 €

Amortizaciones:       2.000 €

Provisiones:             1.000 €

EBITDA:                21.000 € 

¿Para qué sirve?

Sirve para mostrar los resultados de una empresa sin considerar aspectos financieros ni tributarios. Si es positivo, indica que el negocio que genera la empresa es rentable, dependiendo del éxito de la gestión de los gastos financieros, de la fiscalidad, de las depreciaciones y de las amortizaciones.

Permite comparar diferentes empresas, aunque no pertenezcan a un mismo país.

Indica, de una forma inmediata, la solvencia de una empresa y el dinero disponible para pagar las deudas, una vez eliminados los gastos más representativos.

Si el resultado del EBITDA es alto, reflejará más posibilidades de crecimiento; por el contrario, si es bajo, implica una disminución de valor y; si el resultado final es negativo, condición suficiente para descartar cualquier tipo de proyecto e inversión en esa empresa.

Por lo tanto, un buen uso de su significado dará una visión de la evolución de la eficiencia operativa porque permite hacernos un escenario rápido sobre la capacidad de generación de los beneficios que puede tener un negocio, sin tener en consideración partidas extraordinarias o la forma de financiación.

Los analistas no solo usan el EBITDA como indicador de seguimiento, lo suelen relacionar con otros indicadores y magnitudes (ratios) con el fin de obtener un valor más profundo y exacto de la compañía analizada. Al ser así, lo suelen utilizar en forma de cociente o relación con otros parámetros específicos del análisis fundamental.

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